'In mem¨®riam', Roger Shutz, trabajador por la paz
Leo con pesar el asesinato de Roger Shutz en la iglesia de la Reconciliaci¨®n de Taiz¨¦ el pasado martes. Le conoc¨ª personalmente hace 40 a?os mientras participaba con cientos de j¨®venes europeos en un campo de trabajo para construir, precisamente, la iglesia en la que ha sido asesinado a sus 90 a?os. Fue una figura emblem¨¢tica para miles de europeos, creyentes de los m¨¢s diversos credos y no creyentes. En torno a una idea de ecumenismo, que luego retomar¨ªa el Concilio Vaticano II de la Iglesia cat¨®lica, Taiz¨¦ fue para muchos de nosotros, sin duda para los espa?oles que all¨ª nos conocimos, una vivencia directa de Europa.
En torno a una idea muy abierta de la espiritualidad, que combinaba elementos de Occidente y de Oriente, el clima que logr¨® crear el Hermano Roger (curiosa reinvenci¨®n de la vida monacal en el protestantismo) era de reconciliaci¨®n, de libertad, de encuentro con gentes procedentes de los m¨¢s diversos pa¨ªses y culturas. Me impresion¨® mucho el primer vietnamita que conoc¨ª cuando me explicaba lo que para ¨¦l supon¨ªan aquellos d¨ªas de paz, habiendo vivido toda su vida bajo el conflicto armado, primero contra Francia y luego contra Estados Unidos.
Hasta el trabajo en la construcci¨®n, siempre duro, se convert¨ªa en ocasi¨®n de di¨¢logo, de debate, entre los participantes. Si Europa a¨²n sufr¨ªa las consecuencias dram¨¢ticas de la Segunda Guerra Mundial, en Espa?a la larga dictadura franquista, bendecida por la Iglesia cat¨®lica, parec¨ªa no tener fin.
S¨ª, tambi¨¦n de pol¨ªtica se hablaba mucho en Taiz¨¦ y, para quienes acab¨¢bamos de terminar el bachillerato, esa libertad, esa sensaci¨®n de sentirse ciudadanos del mundo, resultaba sorprendente.
Conoc¨ª e hice amigos entra?ables en los dos veranos consecutivos que visit¨¦ Taiz¨¦. Y la amistad se prolong¨® en Madrid. Son muchos pero a todos os he recordado con especial cari?o leyendo la noticia tr¨¢gica de este asesinato. S¨®lo mencionar¨¦ a dos para seguir manteni¨¦ndoles vivos en el recuerdo: Carlos Castro y el hermano Robert (Roberto, como a ¨¦l le gustaba que le llam¨¢ramos).
A?os despu¨¦s Mauro Rubio me preguntaba qu¨¦ es lo que Taiz¨¦ nos hab¨ªa aportado, si la inmensa mayor¨ªa de quienes lo conocimos hab¨ªamos terminado siendo agn¨®sticos o ateos. Le respond¨ª que, como en su caso, la calidad humana, por encima de confesiones, que all¨ª descubrimos. El Mayo Franc¨¦s, la Universidad y la interminable lucha contra la dictadura y sus ep¨ªgonos, nos ocup¨® a muchos de nosotros en las d¨¦cadas siguientes.
Las declaraciones p¨²blicas de la Iglesia cat¨®lica espa?ola en estas ¨²ltimas d¨¦cadas me hacen valorar a¨²n m¨¢s lo que la apertura de Roger y de su amigo Juan XXIII representaron en esos a?os. Taiz¨¦ inici¨® estos encuentros de j¨®venes que luego convertir¨ªa Juan Pablo II en una de sus banderas. Pero ?qu¨¦ diferencia en los contenidos de unos y otros encuentros!
Hoy la televisi¨®n nos bombardea con la im¨¢genes del nuevo Papa en Colonia y uno siente que en lugar de 40 a?os hacia delante la Iglesia cat¨®lica ha retrocedido 400 hacia atr¨¢s. El problema es que los fundamentalismos no afectan s¨®lo quienes los practican, sino que generan din¨¢micas en las que podemos sucumbir todos.
Hermano Roger, descansa en la paz que siempre predicaste
Josetxu Linaza es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva y de la Educaci¨®n en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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