S¨¢bado por la tarde
Ahora en verano nadie se preocupa de saber si es martes o domingo. T¨² dices ?hoy qu¨¦ es? Y te dicen no s¨¦, mira el peri¨®dico. Con saber en qu¨¦ d¨ªa cae la vuelta al cole y cuando sale el atasco gordo, nos damos con un canto rodado en toda la pi?ata. Pero durante el a?o, los s¨¢bados se reconocen f¨¢cilmente. Los s¨¢bados son esos d¨ªas en que no hay que madrugar para ir al trabajo y se puede remolonear un rato en la cama. Yo una vez me despert¨¦ sobresaltada a las nueve de la madrugada y grit¨¦ a la casa en silencio: ??que son las nueveeee, que nos hemos dormido!! Y desde una habitaci¨®n sali¨® una voz que dijo gilipollas. Me volv¨ª a la cama y hasta hoy. Pero la gente se levanta, cuando le apetece, desayuna, tardando, y luego hace actividades como ir al s¨²per u organizar la colada o cortar el c¨¦sped los m¨¢s afortunados. Sean cu¨¢les sean las actividades, cansan mucho y la hora de la siesta se respeta. Sof¨¢, peliculita y a dormitar. A ver qu¨¦ ponen. ?sa es la cuesti¨®n, qu¨¦ ponen, madre m¨ªa. Madre soltera a la que secuestran un hijo. Clic. Matrimonio joven en barco con capit¨¢n psic¨®pata. Clic. Muchacho con problemas para conseguir pareja para baile de graduaci¨®n. Clic. Familia feliz con leucemia. Clic. Hombre de negocios con problemas de alcohol y juicio pendiente. Me cag¨¹en la mar. A m¨ª me resulta tan incre¨ªble que me quedo ojipl¨¢tica y no puedo conciliar el sue?o por mucho que lo intente, porque los ojos no se me cierran, la verdad sea dicha.
Los s¨¢bados son esos d¨ªas en que no hay que madrugar para ir al trabajo y se puede remolonear un rato en la cama
Antes, cuando yo era chica, tampoco dorm¨ªamos por culpa de la peli, pero porque quer¨ªamos verla. Ah¨ª estaba Tarz¨¢n saltando confiado de liana en liana y nosotros apretando el culo hasta que le atravesaba el palo en la boca al cocodrilo. Qu¨¦ t¨ªo, que se hab¨ªa construido hasta un ascensor pa su Jane. O sufr¨ªamos por la cobard¨ªa del t¨ªo que ten¨ªa que devolver Las cuatro plumas. Nos enamor¨¢bamos de la elegancia de La Pimpinela Escarlata. Nos cre¨ªamos trapecistas mirando a Kirk Douglas en El halc¨®n y la flecha. Dese¨¢bamos fervientemente que El conde de Montecristo escapara y encontrar Las minas del rey Salom¨®n. Buce¨¢bamos Veinte mil leguas de viaje submarino con el capit¨¢n Nemo y abord¨¢bamos barcos con Errol Flynn. Qu¨¦ movid¨®n. Yo iba mucho a ver la peli con mis primas y sus padres, mientras, trabajaban y se daban cuenta de que era s¨¢bado porque est¨¢bamos nosotras viendo la peli. Eran sastres y curraban como si no hubiera ma?ana. En el sal¨®n, los sonidos de la selva africana se cruzaban en el aire con los tijeretazos del t¨ªo Santiago, que cortaba trajes con unas tijeras desmesuradas. Hubo una vez que est¨¢bamos en medio del t¨ªpico duelo del Oeste, y digo en medio porque el polvillo de la tela cortada que nos rodeaba y se ve¨ªa en la luz del sol quedaba que ni pintao con el oeste de la pel¨ªcula y est¨¢bamos metid¨ªsimas en el tema. Los pistoleros van a disparar, la tensi¨®n es espesa y la t¨ªa Carmen arranca el pedal autom¨¢tico de la m¨¢quina de coser, traaacatacatacat¨¢ que, por un momento, cre¨ªamos que nos hab¨ªa ametrallado John Wayne.
Ahora no hay tanta excitaci¨®n pero, a cambio, podemos jugar en el metro a saber a cu¨¢l de nuestros convecinos no llevar¨ªamos jam¨¢s en nuestro velero. Por otro lado, estar¨ªa bien recoger firmas para que el dinero que se destina a los programas de personas encerradas, y a los programas que comentan c¨®mo se enloquecen las personas encerradas, sea menos y se compren unas pocas m¨¢s pel¨ªculas buenas.
Refresco del d¨ªa: apagar la tele y remolonear.
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