El hombre que pregunt¨® ?d¨®nde est¨¢ el presidente?
A Peter Jennings le nombraron conductor de los noticieros de televisi¨®n m¨¢s importantes de Estados Unidos cuando ten¨ªa 26 a?os y era un joven algo pomposo, con un ligero acento canadiense. Fue incapaz de competir con los grandes de aquel momento (Walter Cronkite o David Brinkley) y tuvo que abandonar la pelea. Despu¨¦s pens¨® que aquella hab¨ªa sido la mejor decisi¨®n de su vida: se qued¨® en la ABC y se convirti¨® en uno de sus mejores corresponsales en el extranjero. Cuando volvi¨® a Estados Unidos, en 1983, ya no hubo quien le discutiera la categor¨ªa de grande.
Jennings tuvo siempre, frente a Dan Rather y Tom Brokaw, un toque m¨¢s liberal y mundano. Cre¨ªa que los buenos periodistas no son los que transmiten seguridad a sus telespectadores. "No se trata de mandarles a la cama por la noche dici¨¦ndoles que est¨¢n seguros en sus casas, en sus comunidades o en su naci¨®n. Se trata de hacerles llegar una versi¨®n aproximada de lo que est¨¢ pasando". Cre¨ªa tambi¨¦n que los buenos periodistas son aqu¨¦llos capaces de resistir la enorme presi¨®n que desencadenan las cat¨¢strofes y de mantenerse firmes, precisamente en esos momentos, en sus principios profesionales. Y la verdad es que cuando lleg¨® el d¨ªa, el 11 de septiembre de 2001, y Estados Unidos se vio sometido al peor ataque de su historia, Peter Jennings demostr¨® que era un periodista capaz de practicar lo que cre¨ªa. Fue el ¨²nico gran conductor de un programa de televisi¨®n que en aquellas primeras horas se atrevi¨® a preguntar d¨®nde estaba el presidente de Estados Unidos. (George Bush fue transportado en avi¨®n a una base militar y "desapareci¨®" durante alg¨²n tiempo).
Su breve comentario profesional fue interpretado en la Casa Blanca y en muchos medios conservadores como una grave falta de patriotismo. Jennings y la ABC recibieron m¨¢s de 10.000 llamadas de protesta, amenazas e insultos y el periodista tuvo que hacer frente a una especie de linchamiento moral por "antiamericanismo". La virulenta reacci¨®n de los medios neocons le produjo una enorme amargura. Quiz¨¢s le llev¨® a solicitar en 2003 la nacionalidad estadounidense, para dejar constancia de su amor por su pa¨ªs de adopci¨®n. Pero no le hizo renegar de su pregunta ni de una actitud ligeramente esc¨¦ptica sobre la posterior guerra de Irak, que sigui¨® manteniendo hasta su retiro.
"No creo que nadie que vea mi programa pueda decir que est¨¢ inclinado a la izquierda o a la derecha. Simplemente mi trabajo consiste en cuestionar, en representaci¨®n del p¨²blico, el comportamiento del Gobierno".
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