La guerra como fracaso de la pol¨ªtica
Estados Unidos est¨¢ descubriendo nuevamente los l¨ªmites del poder militar. En Irak mantiene un control a¨¦reo absoluto, pero no deja de perder terreno. Su mera presencia incita a la violencia. Aunque el presidente George W. Bush cree que ha protegido a los estadounidenses "llevando la guerra al enemigo", m¨¢s de 1.700 estadounidenses han muerto en el conflicto con Irak, que tambi¨¦n ha provocado atentados terroristas contra los aliados de EE UU. Las terribles explosiones de Londres han sido inspiradas probablemente por el hecho de que el Reino Unido sea uno de los principales participantes en la guerra. Naturalmente, el error del Gobierno de Bush es descuidar la pol¨ªtica en sus c¨¢lculos b¨¦licos, o seguir ciegamente el dicho de que la guerra es la pol¨ªtica por otros medios. De hecho, la mayor¨ªa de las guerras son un fracaso de la pol¨ªtica, un fracaso de la imaginaci¨®n pol¨ªtica. Con su farise¨ªsmo y su falta de conocimientos hist¨®ricos o culturales, Bush y sus asesores creyeron que invadir Irak ser¨ªa f¨¢cil, que el ej¨¦rcito de Sadam Husein se desmoronar¨ªa, y que Estados Unidos ser¨ªa recibido como un libertador. No comprendieron que Irak ha sido durante mucho tiempo un pa¨ªs ocupado y manipulado desde el exterior.
"El error del Gobierno de Bush es seguir ciegamente el dicho de que la guerra es la pol¨ªtica por otros medios"
"En general, se entiende que el petr¨®leo, no el terrorismo, fue el motivo inicial de la guerra; una guerra planeada durante la d¨¦cada de 1990"
"Este a?o, Estados Unidos dedicar¨¢ a gastos militares aproximadamente 500.000 millones de d¨®lares, lo que equivale al 5% del PIB"
Petr¨®leo
En consecuencia, es l¨®gico que a los iraqu¨ªes la ocupaci¨®n liderada por los estadounidenses les parezca tan s¨®lo un episodio m¨¢s de explotaci¨®n extranjera. En general, se entiende que el petr¨®leo, no el terrorismo, fue el motivo inicial de la guerra; una guerra planeada por los principales asesores de Bush durante la d¨¦cada de 1990 y posibilitada por su acceso al poder en 2001. En esa d¨¦cada, el vicepresidente estadounidense Dick Cheney y otros dejaron claro que el reinado de Sadam constitu¨ªa una amenaza contra la seguridad petrol¨ªfera de EE UU, al obligarle a depender excesivamente de Arabia Saud¨ª. Sosten¨ªan que las enormes reservas iraqu¨ªes no se podr¨ªan aprovechar de manera segura mientras no se derrocara a Sadam. Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos proporcionaron la luz verde, no la motivaci¨®n b¨¢sica. Los iraqu¨ªes se percatan de todo esto. No ven la negativa de Bush a establecer una fecha tope para la retirada de las tropas como un signo de resoluci¨®n, sino como una declaraci¨®n de la intenci¨®n estadounidense de permanecer en Irak, establecer un r¨¦gimen t¨ªtere, controlar el petr¨®leo del pa¨ªs e instalar bases militares permanentes.
Pero no va a funcionar. Hay, sencillamente, demasiadas fuerzas pol¨ªticas reales sobre el terreno en Irak como para que Estados Unidos pueda manejarlas, y estas fuerzas exigen cada vez m¨¢s un calendario para la retirada estadounidense, al igual que hacen legiones de iraqu¨ªes en las manifestaciones p¨²blicas y en las oraciones en las mezquitas. Cada vez que Estados Unidos reitera su negativa a establecer un plazo l¨ªmite para la retirada, no hace sino alimentar a la oposici¨®n pol¨ªtica, por no hablar de los insurgentes. Hay demasiados iraqu¨ªes dispuestos a luchar y a morir para oponerse a la presencia estadounidense. S¨®lo la pol¨ªtica, y no las armas, puede calmar la situaci¨®n. Vietnam es un verdadero precedente. El n¨²mero de muertos y heridos vietnamitas fue quiz¨¢ veinte veces superior al de estadounidenses, pero aun as¨ª, Estados Unidos no consigui¨® someter al adversario nacionalista al que se enfrentaba. Pod¨ªa bombardear ciudades de Vietnam hasta convertirlas en escombros, como puede hacer con las ciudades de Irak, pero esto no resuelve nada, se cobra enormes cantidades de vidas inocentes y confirma la opini¨®n de que los estadounidenses son ocupantes.
Ca?ones o mantequilla
Todo esto tiene tambi¨¦n un aspecto econ¨®mico. La doctrina de pol¨ªtica exterior estadounidense establece que la seguridad nacional del pa¨ªs descansa sobre tres pilares: defensa, diplomacia y desarrollo. La ayuda econ¨®mica a los pa¨ªses pobres es crucial, porque la pobreza proporciona el combustible para la violencia, el conflicto e incluso el terrorismo. Pero la diplomacia y el desarrollo ocupan el segundo y el tercer lugar tras los planteamientos defensivos -y m¨¢s precisamente militares- en el gasto estadounidense en pol¨ªtica exterior. Este a?o, Estados Unidos dedicar¨¢ a gastos militares aproximadamente 500.000 millones de d¨®lares, lo que equivale al 5% del PIB, la mitad del total mundial. En otras palabras, Estados Unidos gasta tanto en armas como el resto del mundo junto. En cambio, gasta 18.000 millones de d¨®lares, aproximadamente el 0,16% del PIB, en ayuda al desarrollo. En Europa, por el contrario, el gasto militar asciende aproximadamente al 2% del PIB, mientras que la ayuda al desarrollo ronda el 0,4% y se va aumentando para que alcance el 0,7% del PIB en 2015.
Si Estados Unidos se basara en la pol¨ªtica y no en la guerra, entender¨ªa que el aumento del gasto en desarrollo y un enfoque comercial en Asia, ?frica y Oriente Pr¨®ximo, en lugar del actual m¨¦todo militar, ser¨ªan m¨¢s ¨²tiles para los intereses estadounidenses. Lo que sac¨® a Muammar el Gaddafi de su aislamiento no fue el bombardeo de Libia, sino la diplomacia pac¨ªfica, que demostr¨® a Gaddafi que reanudar sus relaciones diplom¨¢ticas con Occidente y abandonar las ambiciones nucleares ser¨ªa ventajoso para su propio futuro y el de su pa¨ªs. El mismo m¨¦todo habr¨ªa sido mucho menos costoso y m¨¢s prometedor con respecto a Sadam Husein. Y si se hubiera probado ese m¨¦todo con Ho Chi Minh en la d¨¦cada de 1950, se habr¨ªan ahorrado enormes cantidades de dinero y millones de vidas. Nadie duda de que las operaciones de los servicios secretos y las acciones policiales son necesarias para luchar contra los terroristas. Pero la guerra en Irak y el enorme gasto militar son cuestiones muy distintas. El ej¨¦rcito puede proteger a Estados Unidos de un ataque militar convencional, y puede mantener abiertos los mares, garantizando la afluencia de petr¨®leo y de otras mercanc¨ªas vitales. Pero no puede proteger a Estados Unidos de la pol¨ªtica. Para eso, los estadounidenses tienen que ser m¨¢s listos e invertir en desarrollo pac¨ªfico en lugar de construir bases militares en territorios que durante mucho tiempo han sido objeto de abusos. Estados Unidos deber¨ªa abandonar pronto Irak. Despu¨¦s, puede y debe usar su peso pol¨ªtico y econ¨®mico para ayudar a resolver una situaci¨®n compleja y dif¨ªcil que es significativamente, aunque no exclusivamente, obra suya. Su influencia en Irak ser¨¢ limitada, pero si se marchase ahora conseguir¨ªa que fuera m¨¢s eficaz de lo que est¨¢ siendo, y mucho menos costosa en cuesti¨®n de dinero y de vidas estadounidenses, aliadas e iraqu¨ªes.
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