El 'mancontro', el 'telefonino' y la cuarta pared
Creo recordar que en el contrato no escrito que suscrib¨ª con este peri¨®dico para pasarme agosto encerrado con las tres pantallas planas no se dec¨ªa una sola palabra de la cuarta, de la micropantalla del m¨®vil. Y tengo un problema deontol¨®gico, porque ayer mismo me han regalado un videotelefonino (los italianos, que nos llevan una delantera de tres temporadas tecnol¨®gicas, ya lo han bautizado as¨ª) y estuve todo el prime time enredando con el nuevo juguete con pantalla y hasta llegu¨¦ a ver entero un programa de tele, un bolet¨ªn de CNN+, con bastante nitidez, audio excelente y de un tir¨®n, sin interrupciones ni interferencias. Incluso pude ver por la pantallina del m¨®vil a los j¨®venes paparatzzi (no a los paparazzi, como ayer sali¨® aqu¨ª, estropeando el chiste) aclamando fluvialmente a Ratzinger por el Danubio. ?Debo hablar tambi¨¦n de esa nueva pantalla, o cuarta pared, que todos presentan como la del futuro? ?Me hago el loco y as¨ª tengo menos trabajo? ?Por qu¨¦ en este peri¨®dico siempre andan tan lentos de reflejos en materia de im¨¢genes y pantallas?
?Por qu¨¦ en este peri¨®dico siempre andan tan lentos de reflejos en materia de im¨¢genes y pantallas?
Bien, hablemos. El primer problema que plantea el flamante artilugio es el del famoso e inflexible libro de estilo. ?C¨®mo llamar correctamente a esta nueva pantalla que causar¨¢ estragos consum¨ªsticos en Reyes de 2007 por la sencilla raz¨®n de que todo lo que se consume por fuera de nuestras fronteras acabar¨¢ convirti¨¦ndose aqu¨ª, exactamente tres a?os despu¨¦s, en la estrella navide?a de El Corte Ingl¨¦s? Dado que por este interior hemos acordado est¨²pidamente decirle "m¨®vil" al nuevo aparato (y as¨ª llamamos durante un siglo al tel¨¦fono con hilos), mucho me temo que "videom¨®vil", horrible palabro que tambi¨¦n incluye las c¨¢maras digitales, acabe imponi¨¦ndose si no hay un acad¨¦mico tecnol¨®gicamente enterado, y all¨ª s¨®lo est¨¢ Juan Luis, y se cuele de rond¨®n en el Diccionario de los inmortales.
Recuerdo perfectamente c¨®mo Manuel Rivas y yo, hace una eternidad, hab¨ªamos propuesto desde este mismo peri¨®dico llamar mancontro al emergente m¨®vil, en honor a aquellos guardias civiles gallegos de puta carretera que gritaban ante el micro de las nuevas tecnolog¨ªas sin hilos: "Mi cabo, m'ancontro en el kil¨®metro 14 de la carretera que va de Foz a Mondo?edo". La palabra propuesta, adem¨¢s, sonaba a cien a?os de soledad, al Macondo de Gabo. Pero no cuaj¨®.
Mientras tanto, en Italia, la patria consumidora del nuevo aparato, optaron por un sufijo de indiscutible origen asturiano (diminutivo en in o ino, una exclusiva nuestra en lenguas rom¨¢nicas) y acabaron llam¨¢ndolo clamorosamente telefonino. Y de ah¨ª a ese videotelefonino actual que tambi¨¦n arrasa y cuya voz se ha incorporado con naturalidad a las nuevas costumbres ling¨¹¨ªsticas de los italianos ultraconsumidores, no hubo m¨¢s que un paso.
Habr¨¢ que resolver este problema y les recuerdo a nuestros inmortales que no hay que andarse con est¨²pidas purezas, porque yo mismo, que no pinto nada y encima tengo una salud muy delicada, he logrado colar en el diccionario italiano una palabra asturiana que se me ocurri¨® cuando trabajaba en Mil¨¢n en esto de la televisi¨®n de pago v¨ªa par¨¢bola. Si popularmente se dec¨ªa motorino y telefonino para llamar a los dos principales motores del consumo interior italiano, me dije, entonces, ?por qu¨¦ no parabolina para metaforizar por metonimia la emergente tele digital de pago? Funcion¨® y encima no me han pagado ni una sola lira por el hallazgo comercial.
Pero el problema no s¨®lo es ling¨¹¨ªstico, con ser todo un problema cultural si sigue adelante esa chorrada gramatical del m¨®vil. El problema es de futuro. ?Ser¨¢ la pantalla tambi¨¦n plana de esos videotelefoninos UMTS la cuarta pared de ese hogar conectado por tierra, mar y aire? Ser¨¢. Que nos quepa la menor duda y llamemos como llamemos, con diminutivo de producci¨®n propia o diminutivo de importaci¨®n italiana, a ese nuevo fen¨®meno pantallero que, mucho ojo, ya empieza a seducir la mirada de los secreenagers menores de 20 a?os, la fuerza imparable. El ¨²nico reparo que tengo ante estas tecnolog¨ªas de pantalla que no cesan de invadirnos es puramente ¨®ptico, rabiosamente personal. Con las pantallas del cine y la televisi¨®n no necesito gafas y me las arreglo muy bien con mis 2,8 dioptr¨ªas. Con la pantalla de Internet tengo que colocarme los anteojos. Pero con la revolucionaria pantalla del videotelefonino, o como le digan los inmortales a la nueva cacharrer¨ªa, exijo lupa de muchos aumentos. Son tres distancias muy distintas para unas mismas e id¨¦nticas im¨¢genes verdaderas. Otra vez el maldito embrollo de la Sant¨ªsima Trinidad que me persigue este agosto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.