Costillas: el fil¨®sofo indolente
El cerdo tiene su poes¨ªa. Dir¨ªa m¨¢s: el cerdo tiene muchas poes¨ªas; se las dedican sus enamorados, que son un n¨²mero incalculable. Desde EEUU, poetisa como Anne Sexton le declamaba: Oh t¨², m¨¢quina de tocino marr¨®n, / cu¨¢n dulcemente yaces, / engordando una libra y media por d¨ªa, / ......
O en Colombia, donde Rogelio Echavarr¨ªa le susurra: El cerdo entra en el poema / como una ofensa / pero nadie sabe que / el cerdo tambi¨¦n reza. / Al final del verano / cuando las golondrinas / arrastran el paraca¨ªdas / de la lluvia / el cerdo se sale de si: / De vueltas salta grita / aplaude al universo.
Otros, como el famoso gastr¨®nomo Grimod de la Reyni¨¨re, le citaba en prosa con sentimiento po¨¦tico: El cerdo es un animal enciclop¨¦dico.
El cerdo en invierno como en verano, fresco o curado, salado, embutido, conservado...
No es que el animal re¨²na todos los saberes, ni siquiera los sabores, pero es cierto que en ¨¦l se dan cita y conjunci¨®n muchas de las culturas, que lo han amado o despreciado -siempre por motivos ideol¨®gicos- pero a las que no ha dejado indiferentes.
La raz¨®n de los apasionamientos -po¨¦ticos, culturales o gastron¨®micos- tiene que ver con su condici¨®n de t¨®tem familiar para la subsistencia; en que la memoria hist¨®rica de los individuos -tanto si existe por si misma, como si se reaviva con relatos ancestrales- debe identificarlo con los momentos alegres en la vida familiar o comunal.
?ste es el lugar de donde se aprovisionaban de grasas y prote¨ªnas animales la mayor parte de los individuos, tanto en invierno como en verano, en fresco o en curado, salado, embutido, conservado, y por donde camina una parte importante de sus or¨ªgenes gastron¨®micos.
No es necesario desglosar, en una casi infinita lista, los productos que del cerdo se obtienen ya que es de todos conocida, pero podr¨ªamos, en una suerte de gran reparto, nombrar aquellos que son o se han convertido en lujo y los que perviven en la econom¨ªa dom¨¦stica.
Entre ¨¦stos ¨²ltimos encontramos a las costillas que, la mayor parte de las veces sin curaci¨®n previa, sirven para dar sabor a los elementos que acompa?an, dot¨¢ndoles adem¨¢s -en cantidades moderadas, y por tanto econ¨®micas y digeribles- de las carnes y grasas necesarias para que las harinas, las patatas, las f¨¦culas y los arroces que de ordinario han de perfumar se transformen en excipientes de primer nivel.
Como, despu¨¦s de esta virtud, no iba un poeta como Charles Moncelet a decir de ¨¦l: ?Fil¨®sofo indolente, que come y que se come!
D¨®nde comerlo
Restaurante Segaria.
Direcci¨®n: Hotel D¨¦nia Marriott. Carretera D¨¦nia-X¨¤bia por el interior (Jes¨²s Pobre). Tel¨¦fono: 966 46 91 99.
Restaurante Arrop.
Direcci¨®n: Calle de Joan Ribera, 20. Gandia (Valencia). Tel¨¦fono: 96 295 07 68
C¨®mo hacerlo. Arroz meloso con costillas
- INGREDIENTES
400 gramos de arroz
? kilogramo de costillas de cerdo
? cebolla
2 dientes de ajo
? kilogramo de setas
Tomates, pelados, picados y sin semillas
Piment¨®n
Aceite de oliva
1 puerro
100 gramos de esp¨¢rragos verdes y otros 100 de br¨®coli
Cebollino
- PREPARACION
En una cacerola se pone aceite hasta cubrir el fondo y se a?aden los ajos, la cebolla, el puerro picado, el piment¨®n, el tomate y las costillas por ese orden. Fritas ya, se echa un chorrito de Jerez, que debe evaporarse, sal y agua y lo hervimos 30 minutos. Colamos el caldo y lo reservamos.
En otra cacerola, de barro, sofre¨ªmos ajo, las setas, tomate y el arroz. Despu¨¦s lo mojamos con el caldo anterior, hirviendo y en doble proporci¨®n que el arroz, y dejamos cocer durante 20 minutos.
A los diez minutos de empezar la cocci¨®n a?adimos el br¨®coli, las setas y los esp¨¢rragos debidamente troceados, y al final el cebollino.
Conviene dejarlo muy jugoso.
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