Karmen contra Carmen
Goran Bregovic y su Banda de Bodas y Funerales protagoniz¨® en Peralada el estreno en Espa?a de Karmen, con final feliz, un pol¨¦mico espect¨¢culo que hoy se podr¨¢ escuchar en el Festival de Santander y que reelabora, en clave gitana, la c¨¦lebre ¨®pera Carmen de Georges Bizet. A partir del viejo truco del teatro dentro del teatro y del personaje que investiga a otro personaje y acaba reviviendo su historia, Bregovic desmonta y vuelve a montar la vieja historia de Carmen la cigarrera. La m¨²sica, interpretada por una banda de metales furibundos y un percusionista que aporrea como un poseso, estuvo amplificada por un sordo y no tiene casi nada que ver con la de la ¨®pera de Bizet. La m¨²sica es elemental, ¨¢spera, cruda, sin pulir, una charanga continua que hizo las delicias de los refinados degustadores de los discos de Goran Bregovic y su banda gitana.
El montaje, que presenta momentos estelares como el tr¨ªo de putas cantando "el mundo es una vaca que hay que orde?ar", con acompa?amiento percusivo de tapaderas de cubo de basura, en lo dram¨¢tico es totalmente na?f, tiene la sutileza de un garrotazo, esc¨¦nicamente resulta de una cutrez sonrojante y el texto es de una elementalidad de culebr¨®n venezolano hasta que caes en la cuenta de que ¨¦ste es exactamente el juego que propone el astuto Bregovic: lo cutre, lo na?f, parece sincero, lo sincero, aut¨¦ntico, y lo aut¨¦ntico, intenso.
Bregovic, sin embargo, comete en su Karmen algunos errores de bulto que hipotecan gravemente la obra, el primero es pensar que Carmen es un mito de origen gitano y abundar por ah¨ª, cuando en realidad es un mito er¨®tico: el magn¨ªfico resultado de la mente calenturienta del funcionario Prosper M¨¦rim¨¦e, que plasm¨® sus fantas¨ªas er¨®ticas en un personaje que le desborda y que hace gitano y no franc¨¦s porque las se?oras francesas, aunque leyeran a escondidas Madame Bovary, oficialmente s¨®lo aspiraban a matrimonios pasablemente aburridos. Pretender acceder a la gitaner¨ªa a trav¨¦s de Carmen es como intentar aprender cultura japonesa escuchando Madama Butterfly.
El segundo error es intentar descubrirnos a fuerza de repetir en el texto "follar" y "joder" que el motor de Carmen es el sexo. Eso, querido, ya lo sab¨ªamos. Pero la diferencia entre un culo pintado en la puerta de un lavabo y la Venus de Tiziano se llama arte y no depende del culo sino del artista. El tercero es pensar, tal como afirma en el programa de mano, que los z¨ªngaros en la ¨¦poca de Bizet "ser¨ªan como los cowboys europeos, con una rom¨¢ntica capacidad de inadaptaci¨®n". El romanticismo es un fen¨®meno burgu¨¦s que nunca toc¨® a los z¨ªngaros ni de lejos. Hablar de "rom¨¢ntica capacidad de inadaptaci¨®n" es tan insensato como decir que los que cruzan el Estrecho en patera lo hacen por amor al mar.
Y, sin embargo, a pesar de todos estos errores y en medio de un ruido ensordecedor, por momentos se tiene la sensaci¨®n de que Bregovic toca con inusitada intensidad el misterioso y verdadero n¨²cleo dram¨¢tico de la poderosa historia de Carmen, que no es ni lo gitano ni el sexo, sino la muerte y entonces, durante un momento, todo funciona y encaja. En resumen, para bien, por inmediata, intensa, espont¨¢nea y antiacademicista, y para mal, por zafia, simplista, reduccionista y burda, esa Karmen, con final feliz es a la Carmen de Bizet lo que una pintada en una pared suburbial es a un cuadro colgado en el Museo del Prado.
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