Corrupci¨®n y reforma
El ¨²ltimo informe de la larga investigaci¨®n sobre el programa iraqu¨ª de la ONU Petr¨®leo por Alimentos proporciona la evidencia m¨¢s cruda hasta el momento de falta de control y corrupci¨®n en altos escalones de Naciones Unidas. En ¨¦l se establece que el que fuera jefe del programa, Benon Sevan, se benefici¨® de sobornos del r¨¦gimen de Sadam Husein. Sevan, que ha dimitido, estaba en el punto de mira desde poco despu¨¦s de la invasi¨®n del pa¨ªs ¨¢rabe por EE UU en 2003. Ahora, como entonces, niega su culpabilidad, lo que no ha impedido a la comisi¨®n investigadora que encabeza Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal, solicitar a Kofi Annan el levantamiento de su inmunidad.
Las nuevas averiguaciones llegan en el peor momento, cuando la ONU se apresta a debatir, en septiembre, su reforma interna: el mismo mes en que est¨¢ prevista la siguiente entrega del informe Volcker, que debe explicar el papel de Kofi Annan -si lo tiene-, y sobre todo las conexiones de su hijo Kojo y su estrecha relaci¨®n con una firma suiza, Cotecna, que se benefici¨® de un jugoso contrato. Ya en marzo, la comisi¨®n acusaba a Kojo de haber ocultado la duraci¨®n e intensidad de su v¨ªnculo profesional con la empresa helv¨¦tica.
Es un secreto a voces que la ONU necesita una profunda reorganizaci¨®n que la haga m¨¢s transparente y mucho m¨¢s eficaz. Aunque su secretario general salga indemne de la investigaci¨®n Petr¨®leo por Alimentos, el trabajo de la comisi¨®n ya ha puesto de manifiesto serios fallos en el bienintencionado programa establecido en 1996 y que manej¨® 65.000 millones de d¨®lares. Contra la magnitud de esta cifra, sorprende casi tanto la irrelevancia comparativa de lo percibido por Sevan y otro funcionario de la ONU, Aleksandr Yakovlev, detenido, como que Sadam fuera capaz de manejar en su provecho -se calculan unos dos mil millones de d¨®lares en ingresos ilegales- el complejo mecanismo ideado por Naciones Unidas para mejorar la suerte de los iraqu¨ªes.
Pero una cosa es la inexcusable honradez en las actividades de la ONU y otra la explotaci¨®n por su miembro m¨¢s poderoso de unas lagunas evidentes. El nombramiento por Bush del abrasivo John Bolton como nuevo embajador en Nueva York anticipa en este sentido momentos inquietantes. Washington no puede, como pretende, situarse al margen de las corruptelas del programa iraqu¨ª, entre otros motivos porque formaba parte del comit¨¦ de sanciones que lo administraba y aprobaba cada uno de sus contratos. Tampoco puede envanecerse especialmente de su propio fondo de desarrollo para Irak, establecido tras la invasi¨®n del pa¨ªs ¨¢rabe, que ha asignado contratos petrol¨ªferos virtualmente a dedo. Mejor ser¨ªa deslindar desde ya las reformas imprescindibles en la ONU de los intereses de Bush por poner firme a una organizaci¨®n que bajo Kofi Annan se neg¨® a convalidar la guerra de Irak.
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