Posesi¨®n infernal
Casi lo primero que aprendemos a decir en nuestras ni?eces es "m¨ªo".
Parece que ya nacemos con el instinto de posesi¨®n entre las manos. Yo cre¨ªa que nuestro af¨¢n por poseer nos ven¨ªa del Estado de bienestar, o del American Style of Life, que en espa?ol quiere decir que los de Estados Unidos son muy consumistas, exportan esta afici¨®n, las cosas nos las venden ellos y as¨ª todo queda en casa. O que ven¨ªa de la alegr¨ªa con que los bancos nos regalan hipotecas, y que nosotros, por no hacer un desaire, dec¨ªamos por eso "veenga, vaale, d¨¦me otra". Pero no, los bancos son buenos, y no nos lavan el cerebro a trav¨¦s de personas poderosas ni nada. Un d¨ªa, un muchacho de unos veinte a?os me cont¨® que estaba harto de currar, pero que, claro, tendr¨ªa que pagar la hipoteca del piso y el coche, y que, como pensaba tener dos hijos, dentro de unos diez a?os tendr¨ªa que comprar otra casa m¨¢s para dejarles un piso a cada uno, qu¨¦ menos, aunque la segunda igual era un chal¨¦ en la playa, que acarrea m¨¢s gastos como barco, motos.... Yo me preocup¨¦, y m¨¢s cuando me dijo que todav¨ªa no ten¨ªa ni novia (otra posesi¨®n), y pens¨¦: "A este le han sorbido el seso los que regalan dinero". Pero me jur¨® que nunca hab¨ªa entrado en un banco. Ser¨¢ que ten¨ªa tarjeta. Pero no, es la posesi¨®n por la posesi¨®n. Y dicen que, porque cuando acabamos de nacer no vemos bien que, si no, ser¨ªamos capaces de adue?arnos de la placenta y venderla para comprarnos algo.
El cuerpo es nuestra ¨²nica posesi¨®n palpable y, curiosamente, la que m¨¢s verg¨¹enza nos da
Podemos hablar sobre la posesi¨®n infernal propiamente dicha, pero poco podemos decir. Entre otras cosas, porque hace ya rato que acab¨® el curso escolar, y los sacerdotes que se matricularon en aquellos cursillos cecece del Vaticano para ser los exorcistas del presente y, de paso, centro de sus reuniones de amigos, no nos han dado las notas. No sabemos si han aprobado o no, ni c¨®mo van las posesiones infernales por el mundo. Un misterio, como el de por qu¨¦ hay muchos m¨¢s endemoniados en el Levante espa?ol o en Almansa que en otras zonas de la Pen¨ªnsula. Ser¨¢ que, como tienen la playa cerca, no se hipotecan para poseer chal¨¦ en la playa, sino un infierno interno. Oye, eligen.
En realidad, yo creo que lo ¨²nico que de verdad poseemos es el cuerpo, y el alma (en caso de que a¨²n no se la hayamos vendido a Sat¨¢n a cambio de unos millones). El cuerpo es nuestra ¨²nica posesi¨®n palpable y, curiosamente, la que m¨¢s verg¨¹enza nos da. Mucha gente se lo cambiar¨ªa por cualquier otro con los ojos cerrados. Y otra mucha, se lo cambia hasta hipotecarse, aunque no le haga falta. Que sin dar nombres, yo pienso lo que la Tiajuana, que si te han elegido la m¨¢s guapa de Espa?a, ?para qu¨¦ te implantas dos kilos en cada teta, si ya las ten¨ªas como dos soles, chiquilla? Poseemos para vacilar con los amigos.
Refresco del d¨ªa: acordarnos de aquella preciosa an¨¦cdota, atribuida a un tal Di¨®genes, que tan poco necesitaba que viv¨ªa en un tonel. Un se?or poderoso le ofreci¨® lo que ¨¦l m¨¢s ansiara, ¨¦l se lo dar¨ªa, y el Di¨®genes le pidi¨® s¨®lo una cosa: que se apartara, por favor, que le estaba tapando el sol, gracias. No sabemos si Di¨®genes viv¨ªa as¨ª porque le hab¨ªan echado de un casino de tebeo, pero lo que s¨ª podemos decir es que el t¨ªo era m¨¢s chulo que un ochenta y ocho.
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