Alianza de civilizaciones
Durante d¨¦cadas, la tan cacareada comunidad internacional ha sido incapaz de ponerse de acuerdo sobre una definici¨®n de terrorismo. Kofi Annan nos recuerda que la ONU ha sido clave para ayudar a los Estados a negociar y a aprobar 12 convenciones contra el terrorismo, pero no ha podido adoptar una convenci¨®n global que ilegalice el terrorismo en todas sus formas a causa de las diferencias sobre el "terrorismo de Estado" y el derecho de resistencia contra la ocupaci¨®n. El secretario general afirma que es hora de marginar esos debates. Dice que el uso de la fuerza a cargo de los Estados est¨¢ ya plenamente regulado por el derecho internacional y que el derecho a resistir la ocupaci¨®n tiene que ser entendido en su aut¨¦ntico significado. Esto es, no puede incluir el derecho a matar o mutilar a civiles deliberadamente. Por eso, en¨¦rgicamente sostiene que durante la pr¨®xima sesi¨®n de Naciones Unidas en septiembre, "los dirigentes mundiales tienen que unirse para apoyar una definici¨®n de terrorismo que aclare m¨¢s all¨¢ de toda duda que atacar a civiles o no combatientes nunca es aceptable".
Resulta obvio que el catalizador de esta movida no ha sido el terrorismo de ETA o del IRA, o el terrorismo de Estado israel¨ª, sino la magnitud y repercusi¨®n logrados por el terrorismo suicida de extremistas palestinos contra civiles israel¨ªes y, en los ¨²ltimos a?os, el de Al Qaeda. Territorialmente, en otra sui g¨¦neris forma de terrorismo de Estado, el representado por Al Qaeda y los talibanes se hab¨ªa asentado en Afganist¨¢n a fines de los a?os noventa, pa¨ªs que tras el 11-9-2001 se gan¨® a pulso la invasi¨®n norteamericana, sancionada por Naciones Unidas. El absoluto desprecio por la legalidad internacional y el terrorismo civil contra su propio pueblo que ejercieron los talibanes concit¨® contra ellos la unanimidad, algo que, evidentemente, no se logr¨® en Irak. Al Qaeda y el terrorismo est¨¢n presentes ahora en Irak a causa, precisamente, de la invasi¨®n norteamericana, algo que mantiene hasta Douglas Hurd, ex ministro de Asuntos Exteriores conservador del Reino Unido.
Sin embargo, que se pueda llegar a un acuerdo universal sobre el concepto terrorismo depender¨¢ en gran medida de dos factores principales. Uno: que simult¨¢neamente se logre un consenso sobre el sentido, significado, razones y causas de las acciones violentas que no constituyen terrorismo, es decir, las no dirigidas contra civiles, sino, por ejemplo, contra un ej¨¦rcito de ocupaci¨®n que, adem¨¢s y dicho sea de paso, ejerce ¨¦l mismo, cuando menos espor¨¢dicamente, violencia contra civiles. Dos: que la recurrente comunidad internacional, pero en especial los poderosos de la misma, se comprometan definitiva y decididamente a poner todos los medios para evitar que los terroristas de verdad logren sumar miles (o al paso que vamos, millones) de adeptos en un caldo de cultivo extraordinariamente f¨¦rtil a causa de la frustraci¨®n, el resentimiento, el odio y el af¨¢n de venganza de los condenados de la tierra. Sentimientos bien arraigados a causa de la violencia y la humillaci¨®n contra ellos ejercidas durante d¨¦cadas.
Y ello s¨®lo es posible llevarlo a cabo mediante una acci¨®n concertada que -inspirada por el respeto a la dignidad de los dem¨¢s y el sentido com¨²n pol¨ªtico- se decida a luchar eficazmente contra el hambre y el subdesarrollo que deshacen vidas y sociedades y consolidan (no digo crean) la v¨ªa del terror. S¨ª, se?or Rajoy, aunque a usted le parezca ins¨®lito, la miseria y el subdesarrollo son parte del problema y, adobadas por el odio y la humillaci¨®n, constituyen una receta explosiva a disposici¨®n de quien se halla en situaci¨®n propicia de servirse de ella. Desahogarse, como usted hizo, con un "ya me dir¨¢ usted qu¨¦ mar de injusticia universal tienen los se?ores de ETA para hacer lo que vienen haciendo en Espa?a a lo largo de 30 a?os", resalta precisamente la falacia e inconsistencia de su jefe, el ex presidente Aznar, empe?ado en que terrorismo no hay m¨¢s que uno. Obviamente, hay varios. De naturaleza diversa y con causas y pretextos distintos. No son iguales el de ETA o IRA que el de Al Qaeda o determinadas organizaciones chechenas. Ni tampoco el que acabar¨¢ apareciendo en ?frica negra como no nos demos prisa. Mire usted por d¨®nde, el primer ministro brit¨¢nico -que acaba de endosar el proyecto civilizatorio del presidente espa?ol que tan mal les cae a ustedes- est¨¢ obsesionado por el mar de injusticia universal que agobia a ?frica y comenzando a dar pasos en esa direcci¨®n.
Decir, como dijo el se?or Rajoy pocas horas antes del encuentro londinense Blair-Zapatero, que la alianza de civilizaciones es una f¨®rmula para "buscarle razones y justificaciones al terrorismo, que es tanto como echarle la culpa del terrorismo a las democracias occidentales", es, aparte de una inoportuna ocurrencia para hacer el rid¨ªculo, un dislate que se comenta por s¨ª mismo.
Hace casi un a?o -poco despu¨¦s de que Rodr¨ªguez Zapatero presentara su propuesta ante la Asamblea General de Naciones Unidas-, y haciendo m¨ªa la hermosa expresi¨®n de uno de nuestros poetas, escrib¨ª que la alianza de civilizaciones era un arma cargada de futuro (La revoluci¨®n ut¨®pica de Zapatero, EL PA?S, 19-10-04). Algunos "l¨ªderes de opini¨®n", seg¨²n todas las apariencias sin haberlo le¨ªdo, dedicaron al discurso del presidente simplezas o insultos. Entre otras lindezas, fue calificado de "sarta de sandeces", o despachado as¨ª: "Zapatero dijo que la soluci¨®n al terrorismo depende de la averiguaci¨®n de sus causas", cuando oportuna, sencilla y llanamente, en septiembre de 2004, el presidente dijo en Nueva York esto: "El terrorismo no tiene justificaci¨®n..., pero se deben conocer sus ra¨ªces, se debe pensar racionalmente c¨®mo se produce, c¨®mo crece, para combatirlo racionalmente".
Me temo que a pesar del sost¨¦n brindado al proyecto el pasado 27 de julio por Tony Blair, algunos de los que hasta ahora, fuera de los c¨ªrculos socialistas, parec¨ªan ser cuasi-¨ªntimos del premier londinense, seguir¨¢n denostando la idea. Se trata de los mismos que hace casi un a?o dijeron que "Zapatero ha ido a Nueva York con una visi¨®n irreal del mundo y un criterio insostenible sobre el terrorismo internacional islamista". Ese "criterio insostenible" es hoy sostenido por el primer ministro de Gran Breta?a, por el de Turqu¨ªa y por otros varios, y lo que es m¨¢s importante, crecientemente por la opini¨®n p¨²blica de diversos pa¨ªses, que entienden perfectamente que "el mar de injusticia universal" algo tiene que ver con el tema que nos ocupa y que comparten, mal que les pese a algunos, esta afirmaci¨®n de Zapatero en la ONU: "La correcci¨®n de las grandes injusticias pol¨ªticas y econ¨®micas que asuelan el pla
-neta privar¨ªa a los terroristas de sustento popular. Cuanta m¨¢s gente viva en condiciones dignas en el mundo, m¨¢s seguros estaremos todos".
Hablo de una alianza de civilizaciones actualizada (o si se prefiere, "revisitada") porque estoy convencido de que ahora que Blair, pero tambi¨¦n otros pol¨ªticos y amplios sectores de la sociedad occidental, est¨¢n viendo las orejas al lobo, se intensificar¨¢ el di¨¢logo y potenciar¨¢n las propuestas del proyecto. Ello comenzar¨¢ tambi¨¦n a suceder dentro de algunos sectores de las sociedades isl¨¢micas y entre algunos de sus gobiernos, conscientes de que nos enfrentamos no a la tercera guerra mundial, pero s¨ª al mismo lobo.
Debe asimismo quedar claro que el di¨¢logo y el conocimiento no son incompatibles con la investigaci¨®n y acci¨®n policiales y de inteligencia (que no b¨¦licas) necesarias para combatir las actuaciones terroristas. No est¨¢ de m¨¢s tampoco, ya que hablamos de inteligencia, que, por mucho que se empe?e Tony Blair, sus propios servicios, as¨ª como gran parte de su sociedad, opinan que los atentados de Londres han tenido que ver con la invasi¨®n de Irak.
Conviene igualmente que seamos conscientes de que probablemente los frutos del di¨¢logo y entendimiento civilizacionales que la Alianza propugna no se recoger¨¢n sino a medio o largo plazo, pues, dado el tiempo perdido, la labor es ingente, y las dificultades, enormes. Ha dicho el ministro de la guerra norteamericano, Donald Rumsfeld, que "en Oriente Medio hay un enemigo que se sirve de varios medios de comunicaci¨®n para intentar contaminar la mente de las gentes de esa regi¨®n sobre las acciones e intenciones de Estados Unidos y otros pa¨ªses". Las gentes de esa regi¨®n perciben la naturaleza de las lacras que padecen, internas y externas. Cuesti¨®n diferente es qu¨¦ medios utilizar para librarse de tales lacras. Los ciudadanos occidentales -pero sobre todo Rumsfeld- han de tener presente que en el mundo musulm¨¢n existen tambi¨¦n la opini¨®n p¨²blica y la memoria hist¨®rica, y que la gran mayor¨ªa siente como propia la agresi¨®n en Palestina o en Irak, igual que todav¨ªa recuerda el golpe de Estado organizado por pa¨ªses occidentales en 1953 en Ir¨¢n. ?Para luchar contra el terrorismo o armas de destrucci¨®n masiva? No, para hacer regresar al shah tras derrocar al primer ministro Mossadeq, que hab¨ªa nacionalizado el petr¨®leo (controlado por British Petroleum) y hecho la reforma agraria y fiscal despu¨¦s de ganar unas elecciones democr¨¢ticas. ?C¨®mo lamentarse luego de Jomeini?
Esa opini¨®n p¨²blica se entera y reacciona por las torturas de Guant¨¢namo y de Abu Ghraib, estas ¨²ltimas no s¨®lo a cargo de estadounidenses, sino tambi¨¦n de brit¨¢nicos, y sabe que en ambos lugares se han usado t¨¦cnicas de interrogatorio dise?adas para ofender y humillar a los musulmanes. No parece que el islam -que naci¨® seis siglos despu¨¦s del cristianismo- haya alcanzado a¨²n una fase en la que determinadas situaciones y actuaciones puedan ser relativizadas.
Blair -quien, por diversas razones, es palad¨ªn del ingreso de Turqu¨ªa en la Uni¨®n Europea- ha afirmado que trat¨® con Zapatero de "la manera de combatir la radicalizaci¨®n de los j¨®venes musulmanes". Se trata de los j¨®venes de all¨¢, pero tambi¨¦n de los que viven desde hace a?os en nuestras sociedades occidentales, de ¨¦sos de los que The Economist dice que "suelen tener una buena educaci¨®n y que a menudo muestran un gusto por las mujeres y el alcohol que es lejano al Islam... Sin embargo, algo les conduce a la religi¨®n y se aferran a voces radicales que hablan de utop¨ªas y de un mundo gobernado por la ley isl¨¢mica". ?sos son los j¨®venes que un d¨ªa, a menudo sin que lo sepan sus propias familias, deciden inmolarse por lo que creen una causa justa y mueren matando. ?No creen ustedes que debemos enfrentarnos a un fen¨®meno tan escalofriante y a las circunstancias con mayor rigor y profundidad?
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista.
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