El sevillano anglosaj¨®n: entre el placer y el deber
En el departamento de psiquiatr¨ªa del hospital Bellevue de Manhattan se ven m¨¢s polic¨ªas que m¨¦dicos. Est¨¢n los que trabajan ah¨ª permanentemente, cuidando las celdas que encierran a los pacientes m¨¢s peligrosos, o escolt¨¢ndolos, esposados y vestidos de naranja, a sus citas con los especialistas en demencia criminal. Y est¨¢n tambi¨¦n los agentes que, todo el d¨ªa y toda la noche, entran y salen. Dos tercios de los pacientes psiqui¨¢tricos en Bellevue llegan a manos de la polic¨ªa, que los encuentra delirando o en estado comatoso en la calle, o en la escena de un crimen atroz.
Bellevue es el hospital psiqui¨¢trico m¨¢s grande y antiguo de Estados Unidos. Y tambi¨¦n es el m¨¢s admirado y el m¨¢s famoso, ya que lo que refleja el interior de sus muros es la feroz competitividad de la ciudad m¨¢s alocada del mundo -la original jungla de cemento- llevada a su m¨¢s salvaje expresi¨®n. El rey de los locos neoyorquinos -el jefe de psiquiatr¨ªa del hospital- es un sevillano llamado Manuel Trujillo. Tiene 59 a?os, 35 de los cuales los lleva viviendo en Nueva York. Professor of Psychiatry en la New York University School of Medicine, ha logrado algo incluso m¨¢s dif¨ªcil: ganarse el afecto y respeto de los 120 m¨¦dicos psiquiatras que act¨²an bajo su mando.
"En este pa¨ªs la gente est¨¢ preparada para la temporalidad de las relaciones de amistad"
"El primer problema al que se enfrenta el hispano es que aqu¨ª tiene que planear las cosas"
"S¨®lo soy anglosaj¨®n del cuello para arriba, del cuello para abajo nunca he dejado de ser sevillano"
"Manolo es el buque insignia de este hospital", dice H¨¦ctor Varas, reci¨¦n retirado como director asociado del hospital tras trabajar 15 a?os con Trujillo. "Encarna el esp¨ªritu de servicio p¨²blico de un hospital que no cierra las puertas a nadie. Es un l¨ªder motivador, es exigente, es brillante, es listo y es duro: hay que ser todo eso y m¨¢s para llevar este monstruo de hospital, un paquidermo viejo y cansado con una piel muy dura. Para mover el monstruo no es cuesti¨®n s¨®lo de empujar, hay que ser vivo -?¨¦sa es la parte sevillana que tanto le ha servido ac¨¢!-. Y Manolo hace que la bestia se mueva y se mueva bien".
Varas, que es argentino y lleva tanto tiempo en Estados Unidos como Trujillo, explica que para entender la enormidad de lo que significa llevar el mando del Bellevue, fundado como hospital psiqui¨¢trico hace casi 300 a?os, hay que tener en cuenta que es "el gran laboratorio global de la locura humana". "Lo que ves ac¨¢ es lo peor del mundo: el hombre que mat¨® a su abuela, con la que vivi¨® toda su vida, apu?al¨¢ndola; el que mat¨® a su mujer y tres hijos y tan contento, como si nada, casos extremos, pero en Bellevue, casi cotidianos".
La tercera parte de los "locos" que pasan por el laboratorio hoy d¨ªa son hispanos. Varas se?ala que Trujillo nunca tuvo ninguna necesidad profesional de esforzarse para ayudar a los que hablan su lengua natal, pero motivado precisamente por lo que m¨¢s lo distingue -su vocaci¨®n de servicio p¨²blico- ha invertido tiempo y energ¨ªa en mejorar la calidad de la atenci¨®n psiqui¨¢trica para los pacientes emigrados de Am¨¦rica Latina. Fundador y presidente de la Asociaci¨®n Hispana de Profesionales de la Salud Mental, Trujillo cre¨® en Bellevue un programa biling¨¹e de tratamiento psicol¨®gico cuyo fin es no s¨®lo adaptarse al idioma de los pacientes hispanos, sino tomar en cuenta las diferencias entre su entorno cultural y el entorno dominante anglosaj¨®n.
Trujillo, como hombre que se mueve en ambos mundos con igual facilidad, y como especialista en el funcionamiento de la mente humana, est¨¢ dotado de una singular capacidad para reflexionar sobre uno de los fen¨®menos sociales contempor¨¢neos m¨¢s importantes de su pa¨ªs adoptivo: "La eclosi¨®n gigantesca", como ¨¦l lo expresa, de la poblaci¨®n hispana.
"Cuando llegu¨¦ en 1970 el hispano exist¨ªa, pero undergroud, bajo tierra. Los puertorrique?os estaban desde el a?o 45, pero -m¨¢s all¨¢ de los estereotipos que fomentaban el musical West Side story y el marido de Lucille Ball, Desi Arnaz Jr- la cultura hispana no ten¨ªa repercusi¨®n social. Nueva York era una ciudad anglosajona, pura y dura. Hab¨ªa poca vida nocturna, y se com¨ªa temprano y mal".
En aquellos tiempos la idea de que un d¨ªa se ver¨ªan anuncios en la calle en espa?ol para pastas de dientes e hipotecas bancarias era inconcebible. Hoy, de repente, parece que la mitad de los anuncios que uno ve en Nueva York est¨¢n en espa?ol. En cuanto a barrios como Washington Heights, en la punta norte de Manhattan, la sorpresa consiste en o¨ªr a gente hablando en ingl¨¦s. "Lo cual ha significado", dice Trujillo, feliz, "que la ciudad se ha vuelto mucho m¨¢s festiva, y eso tiene mucho que ver con la aportaci¨®n hispana, que se enfrenta al calvinismo imperante y en muchos casos vence".
Otra forma de decir lo mismo es que la ciudad corresponde hoy mucho m¨¢s al estilo p¨ªcaro, exuberante, del propio Trujillo. Varas lo define como un hombre "con un alto sentido est¨¦tico". En su pueblo quiz¨¢ le llamar¨ªan coqueto. Porque, incluso hoy que Nueva York se ha vuelto tan cosmopolita, Trujillo llama la atenci¨®n. Andando a lo largo de los amplios y bulliciosos pasillos de la planta baja del hospital, donde fluye una muchedumbre humana procedente de todos los rincones de la tierra, un polic¨ªa le saluda con una ancha sonrisa y le dice, "Pero, ?doctor! ?Vestido as¨ª en un d¨ªa como hoy?". Es uno de esos d¨ªas de calor asfixiante en los que se especializa Nueva York, en los que el calor de las brasas en las que se convierte el cemento callejero se mezcla con la densa humedad que emana de los r¨ªos Hudson y East. Nadie lleva chaqueta, mucho menos corbata, pero Trujillo va vestido de traje beis, tela fin¨ªsima, y una corbata roja y amarilla, alegre como una puesta del sol sobre el r¨ªo Guadalquivir. "Es que s¨®lo soy anglosaj¨®n del cuello para arriba", dice. "Del cuello para abajo nunca he dejado de ser sevillano".
?Qu¨¦ es lo que distingue al uno del otro, al hispano en Estados Unidos del anglosaj¨®n? "La estructura de valores es importante", responde Trujillo, que es alegre en su manera de ser, pero no deja de ser serio en su manera de pensar. "En la cultura hispana el individuo est¨¢ mucho m¨¢s protegido, siente que pertenece a una comunidad, mientras que en la cultura anglosajona lo que prima mucho m¨¢s es el individuo. En los pacientes que tenemos se nota la diferencia en el sentido de que entre los hispanos hay m¨¢s conflictos intergeneracionales, con el acento en la dependencia, mientras que el anglosaj¨®n tiende m¨¢s a tener problemas de soledad y desarraigo".
El contacto con la familia a lo largo de un a?o es el triple para un hispano que para un anglosaj¨®n, dice Trujillo, que habla de ambas culturas con una aparente distancia cient¨ªfica, aunque deja entrever que quiz¨¢ admire m¨¢s a la anglosajona, y sienta m¨¢s cari?o por la hispana. "Si a un americano anglosaj¨®n que se ha criado en Boston de repente le ofrecen una promoci¨®n y un aumento de sueldo de 10.000 d¨®lares, pero tiene que mudarse a Montana, no se lo piensa dos veces. Un hispano seguramente dir¨ªa que no. La proximidad geogr¨¢fica a la familia es mayor entre los hispanos; la ayuda que ofrece un hermano a otro es mayor. El recurso de apoyo afectivo siempre est¨¢ a su disposici¨®n, y esto da a la persona un grado de bienestar importante".
Trujillo ha detectado a trav¨¦s de su trabajo que este bienestar que aporta el apego familiar posee un valor que el dinero no puede comprar. "Los mexicanos que emigran a California ser¨¢n pobres, pero tienen un ¨ªndice de salud mental mejor que la poblaci¨®n general californiana. Pero lo que tambi¨¦n se ve es que esa ventaja se pierde en la siguiente generaci¨®n, porque se ha asimilado m¨¢s ese individualismo".
Trujillo ha asimilado el individualismo americano s¨®lo hasta cierto punto. Le ha llegado a la cabeza, pero categ¨®ricamente no a los pies. "Hace unos diez a?os me hicieron la mejor oferta profesional de mi vida. Pero requer¨ªa que me fuera a San Diego y dije que no, porque queda demasiado lejos de Espa?a y a m¨ª me gusta volver tres o cuatro veces al a?o. ?Me iban a pagar el doble! Pero no. ?Demasiado lejos de mi tierra, t¨ªo...!".
Su viejo amigo H¨¦ctor Varas ya no soporta m¨¢s la distancia y ahora que se ha retirado ha decidido volver a vivir en Buenos Aires. "Estados Unidos ha sido muy bueno conmigo en lo material, pero hay una cosa que no pierdo de vista: es un pa¨ªs que no perdona. Aqu¨ª es donde ves una de las grandes diferencias entre el americano y el hispano".
"Estoy de acuerdo", dice Trujillo. "La ¨¦tica hispana es una ¨¦tica que procede de ra¨ªces cat¨®licas, rom¨¢nicas. De redenci¨®n y Dios te perdona, y ya est¨¢. El calvinismo es mucho m¨¢s duro.La persona es mucho m¨¢s responsable de sus actos. El malo es malo, y punto. La perspectiva mediterr¨¢nea, cat¨®lica, tolera mucho m¨¢s al que falla".
Entonces, ?qu¨¦ le recomendar¨ªa a un ecuatoriano que estuviese dudando entre emigrar a Estados Unidos o Espa?a? "Depende de su ambici¨®n. En Espa?a estar¨ªa m¨¢s c¨®modo, pero es dif¨ªcil que acabe siendo presidente del Banco Santander. Aqu¨ª puede ser. Depende de su talento. Claro, el 90% acaba pintando casas en Connecticut, o limpiando. Pero si tiene enorme ambici¨®n, seguramente llegar¨¢ m¨¢s lejos aqu¨ª". A pesar del creciente n¨²mero de inmigrantes latinoamericanos en Espa?a, muchos m¨¢s siguen emigrando a Estados Unidos. Para los reci¨¦n llegados a Estados Unidos, para los 700.000 que cruzan la frontera cada a?o, ?cu¨¢les son los principales problemas de adaptaci¨®n?
"Primero, el problema al que se enfrenta el hispano es que aqu¨ª tiene que planear las cosas", dice Trujillo, hablando del cuello para arriba. "Tiene que organizar su vida de modo diferente, con mucha m¨¢s previsi¨®n. El hispano es mucho m¨¢s impetuoso. Aqu¨ª lo que quiere hacer en octubre mejor que lo vaya organizando ya".
"Segundo, las relaciones sociales no est¨¢n determinadas por los afectos y los impulsos y deseos, sino por otros patrones. Es muy com¨²n ir a una fiesta si eres hispano y que te caiga bien alguien y, aunque haya 20 personas, que charles con esa persona toda la noche. Un anglosaj¨®n saludar¨ªa a las 20 personas, y pasar¨ªa tres minutos con cada una, cronometrado".
"Tercero, para los hispanos, la relaci¨®n humana es lo fundamental, entonces la gente se sorprende mucho por lo siguiente. Y debo decir que se sorprenden no s¨®lo los hispanos, sino los coreanos, los hind¨²es -todos los reci¨¦n llegados-". (Sabe de lo que habla porque en su departamento de psiquiatr¨ªa tiene m¨¦dicos de 16 pa¨ªses). "Lo que sorprende es esto: que los anglosajones te dan unas muestras externas de afecto al apenas conocerte que despu¨¦s no se corresponden. Te saludan con gran efusi¨®n, pero a los dos minutos hacen lo mismo con el vecino, o con otro que acaban de conocer. Entonces, el error consiste en confundir los s¨ªntomas de amabilidad superficial con rasgos de amistad".
?Significa esto que la sociedad americana es m¨¢s superficial que la hispana? "Es una cuesti¨®n de movilidad. Aqu¨ª t¨² a los 18 a?os te vas de casa y puedes cambiar de localidad y de amigos 20 veces en tu vida. Aqu¨ª la gente est¨¢ preparada para la temporalidad de las relaciones de amistad".
Trujillo es un hombre que posee esa cualidad que se ve en toda la gente triunfadora: un entusiasmo voraz por lo que hace. Lo que es especialmente notable en su caso es que, a pesar de sumergirse cada d¨ªa en las penas de la gente m¨¢s traumatizada del mundo, no s¨®lo es una de esas personas tan din¨¢micas que s¨®lo verle, cansa, sino que mantiene en todo momento aquella chispa que define a la ciudad donde naci¨®. Pero para poder triunfar de forma tan espectacular, para lograr vencer a los americanos en su propio campo, ?no se ha visto obligado a asimilar rasgos anglosajones que nada tienen que ver con su esencia? ?No ha tenido que caer en la hipocres¨ªa? ?O en una especie de esquizofrenia?
"No, no, no", dice. "No es eso. El ser humano es muy pl¨¢stico -si no fuera as¨ª, la historia de la especie no ser¨ªa de permanente migraci¨®n-. Uno se adapta a la ecolog¨ªa que hay. Yo lo que hago es que habito dos mundos, pero me siento c¨®modo en ambos. Claro, con mis amigos hispanos hay m¨¢s intimidad. Les hablo m¨¢s de mis temas personales, mientras que con mis amigos anglosajones, no tanto". O sea, ?no s¨®lo biling¨¹e, sino bicultural? "S¨ª. Con el tiempo, la diferencia entre ambos mundos se esfuma, pero no desaparece".
Desaparecer¨¢ menos en el caso de Trujillo debido a los tres o cuatro viajes que hace cada a?o a Espa?a. ?Por qu¨¦ sigue con la necesidad de volver cuando pr¨¢cticamente toda su vida adulta la ha vivido en Nueva York? "Yo no me fui de Espa?a porque no me gusta, sino por ambici¨®n intelectual. Yo amo Espa?a. Esa identidad la quiero y la preservo. Lo que pasa es que a m¨ª me atrae mucho la forma de pensar de aqu¨ª; me gusta el lenguaje de Bertrand Russell, aquella econom¨ªa y claridad".
Pero tambi¨¦n considera que Espa?a aporta cosas de gran valor para el mundo. Algo que le ha llamado poderosamente la atenci¨®n, tras los miles de personas de Am¨¦rica Latina con las que se ha encontrado a lo largo de sus a?os en Estados Unidos, es que "la gran mayor¨ªa adora Espa?a". "Esto para Espa?a representa un capital incalculable. Espa?a es la ¨²nica naci¨®n europea que tiene 400 millones de personas que no s¨®lo hablan su mismo idioma, sino que tambi¨¦n la admiran y la quieren. Hay una comunidad impl¨ªcita que se puede convertir en expl¨ªcita. No me refiero s¨®lo a dinero, sino a valor cultural. No se ha aprovechado este capital porque Espa?a no se ha convertido en un pa¨ªs con proyecci¨®n universal, no ha recuperado esa identidad hist¨®rica. Anda demasiado envuelta todav¨ªa en sus nacionalismos y sus cosas. Pero, ?qu¨¦ va a ser de Francia en 50 a?os? ?Cu¨¢ntos francoparlantes habr¨¢? Francia es un pa¨ªs que en cuanto a presencia global est¨¢ en decadencia. En 2050 habr¨¢ 800 millones de hispanoparlantes, y creo que muchos de ellos mirar¨¢n a Espa?a como un ejemplo de lo que puede ser toda Am¨¦rica Latina".
?Y el futuro de Estados Unidos? ?Qu¨¦ opini¨®n tiene Trujillo de lo que dice Samuel Huntington, el famoso intelectual de derechas que teme el impacto sobre Estados Unidos de la ola migratoria hispana, que propaga la idea de que el hispano amenaza con alterar lo que ¨¦l llama "la identidad tradicional angloprotestante"? "Pues creo que tiene raz¨®n"; sonr¨ªe. "Pero la diferencia entre ¨¦l y yo es que a ¨¦l le preocupa la idea y a m¨ª me encanta. De aqu¨ª a 100 a?os se crear¨¢ una cultura ¨²nica, con rasgos de un tipo y del otro".
?Y qu¨¦ rasgos aportar¨¢ el hispano? "Aportar¨¢ vitalidad, exuberancia, est¨¦tica, sentido de solidaridad comunitaria", contesta Trujillo, sin darse cuenta de que su inconsciente le delata, que est¨¢ hablando de s¨ª mismo; que ¨¦l es el prototipo de aquel hombre anglohispano cuya refinada s¨ªntesis se ver¨¢ de aqu¨ª a 100 a?os. "El modelo anglosaj¨®n existente aporta rigor", sigue Trujillo, "pero aporta ante todo una conciencia muy fuerte del deber. Huntington tiene raz¨®n en que se alterar¨¢n la identidad y los valores americanos. Pero lo que no parece capaz de entender es que se cambiar¨¢ por algo mejor; que lo que veremos gracias a la creciente presencia hispana en Estados Unidos es algo maravilloso". ?Y eso qu¨¦ ser¨¢? "Lo que veremos es un equilibrio", dice, con los ojos bailando, pero todav¨ªa sin darse cuenta de que est¨¢ hablando de un ideal que ¨¦l mismo encarna. "Un equilibrio entre el deber y el placer".
MA?ANA: primer cap¨ªtulo de la serie Gente de "Centropa" por Ignacio Vidal-Folch
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