Fotoperiodistas
Desde hace no pocos a?os viene oy¨¦ndose en c¨ªrculos fotogr¨¢ficos que el fotoperiodismo est¨¢ en decadencia. Se recurre a la comparaci¨®n de los autores cl¨¢sicos de los a?os cincuenta y sesenta del siglo pasado con los reporteros que se baten el pellejo en la actualidad. De aquellos s¨®lo se escuchan maravillas a prop¨®sito de sus composiciones, de la complejidad de sus relatos gr¨¢ficos o de su marcado esp¨ªritu humanista. A los de hoy d¨ªa, con mucha ligereza, se les tilda sin razones muy claras de fr¨ªvolos, barulleros, intrusos de la vida privada o de excesiva preocupaci¨®n por el dinero, poco inter¨¦s por mejorar la calidad de su trabajo y, por supuesto, carencia absoluta de compromiso social como las grandes figuras que les precedieron.
Quienes defienden estos planteamientos ven en la expansi¨®n masiva de la televisi¨®n parte de sus razones. Otorgan a este medio un poder omn¨ªmodo sobre la imagen informativa, algo capaz de condicionar el trabajo de los fotoperiodistas en activo de tal manera que les vac¨ªa de las nobles esencias esgrimidas por sus antecesores.
No obstante, estos postulados se tambalean cuando vemos el World Press Photo, las acciones de Reporteros sin Fronteras, Photopress en Espa?a o se acude al festival de fotoperiodismo que se celebra anualmente en Perpignan (Francia). Dentro de las publicaciones que nos dejan estos eventos, dejando romanticismos y recuerdos melanc¨®licos aparte, encontramos trabajos equiparables, cuando no mejores, a los realizados por respetadas figuras m¨ªticas como Robert Capa, Eugene Smith o Robert Doisneau, por se?alar tres nombres conocidos.
Un ejemplo de estos valores actuales lo encontramos estos d¨ªas en las salas Boulevard de San Sebasti¨¢n. Se trata de la exposici¨®n Im¨¢genes del mundo en tiempo real, montada sobre fotograf¨ªas tomadas por distintos reporteros de la agencia Reuters. En la misma podemos encontrar todo tipo de g¨¦neros y de temas, desde los m¨¢s chocantes impactos de actualidad producidos por la guerra hasta las supermodelos de la moda pase¨¢ndose por una pasarela.
Tampoco faltan dram¨¢ticos testimonios del fen¨®meno de la inmigraci¨®n africana, sobre la inconsciencia de los ni?os iraqu¨ªes refresc¨¢ndose en aguas contaminadas en las cercan¨ªas de una central nuclear, del interminable conflicto palestino-israel¨ª y otras fotograf¨ªas relacionadas con el deportes u otros asuntos de sabor m¨¢s cotidiano. Son im¨¢genes que podemos contemplar con sosiego, leerlas con toda precisi¨®n en su magnitud ic¨®nica y emotiva, incluso hacerlas un lugar no perecedero nuestra memoria, muy al contrario de los muchos y evanescentes destellos televisivos que se pasean ante nuestros ojos a m¨¢s de ochenta mil fotogramas por hora.
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