Arturo Casado apunta alto
El joven mediofondista gan¨® su serie con inteligencia y clase ante el declive de Higuero y Reyes
El mediofondo espa?ol, que ha dado s¨ªntomas de regresi¨®n en los ¨²ltimos a?os, ha encontrado a un atleta con futuro. Se llama Arturo Casado, tiene 22 a?os y apunta excelente condiciones. Gan¨® su serie de clasificaci¨®n con una autoridad impensable en un novato. Pero la inexperiencia duele menos cuando hay inteligencia y clase. Dos veteranos, Reyes Est¨¦vez y Juan Carlos Higuero, pueden dar lecciones de talento desaprovechado. Los dos alcanzaron las semifinales con apuros. En el caso de Est¨¦vez porque ha perdido frescura. En el de Higuero porque no aprende. Repiti¨® todos los errores habituales en una actuaci¨®n decepcionante. Higuero no conoce la importancia de la estrategia en el 1.500, la prueba que encierra mil trampas. Sale a correr y nada m¨¢s, con las peores consecuencias. Termina perjudicado en todas las encerronas.
Casado es un mediofondista un tanto at¨ªpico, al menos para lo que se conoce en Espa?a. Es muy alto y muy grande -mide 1,85 metros y pesa 80 kilos- y lo hace valer en la pista, donde enseguida destaca entre sus rivales, generalmente muy ligeros. Casado mueve su corpach¨®n con seguridad, pero sobre todo con inteligencia. Tiene un arma y la aprovecha. Corre junto a la cuerda y de all¨ª no le mueve nadie. Y si alguien lo intenta, saca los codos y establece un espacio de seguridad que siempre se cobra alguna v¨ªctima. El brasile?o Hudson da Silva, por ejemplo. El hombre intent¨® rebasar al espa?ol en la ¨²ltima curva y se encontr¨® con un codo en el cuello durante casi 100 metros. La medida disuasoria funcion¨® perfectamente en una carrera que Casado manej¨® como un veterano.
No se movi¨® de su sitio, no se dej¨® llevar por ning¨²n ataque de p¨¢nico, siempre dio sensaci¨®n de m¨¢ximo control. S¨®lo apareci¨® para ganar. En la recta se sali¨® de la primera calle, busc¨® un hueco entre sus rivales y avanz¨® como la caballer¨ªa. Venci¨®, se clasific¨® y no se desgast¨®. Higuero no gan¨® y se desgast¨® como un minero. Parece un juvenil despu¨¦s de tantos a?os. "Me agobian estas carreras", declar¨® mientras observaba los tiempos de las series siguientes. En la suya desarroll¨® el manual del p¨¦simo estratega. Se coloc¨® mal, reaccion¨® tarde a los movimientos de sus rivales, atac¨® cuando no deb¨ªa, gast¨® demasiada energ¨ªa, recorri¨® los metros que no le correspond¨ªan. Todo por una falta de agudeza que parece irremediable. O le sale una carrera a su medida -una de ritmo ligero y con poca tralla- o termina arrollado por la marejada. Fue octavo en su serie, ganada por el franc¨¦s Med¨ª Baala, que est¨¢ como un tiro.
Higuero tuvo que esperar el desenlace de las dos series siguientes. Hab¨ªa corrido mal, pero su tiempo era decente: 3m,37s. Le favoreci¨® la lentitud de la segunda serie, donde Casado demostr¨® que la pericia no est¨¢ re?ida con la inexperienca. Y en la tercera apareci¨® Reyes Est¨¦vez, que ha entrado en el crep¨²sculo de su carrera. Hace ocho a?os fue tercero en los Mundiales de Atenas. En 1999 alcanz¨® la misma posici¨®n en la supers¨®nica final de Sevilla. Desde entonces sus dificultades cada vez son mayores. Son las leyes del tiempo para un atleta que siempre ha dado la impresi¨®n de no exprimirse suficientemente. Atr¨¢s han quedado a?os que pudieron ser gloriosos y que terminaron entre pol¨¦micas y decepciones. Ahora su talento para el mediofondo est¨¢ re?ido con la evidencia de su declive.
Hasta donde le llegaron las reservas f¨ªsicas, Est¨¦vez fue impecable. Se coloc¨® perfectamente y ley¨® la carrera con precisi¨®n. Excepto un tropez¨®n, no tuvo ning¨²n problema. Pero cuando apareci¨® Ramzi como un trueno, Est¨¦vez no logr¨® cambiar de velocidad. Sigui¨® con su ritmo de crucero, m¨¢s evidente todav¨ªa frente al impresionante latigazo del atleta marroqu¨ª que defiende el pabell¨®n de Bahrein. A Ramzy no se le ocurri¨® otra cosa que tirarse el pliego. En lugar de seguir por la primera calle, tir¨® una diagonal hasta la s¨¦ptima, en una demostraci¨®n de insolencia muy mal admitida por el resto de atletas. El hombre se sobr¨® delante de los mediofondistas y de los espectadores. A Est¨¦vez le toc¨® verle desde atr¨¢s, entre dificultades que por poco le cuestan la clasificaci¨®n. Termin¨® cuarto y sin gasolina.
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