El notable ¨¦xito de asistencia avala al Festival de Benic¨¤ssim
En el arranque de su XI edici¨®n, el festival recibe 54.000 visitas. Anoche se esperaba la aparici¨®n estelar de The Cure, pero antes grupos como La Habitaci¨®n Roja confirmaban su ascenso como banda.
A la espera de que en la medianoche pasada The Cure se autoafirmasen en un festival que ya les resulta propicio para el lucimiento, las noticias en Benic¨¤ssim hablan de aumento de p¨²blico y de notoria presencia de parroquia extranjera. Es la comidilla del festival, que contaba las horas para que bandas como Yo la Tengo o Bassement Jaxx redondeasen el trabajo de Robert Smith y de su peluquero. La fiesta de bienvenida del jueves se sald¨® con abulia musical, pero con una masiva asistencia de p¨²blico, que alcanz¨® las 21.000 personas. La noche de ayer esperaba ser cerrada con una asistencia en torno a las 33.000 personas.
Los primeros grupos que llenaron sus escenarios en la tarde de ayer fueron The Kills y La Habitaci¨®n Roja, cuyas actuaciones se solaparon cuando el sol se pon¨ªa. Los primeros descerrajaron un concierto rudo y ¨¢spero, escrito en clave de rock y cosido con pespuntes de multitud de estilos. Cosa cruda la suya. Por su parte, La Habitaci¨®n Roja se confirm¨® como banda en ascenso. Su pop-rock de vocaci¨®n indie marc¨® uno de los pocos ¨¦xitos de la m¨²sica nacional en el presente FIB. La delicadeza de otra banda nacional, Refree, con su trato fino marcado por un cuarteto con excelente teclista, fue otra de las notas destacadas del arranque de una jornada que concluir¨ªa bajo el sol.
La descripci¨®n es f¨¢cil: un vaso de litro de cerveza tirando de una persona; cada ingl¨¦s ten¨ªa el suyo
Los primeros grupos que llenaron sus escenarios en la tarde de ayer fueron The Kills y La Habitaci¨®n Roja
Por lo que hace a la fiesta de bienvenida, s¨®lo sirvi¨® para tomar medidas al recinto. Sin que ninguno de los grupos participantes justificasen con su actuaci¨®n el hecho de comenzar a trasnochar ya el jueves, lo cierto es que la troupe de The Polyphonic Spree ofrecieron un concierto cuando menos vistoso, definici¨®n que en otros t¨¦rminos tambi¨¦n podr¨ªa ser aplicada al show de Underworld.
Menos afortunados, tanto en est¨¦tica como en contenido musical, The Posies y The Tears permitieron conjeturar que sus mejores d¨ªas ya forman parte de una historia que tiene alg¨²n cap¨ªtulo glorioso escrito precisamente en el escenario que en la noche del jueves evoc¨® declives con repertorios sin canciones que llevarse a la memoria. La marcianada de la sesi¨®n la sugiri¨® Tim DeLaughter, con sus veinti¨²n m¨²sicos en escena ataviados como si fuesen el coro de un predicador televisivo en pleno ¨¦xtasis m¨ªstico. Para The Polyphonic Spree, que debutaban en Espa?a en el FIB con un solo de arpa, la m¨ªstica consisti¨® en recrear el caos esc¨¦nico de The Arcade Fire y los pliegues mel¨®dicos de The Flaming Lips en un cruce imposible entre Yes y el Sgt Pepper's. Sum¨¢ndose a una corriente que obliga a disponer un tropel de m¨²sicos en escena, la pregunta que se hizo pertinente es si ello resultaba necesario por razones que fuesen m¨¢s all¨¢ de la vistosidad. El propio recital ofreci¨® la respuesta, pues en un concierto de pop para guirigay de trompetas, violines, arpa, coristas, flauta, guitarras, percusi¨®n y teclados se hizo evidente que entre los pocos m¨²sicos de pop-rock que de verdad sacan partido a m¨¢s de diez instrumentistas en escena no figura DeLaughter. Zappa y Brian Wilson siguen en otra divisi¨®n.
Quien est¨¢ buscando su nueva divisi¨®n es Brett Anderson y su colega Bernard Butler. Finiquitado Suede, se han inventado un nuevo proyecto que bajo el nombre de The Tears es lo mismo que Suede pero sin canciones brillantes. Mismo sonido, mismas poses, misma estructura mel¨®dica, pero ni un ¨¢pice de brillantez que destacar. Brett estaba caliente, mucho m¨¢s que un p¨²blico que lo miraba comprensivo, e intent¨® rememorar sus noches triunfales d¨¢ndole movimiento a ese cuerpecillo serrano que la naturaleza le ha dado. Ni por esas, su flequillo pareci¨® demasiado visto. Antes de esa demostraci¨®n de sensualidad consabida, The Posies dieron la murga con un concierto de maltrecho power pop que oblig¨® a mirar al reloj cada tres minutos y medio. Nada que objetar, era simplemente la fiesta de bienvenida. La noche dio claves de lo que resta de FIB. La descripci¨®n es f¨¢cil: un vaso de litro de cerveza tirando de una persona. Cada ingl¨¦s ten¨ªa el suyo, y por muchos que trasegaran, los porros que liaban cada dos por tres les segu¨ªan saliendo finos y rectil¨ªneos. Una se?a de identidad propia de un pueblo con firmes convicciones, tan firmes que no abandonaron la cerveza ni cuando Underworld hicieron emerger las primeras gafas de sol y los primeros botellines de agua.
La fiesta giraba hacia la electr¨®nica, pero la cerveza no se ausent¨® ni por esas. Con un escenario que reproduc¨ªa rect¨¢ngulos coloreados que recordaban a Mondrian, Underworld se aplicaron a su techno-house de estadio y la noche se hizo baile y discoteca al aire libre.
A la salida del recinto, un borracho que dec¨ªa ser legionario saludaba marcialmente a los derrengados espectadores que abandonaban el recinto. Acababa una noche; comenzaba un nuevo d¨ªa en el FIB.
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