El rompecabezas del fraude del petr¨®leo
Los auditores del programa de la ONU analizan la actuaci¨®n de 4.500 empresas durante el r¨¦gimen de Sadam Husein
La investigaci¨®n del fraude en el programa Petr¨®leo por Alimentos en Irak sigue enredada y va m¨¢s all¨¢ de los casos de corrupci¨®n protagonizados esta semana por el ex director del plan de ayuda humanitaria, Benon Sevan, y uno de los funcionarios responsables de supervisar los contratos, Alexander Yakovlev. El equipo que dirige Paul Volcker debe aclarar a¨²n el presunto caso de conflicto de inter¨¦s que afecta al secretario general de la ONU, Kofi Annan, el papel del Consejo de Seguridad al aplicar las sanciones al r¨¦gimen de Sadam Husein y la conducta de las 4.500 contratas.
Paul Volcker -ex presidente de la Reserva Federal de EE UU- lleva enfrascado en la investigaci¨®n desde abril de 2004, cuando el Consejo de Seguridad le encarg¨® determinar cu¨¢nto hab¨ªa calado el fraude petrolero en los cimientos de la ONU. En paralelo, el Congreso de EE UU realiza su propio examen, mientras el ala m¨¢s conservadora inici¨® una campa?a de acoso y derribo contra la figura de Annan. La ONU cont¨® siempre con la posibilidad de que se destaparan corruptelas internas, pero dijo que ser¨ªan "menores" comparadas con lo que pas¨® fuera de los despachos del organismo.
La filosof¨ªa del programa, a pesar del esc¨¢ndalo, no la pone nadie en duda. Era un instrumento que permit¨ªa hincar el diente de las sanciones contra el r¨¦gimen de Sadam tras la invasi¨®n de Kuwait, pero sin hacer da?o a la poblaci¨®n inocente. Fue el mayor plan de ayuda creado por la ONU, dotado con 64.178 millones de d¨®lares. El mecanismo era simple: se trataba de tomar ventaja de los recursos petroleros de Irak a cambio del suministro de una amplia variedad de productos civiles -alimentos, medicinas, equipamiento deportivos y art¨ªculos industriales-.
La mayor parte de los recursos se destinaron a las labores de asistencia humanitaria (42.700 millones) y a la reconstrucci¨®n tras la guerra del Golfo (18.600 millones), y sirvi¨® para financiar el programa de inspecciones de armas de la ONU (500 millones) y cubrir costes administrativos (1.100 millones). El programa dej¨® de operar tras la segunda invasi¨®n de Irak en marzo de 2003 y se liquid¨® con 8.000 millones sin utilizar, cantidad que fue transferida al Fondo de Desarrollo para Irak.
La ayuda internacional que se canaliz¨® a trav¨¦s del pol¨¦mico programa de la ONU lleg¨® as¨ª a 27 millones de iraqu¨ªes, lo que permiti¨® reducir los casos de malnutrici¨®n a la mitad y mejor¨® la asistencia sanitaria en hospitales del Centro y Sur del pa¨ªs, que contaron con medicinas contra el c¨®lera, la malaria, la meningitis o la tuberculosis. El dise?o del programa, sin embargo, no era perfecto y estuvo influenciado por intereses pol¨ªticos opuestos, lo que permiti¨® a Bagdad aprovechar la situaci¨®n y sacar tajada.
El r¨¦gimen de Sadam era al final el que decid¨ªa con qui¨¦n quer¨ªa comerciar su petr¨®leo. Por eso no extra?a que fueran firmas rusas, pero tambi¨¦n francesas y chinas, las que m¨¢s se beneficiaron del programa humanitario. Husein fue capaz de crear, en paralelo, una trama clandestina de contrabandistas y criminales que le permiti¨® esquivar el r¨¦gimen de sanciones conforme se iba abriendo el pu?o y ampliando las listas de productos permitidos.
A partir de esto, Volcker delimita en dos ¨¢reas su compleja investigaci¨®n del fraude. Por un lado, examina el grado de corrupci¨®n interna de la ONU. Por otro, intenta establecer la implicaci¨®n de los diferentes pa¨ªses en la red il¨ªcita creada por Sadam bajo el escudo del programa humanitario de la ONU. La primera parte est¨¢ pr¨¢cticamente concluida con la publicaci¨®n de tres informes internos, que se centraron en lo que pas¨® puertas adentro en la ONU y que confirman irregularidades en el sistema de concesi¨®n de los contratos, que, como indica el propio Volcker, estaba "manchado" y sujeto a "consideraciones pol¨ªticas" que impidieron que no se aplicaran las reglas.
Ya han ca¨ªdo las primeras cabezas, como la del que fuera el director del programa, el chipriota Benon Sevan, acusado de haber recibido sobornos de una contrata egipcia por valor de 147.200 d¨®lares. El otro implicado es el ruso Alexander Yakovlev, que facilit¨® informaci¨®n confidencial sobre los concursos a cambio de sobornos y fue detenido el lunes despu¨¦s de que se le retirara la inmunidad. Y puede haber m¨¢s funcionarios en la lista, como advierte Volcker.
Queda, adem¨¢s, pendiente el caso que afecta a Kofi Annan. Volcker se vio obligado a reabrir su expediente -cerrado en febrero- despu¨¦s de que nuevos documentos desvelaran que Annan mantuvo encuentros con ejecutivos de Cotecna, la empresa de inspecciones suiza para la que trabaj¨® su hijo, Kojo, y que se hizo despu¨¦s con un contrato del programa.
Volcker tiene previsto publicar en septiembre, con casi medio a?o de retraso, un cuarto informe -que se considera definitivo- sobre el papel que jug¨® este exclusivo ¨®rgano.
Habr¨¢ adem¨¢s un quinto documento sobre la actuaci¨®n de las 4.500 contratas que participaron en el programa. El comit¨¦ de investigaci¨®n no da detalles sobre estos dos expedientes, pero ya ha dicho que la mitad de las empresas que operaron en el mecanismo de ayuda violaron las reglas pagando sobornos, cobrando comisiones ilegales o elevando el precio de los productos fijado por la ONU.
Annan, que mantiene su inocencia, dijo, tras recibir el tercer informe interino de Volcker, que la ONU actuar¨¢ con vigor para asegurarse de que no habr¨¢ "nuevas manzanas podridas" en el departamento de adquisiciones. Pero como se insiste desde la Secretar¨ªa General de la ONU, el contrabando de petr¨®leo estaba fuera de control y se afirma que la violaci¨®n de las sanciones era conocida por los pa¨ªses del Consejo de Seguridad, incluido EE UU.

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