"Nagasaki quiere ser la ¨²ltima ciudad que sufre un ataque nuclear"
Lleva 10 a?os al frente de Nagasaki y el esmero con que reconstruye el antiguo barrio holand¨¦s revela el inter¨¦s de Itcho Ito por dirigir una ciudad abierta y cosmopolita. Ito, de 59 a?os, naci¨® justo dos semanas despu¨¦s de que Estados Unidos lanzase, el 9 de agosto de 1945, sobre la ciudad una bomba at¨®mica de plutonio, con una potencia explosiva equivalente a 22.000 toneladas de trilita (la de Hiroshima, tres d¨ªas antes, equivali¨® a 15.000 toneladas), lo que redujo a cenizas todo lo que hab¨ªa en 2,5 kil¨®metros a la redonda.
Al final de 1945 hab¨ªan muerto en Nagasaki 74.000 personas y otras tantas quedaron condenadas de por vida a las consecuencias f¨ªsicas y mentales de un mal invisible, que no se sabe cu¨¢ndo ni c¨®mo atacar¨¢: la radiaci¨®n. Por ello, la obsesi¨®n de Ito es que "Nagasaki sea la ¨²ltima ciudad que sufre un ataque nuclear".
"La mayor¨ªa de la gente ha superado la rabia y el odio contra Estados Unidos"
Pregunta. ?Cu¨¢l es su principal preocupaci¨®n?
Respuesta. El envejecimiento de los supervivientes. Su media de edad es de 73 a?os, y cada a?o son menos. No nos enteramos de que se van y que nos quedamos sin sus experiencias personales. El 70% de la poblaci¨®n actual no ha sufrido ni la guerra ni las armas nucleares; por tanto, es importante pasar los testimonios de los hibakusha (supervivientes de la explosi¨®n nuclear) sobre la radiaci¨®n y sus mensajes contra las armas nucleares y la no proliferaci¨®n.
P. ?Afect¨® la explosi¨®n nuclear a su familia?
R. S¨ª, a mi padre. Yo nac¨ª el 23 de agosto de 1945. Mi madre se hab¨ªa ido al campo porque en Nagasaki no hab¨ªa comida ni buenas condiciones para el parto, pero mi padre se encontraba a 2,5 kil¨®metros del epicentro cuando estall¨® la bomba. No result¨® herido, aunque 19 a?os despu¨¦s le operaron de un tumor y muri¨® al a?o siguiente, a los 58. El c¨¢ncer y la leucemia hicieron estragos.
P. ?Considera que el mundo debe conocer mejor el sufrimiento de Nagasaki para impedir que vuelva a repetirse?
R. Nagasaki lleva 60 a?os clamando contra el horror nuclear y, pese a ello, hay en la actualidad m¨¢s de 30.000 bombas de plutonio como la que se lanz¨® sobre esta ciudad, pero con una potencia 10 veces mayor. Las bombas nucleares acaban con la vida de ni?os, mujeres y ancianos. Son bombas de destrucci¨®n masiva. Sus efectos est¨¢n patentes en la historia de Hiroshima y Nagasaki. Sus consecuencias deben ser conocidas por todos, y especialmente por los Estados que poseen estas armas.
P. ?Qu¨¦ representa para usted este 60? aniversario?
R. Es irritante y triste que el paso del tiempo diluya la lucha contra las armas nucleares que emprendieron los supervivientes. Nagasaki, los hibakusha y todos los pacifistas internacionales que acudieron a esta conmemoraci¨®n seguiremos manteniendo en alto la bandera contra la proliferaci¨®n nuclear. No nos rendiremos. La ciencia ha evolucionado, pero siguen sin conocerse los efectos definitivos de la radiaci¨®n. Queremos ser los ¨²ltimos que sufrimos el horror nuclear. Si no hubiera habido censura [impuesta por EE UU al ocupar Jap¨®n] y los periodistas hubieran podido informar del dolor que ve¨ªan, el temor a estas armas habr¨ªa impedido la proliferaci¨®n. Los Estados habr¨ªan entendido que vida humana y armas nucleares no pueden coexistir. Ahora que los medios han informado de sus efectos, las potencias nucleares, pese a que su estrategia sea dotarse de estas armas, no se atreven a utilizarlas porque saben el infierno que desatan.
P. ?Tienen las escuelas alg¨²n programa educativo especial sobre lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki?
R. S¨ª, tenemos un texto dedicado a estudiar el pacifismo, que se lee obligatoriamente en clase. Adem¨¢s, aunque agosto es periodo de vacaciones, todos los estudiantes acuden el d¨ªa 9 a las escuelas a rezar y renovar su compromiso con la paz.
P. EE UU tiene una importante base naval en la provincia de Nagasaki, muy cerca de su ciudad ?Qu¨¦ opina al respecto?
R. Por supuesto, ser¨ªa mejor no tener ninguna base en Nagasaki, pero est¨¢ instalada por el Acuerdo de Seguridad entre EE UU y Jap¨®n y no podemos cerrarla. Mi objetivo es, mientras se siga la lucha por la abolici¨®n global, conseguir que el noreste de Asia, incluida la pen¨ªnsula de Corea, se convierta en una zona libre de armamento nuclear. Si lo logramos, Jap¨®n podr¨¢ salirse del paraguas nuclear estadounidense y podr¨¢ modificar el Acuerdo de Seguridad.
P. ?Ha asumido Nagasaki que fue bombardeada sin ser el objetivo, sino simplemente por no abortar la operaci¨®n?
R. Los estadounidenses son los primeros en quedarse espantados cuando oyen la verdad sobre el bombardeo de Nagasaki que, despu¨¦s de 60 a?os, se conoce con precisi¨®n. Nagasaki nunca figur¨® entre las ciudades elegidas por Washington para lanzar sus bombas at¨®micas. ?sas fueron Hiroshima, Kioto, N¨ªgata y Kokura. El proyecto Manhattan ten¨ªa previsto lanzar la segunda bomba sobre una zona muy densamente poblada, y fue s¨®lo la inclemencia meteorol¨®gica la que coloc¨® a Nagasaki en el punto de mira del avi¨®n. Hab¨ªan acertado con el objetivo de Hiroshima, pero la segunda bomba, despu¨¦s de tres vueltas sobre Kokura -sin ver la ciudad- no sab¨ªan d¨®nde lanzarla. El avi¨®n se estaba quedando sin combustible. Un peque?o claro entre la nubosidad les permiti¨® ver Nagasaki y dejarla marcada para siempre.
P. ?Cree que Nagasaki ha perdonado a Estados Unidos?
R. EE UU dijo que utiliz¨® armas nucleares para minimizar el sufrimiento del mundo, pero en Hiroshima lanzaron una bomba de uranio y aqu¨ª una de plutonio. Mucha gente en Nagasaki piensa que EE UU experiment¨® con ellos, aunque la mayor¨ªa ha superado la rabia y el odio.
70.000 muertos en tres segundos
Nagasaki conmemor¨® ayer el 60? aniversario de la segunda bomba at¨®mica lanzada por Estados Unidos, que acab¨® en tres segundos con la vida de 70.000 personas. Cientos de palomas surcaron el cielo del Parque de la Paz cuando el alcalde, Itcho Ito, declar¨® solemnemente el compromiso de la ciudad "a no abandonar nunca los esfuerzos por la eliminaci¨®n de las armas nucleares y el establecimiento de una paz duradera en el mundo".
Miles de supervivientes, pacifistas llegados de todo el mundo no pudieron acceder a la ceremonia. Fat Man (hombre gordo, como los estadounidenses llamaron a esta bomba de plutonio) fue lanzada sobre un suburbio de Nagasaki, en la ladera de una colina. El parque conmemorativo levantado sobre el epicentro tiene una capacidad reducida.
Con los 2.748 supervivientes fallecidos el a?o pasado, las v¨ªctimas del bombardeo de Nagasaki son 137.339. Quedan vivos 48.901 afectados, los ¨²ltimos testigos de la tragedia. En su nombre, Fumie Sakamoto, vestida con un quimono morado y negro, narr¨® su experiencia personal del horror de aquel d¨ªa y del "largo y doloroso camino" seguido desde entonces. Sakamoto reiter¨® que no quiere que nadie, nunca m¨¢s, vuelva a pasar por semejante trance.
Antes del acto, la reconstruida catedral de Urakami, que en 1945 era la mayor iglesia cat¨®lica de Extremo Oriente y fue reducida a escombros, celebr¨® una misa en recuerdo de los fieles muertos aquella ma?ana, cuando a las 11.02 (siete horas menos en la Espa?a peninsular) el B-29 lanz¨® sobre Nagasaki la bomba destinada a la ciudad de Kokura.
Portugueses y espa?oles esparcieron en el siglo XVI el catolicismo en Nagasaki, que prendi¨® con tanta fe que fue prohibido por temor a que se extendiera por todo el pa¨ªs.
El primer ministro, Junichiro Koizumi, cuya asistencia no estaba confirmada, pronunci¨® unas breves palabras en las que destac¨® que Jap¨®n luchar¨¢ por la abolici¨®n de las armas nucleares. Defensor de EE UU, Koizumi, que el lunes convoc¨® elecciones anticipadas para el 11 de septiembre, escuch¨® las cr¨ªticas a Washington del alcalde y de otras autoridades locales. Ito invit¨® a la ceremonia a todos los embajadores de los pa¨ªses con arsenales nucleares, pero no asisti¨® ninguno. S¨®lo Rusia envi¨® al n¨²mero dos de su representaci¨®n.
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