El nudismo pierde terreno en las playas
La presi¨®n urban¨ªstica, la masificaci¨®n del turismo y la omnipresencia de tel¨¦fonos con c¨¢mara reducen los espacios naturistas mientras las asociaciones piden normalizaci¨®n y respeto
Al oeste de Ibiza, en el municipio de Sant Josep de sa Talaia (27.413 habitantes) existe una min¨²scula playa cuyo nombre oficial es Es rac¨® d¡¯en Xic. A los pies de un acantilado, popularmente es conocida como Cala Escondida, justo el nombre del chiringuito de quita y pon que se instala cada verano desde hace siete junto a los cl¨¢sicos embarcaderos locales. Bajo filosof¨ªa ecologista, el negocio ofrece un pu?ado de platos, exquisitos c¨®cteles de maracuy¨¢ y en las pocas mesas de su terraza se permite ir sin ropa. La tradici¨®n nudista es amplia en este id¨ªlico arenal de aguas turquesas. ¡°Cada uno va como quiere¡±, dice Tess Harmsen, responsable del negocio. La experiencia dice a esta ibicenca de origen holand¨¦s que la pr¨¢ctica del naturismo va en retroceso. ¡°Antes era habitual encontrar gente sin ropa en las mesas, ahora son la excepci¨®n. En la playa ocurre exactamente igual¡±, se?ala. No es la ¨²nica que lo piensa: la situaci¨®n se repite en la mayor¨ªa del litoral espa?ol, seg¨²n apuntan distintas asociaciones de naturistas consultadas. La masificaci¨®n tur¨ªstica, la presi¨®n inmobiliaria y la omnipresencia de tel¨¦fonos con c¨¢mara son algunos de los principales factores que lo explican.
En Espa?a hay unas 450 playas de tradici¨®n nudista repartidas por todas las provincias con costa, adem¨¢s de diversas piscinas p¨²blicas y rincones de pantanos o r¨ªos, seg¨²n la Federaci¨®n Espa?ola de Naturismo. Ismael Rodrigo, su presidente, recuerda adem¨¢s que es ¡°perfectamente legal¡± ir sin ba?ador o biquini en cualquiera de las m¨¢s de 3.000 playas existentes en todo el pa¨ªs. La Costa del Sol e Ibiza fueron pioneras en las libertades incluso durante el franquismo y fueron el s¨ªmbolo del nudismo.
Patricia Soley-Beltr¨¢n, formada como antrop¨®loga en la Universidad de Barcelona y doctorada en Sociolog¨ªa del g¨¦nero en la Universidad de Edimburgo, explica que la explosi¨®n del toples se produjo en los a?os 80 y fue una demostraci¨®n de libertad, pero tambi¨¦n sirvi¨® para que las mujeres se reivindicasen a s¨ª mismas. ¡°Signific¨® decir que somos due?as de nuestro cuerpo¡±, subraya la autora de ?Divinas! Modelos, poder y mentiras (Anagrama). El nudismo tambi¨¦n lleg¨® como forma de recuperar la vivencia corporal, el contacto con la naturaleza, promover el respeto al medio ambiente y despojar la desnudez de la permanente connotaci¨®n sexual que amplifica la publicidad. ¡°Es algo que hoy choca con la masificaci¨®n en las playas: los dem¨¢s te hacen sentir inc¨®moda si no llevas ba?ador. Y al final te cortas: yo no quiero que mis tetas metan a nadie en un brete¡±, se?ala Soley-Beltr¨¢n, que apunta: ¡°Hay competici¨®n por mostrar cuerpos esculturales en biquinis de ¨²ltimo modelo. A cambio, se nota un retroceso en la pr¨¢ctica del nudismo. Y lo lamento profundamente¡±, se?ala. Tambi¨¦n desciende en general la media de edad de quienes lo practican: para las nuevas generaciones, no tiene la carga reivindicativa y simb¨®lica que tuvo cuando estaba en plena expansi¨®n.
Una encuesta del instituto de opiniones franc¨¦s IFOP se?alaba en 2019 que el 20% de las mujeres espa?olas hab¨ªan estado alguna vez totalmente desnudas en la playa. En 2016, la cifra alcanzaba el 25%. Respecto al toples, baj¨® del 49 al 48%.
Enclaves como el ibicenco Es rac¨® d¡¯en Xic eran conocidos tradicionalmente por unos pocos, pero en la era de Instagram es destino de miles de personas. La mayor¨ªa usa ropa y desconoce su tradici¨®n naturista: apenas lo indica un grafiti en una piedra. ¡°En temporada alta hay mayor¨ªa textil y a la gente le da reparo. Y quienes lo hacen sienten miradas o comentarios que les coh¨ªben¡±, expone Tess Harmsen. Al turismo masivo se une la expansi¨®n urban¨ªstica. Marbella y su entorno, hoy tomado por cemento y hormig¨®n, es buen ejemplo. ¡°El desarrollo inmobiliario es nuestro principal enemigo¡±, afirma Julio Romero, usuario habitual de la playa Costa Natura, en Estepona (M¨¢laga, 68.286 habitantes). La presencia de un exclusivo chiringuito, Nido, ha amenazado la pr¨¢ctica del nudismo en un rinc¨®n pionero en esta actividad. ¡°Aqu¨ª jam¨¢s se oblig¨® a nadie a ponerse o no el ba?ador. Lo que no pueden hacer ellos es echarnos por no llevarlo, que es lo que buscan¡±, afirma este malague?o de 54 a?os. ¡°Antes aqu¨ª no hab¨ªa nada, pero las cosas cambian, es ley de vida¡±, explicaba esta semana Albert Beniflah, m¨¢ximo responsable del establecimiento, inaugurado a mediados de julio.
La pol¨¦mica en Estepona no es la ¨²nica. A 1.100 kil¨®metros de all¨ª, en la Costa Brava, existe una historia paralela. Sucede en la Illa Roja de la tur¨ªstica Begur (Girona, 3.925 habitantes), hist¨®ricamente una de las calas nudistas por excelencia de Catalu?a. La reapertura este verano de un chiringuito cerrado desde 2004 ha elevado la tensi¨®n entre el nuevo administrador, los nudistas y los textiles, como se denomina a quienes s¨ª llevan ba?ador. El Club Catal¨¤ de Naturisme denunci¨® a principios de agosto la discriminaci¨®n que, a su juicio, ejerce el establecimiento por no querer atender a personas sin ropa. ¡°En la antigua concesi¨®n no exist¨ªa problema, incluso los camareros se desnudaban. Ahora perdemos espacio¡±, resume Segimon Rovira, presidente de la entidad naturista. Desde el negocio, David Maronda defiende su libertad para exigir las normas de vestimenta. ¡°Soy una persona absolutamente tolerante y siempre he vivido en Begur. Conozco la filosof¨ªa de la playa y la respeto. Pero me parece surrealista que se quejen por pedirles que se pongan un simple pareo¡±, asegura.
La situaci¨®n es la contraria en Benalnatura, peque?a playa en el coraz¨®n de Benalm¨¢dena (M¨¢laga, 68.128 habitantes). Junto a las escaleras de su ¨²nico acceso hay se?ales que indican su car¨¢cter naturista. Otro cartel dice: ¡°En el bar no se servir¨¢ a nadie vestido o con ba?ador¡±. Este jueves, a las diez de la ma?ana, una treintena de personas disfrutaban ya de estas aguas turquesas. Entre las consultadas, nadie quer¨ªa dar su nombre ni entrar en pol¨¦micas, pero dejaban claro lo que ocurre cuando alg¨²n ba?ista se instala en la arena y se deja puesto el bikini o el ba?ador. ¡°Empezamos a aplaudir hasta que se va¡±, explica un hombre que ronda los 60 a?os, como la inmensa mayor¨ªa de quienes madrugan para darse un ba?o en esta cala o practicar esn¨®rquel entre las rocas. El Ayuntamiento no ha recibido quejas de no nudistas al respecto, seg¨²n fuentes municipales. En la Federaci¨®n Espa?ola de Naturismo creen que es algo puntual que no debe servir para confundir ¡°lo anecd¨®tico con lo generalizado¡±. Apunta que, de ocurrir, la pr¨¢ctica ¡°es ilegal¡± como, en su opini¨®n, es prohibir que personas desnudas usen las hamacas de los chiringuitos.
M¨¢s al este, en la playa de Cantarrij¨¢n, en Almu?¨¦car (Granada, 26.377 habitantes) no tienen ese problema. Hist¨®rico destino naturista en pleno Paraje Natural, la convivencia con los textiles apenas ha generado nunca problemas. En sus dos chiringuitos no ponen pegas a usar las hamacas sin ropa. Y desde 2018, uno de ellos, La Barraca, permite el naturismo en parte de su terraza. ¡°En general hay muy buen ambiente¡±, dice Pedro P¨¦rez, secretario de la Asociaci¨®n de Amigos de la Playa Nudista de Cantarrij¨¢n (AAPNC), con un centenar de socios. ¡°Eso s¨ª, en temporada alta, en pleno verano, el nudismo baja much¨ªsimo¡±, asegura P¨¦rez. La presencia masiva de ba?istas frena. ¡°Pierdes la sensaci¨®n de intimidad¡±, dice una joven de 28 a?os de Formentera que prefiere no dar su nombre y que en julio y agosto mantiene el biquini. En esos meses este territorio multiplica su poblaci¨®n y se aleja de una tradici¨®n naturista que trajeron los conocidos como els peluts en los a?os 60. Dos de ellos protagonizaban la pel¨ªcula More ¨Cdirigida por Barbe Schroeder, rodada en Formentera y estrenada en 1969¨C en la que ambos pasan gran parte del tiempo sin ropa en el mar o en casa.
Naturistas como Pedro P¨¦rez solo ven beneficios en esta pr¨¢ctica. Hablan de libertad, de la comodidad al evitar la ropa siempre h¨²meda, de las ventajas higi¨¦nicas. ¡°Solo hay que probarlo: es adictivo¡±, a?ade. Empez¨® a quitarse el ba?ador con 17 a?os, hoy tiene 47. En estas tres d¨¦cadas ha visto c¨®mo el nudismo disminuye.
Las asociaciones naturistas apuntan varios motivos. El primero, la publicidad y sus estereotipos f¨ªsicos. El miedo a ense?ar cuerpos que no son perfectos mantiene el ba?ador en su sitio. ¡°Pero estar desnudo, ver otros cuerpos reales, ayuda a eliminar complejos. Cada uno es como es¡±, explica P¨¦rez. ¡°El naturismo puede ayudar a mejorar nuestra imagen corporal¡±, subrayaba el psic¨®logo infantil Jes¨²s Pa?os al periodista Nacho Meneses. El segundo, el temor al qu¨¦ dir¨¢n. ¡°Parte de la sociedad siempre sexualiza el hecho de estar desnudo. Y eso genera dudas a muchos naturistas: qu¨¦ pensar¨¢n de m¨ª en el trabajo o en la familia. La educaci¨®n tiene mucho que ver porque nos ense?an qu¨¦ partes hay que tapar¡±, cuenta P¨¦rez, que apunta un tercer ingrediente: la censura en redes sociales, por ejemplo, al pez¨®n femenino, ¡°dando un mensaje de que mostrarlo est¨¢ mal¡±.
El cuarto factor de relevancia tiene que ver con las c¨¢maras de los tel¨¦fonos. En la ¨¦poca del selfi es dif¨ªcil apreciar si quien se est¨¢ haciendo una foto o realmente est¨¢ enfocando a otra persona. ¡°Puede haber confusiones¡±, admite Segimon Rovira. Ello genera temor a que una imagen robada, principalmente a mujeres, pueda acabar en foros de internet o p¨¢ginas de contenido pornogr¨¢fico, que suelen contar incluso con apartados espec¨ªficos donde se exponen im¨¢genes extra¨ªdas ilegalmente de las playas. Para evitar miradas indeseadas o c¨¢maras irrespetuosas, buena parte de los naturistas prefieren acudir a zonas del litoral donde solo encuentran a personas sin ba?ador. ¡°Yo, sin embargo, suelo ir a la que tenga m¨¢s cerca o la que me apetezca. Hay que respetar que cada uno vaya como quiera¡±, apunta Juli¨¢n Santamar¨ªa desde Gran Canaria. Tiene 53 a?os y es responsable de la asociaci¨®n Canudistas.
Santamar¨ªa ha tenido m¨¢s de un problema con la Polic¨ªa Local y con quienes no entienden que se quite el ba?ador. Lo achaca al desconocimiento sobre el nudismo, legal en cualquier playa (tambi¨¦n r¨ªo o parque e incluso por la calle). Sin embargo, hay municipios que lo proh¨ªben, como hizo el murciano San Pedro del Pinatar en verano de 2017. Meses despu¨¦s el Defensor del Pueblo sugiri¨® eliminar la ordenanza contra el nudismo en l¨ªnea con lo que defiende el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que considera que la desnudez p¨²blica se puede entender como parte del ejercicio del derecho a la libertad de expresi¨®n. El Tribunal Supremo, sin embargo, aval¨® en 2016 una ordenanza que vetaba el nudismo e impon¨ªa multas a quien lo practicase en las playas urbanas de C¨¢diz, refiri¨¦ndose tambi¨¦n a precedentes en Barcelona y Valladolid. El tribunal entend¨ªa que las sanciones ¡°no son discriminatorias ni contrarias a los principios de legalidad¡±. En la FEN creen que s¨ª, pero perdieron el recurso. M¨¢s all¨¢ de las normas, el naturismo reivindica normalizaci¨®n, respeto y, sobre todo, convivencia. Paz con ropa o sin ella, pero paz.
Con informaci¨®n de Carlos Garfella.
Descubra las mejores historias del verano en Revista V.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.