El Mozart de un sabio
Este a?o cumple los 80 sir Charles Mackerras, un m¨²sico para m¨²sicos, un pozo de experiencia y una buena persona. En Mozart no ha sido un revolucionario pero ha abierto caminos. No ha sido radical en su b¨²squeda pero ha construido esa tercera v¨ªa que ha hecho posible que las orquestas convencionales cambiaran sus h¨¢bitos a la vista de lo conseguido por las de instrumentos originales: articulaci¨®n, din¨¢micas, uso de trompas naturales, de timbales de tripa. Y manteniendo siempre esa musicalidad que hace de ¨¦l un maestro tan singular.
La clemenza di Tito est¨¢ llena de ideas en su mezcla de sabores antiguos y modernos. Mackerras lo comprende a la perfecci¨®n y otorga a la m¨²sica mozartiana una ligereza muy particular, propia de lo que es, en el fondo, una trama de caracteres en la que cada uno de ellos aparece exactamente definido. Desde la puntuaci¨®n de los recitativos acompa?ados a la solemnidad orquestal de la primera y ¨²ltima aparici¨®n de Tito, su sonido alcanz¨® una transparencia ins¨®lita. De su capacidad para acompa?ar a los cantantes no habr¨ªa mucho que a?adir pues cualquiera que lo haya visto lo sabe. Tiene muchas horas de vuelo el maestro y ha convertido el poso de la edad en oro molido.
La ¨®pera se daba en versi¨®n de concierto, lo que en La clemenza di Tito no ha de ser un inconveniente mayor pues su acci¨®n es m¨¢s bien est¨¢tica. Pero ya se sabe que en casos as¨ª las voces han de suplir la falta de movimiento. Las del martes lo lograron pero, sobre todo, lo que ofrecieron fue una lecci¨®n de bien cantar. La primera, la grand¨ªsima Magdalena Kozen¨¢, que hizo un Sesto antol¨®gico. Ya se sabe que conviene huir de los maximalismos pero con ella es dif¨ªcil sustraerse a afirmar que hoy es quiz¨¢ la mejor cantante que escucharse pueda. La joven mezzo checa -novia de sir Simon Rattle- es un prodigio en lo vocal y en lo expresivo. Su t¨¦cnica es impecable y su aplicaci¨®n al estilo absolutamente ejemplar. Estar a su altura era imposible pero el resto del reparto no dej¨® de lucirse, empezando por esa mozartiana elegante y aplicada que es Hilevi Martinpelto, una Vitellia que se creci¨® a ojos vistas en Nun pi¨´ di fiore. Lisa Milne, que otras veces ha parecido un poco t¨ªmida, le sac¨® todo el partido posible a Servilia, mientras la nov¨ªsima Christine Rice demostr¨® en Annio que tiene un estupendo futuro por delante. No se amilan¨® en ning¨²n momento y sus gestos fueron los de una cantante segura de s¨ª misma. Rainer Trost, que tuvo que sustituir en el ¨²ltimo momento a Ian Bostridge, anduvo demasiado pendiente de la partitura y resolvi¨® su parte con voluntad y buena l¨ªnea general. Su Se all'imperio sali¨® mejor por entrega que por clase. A John Relyea le viene corto el papel de Publio. El es ya un Figaro y un Alidoro, aunque la voz, tan bella, aporte un grado m¨¢s de humanidad a su parte. Excelentes el Coro y la Orquesta de C¨¢mara Escocesa.
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