La patata de Prades
En el mes de junio, los campos de Prades se llenan de unas flores blancas que contrastan con la tierra rojiza caracter¨ªstica de este pueblo del Baix Camp. Los payeses miran al cielo y rezan para que un repentino cambio de temperaturas, demasiado calor, o demasiado fr¨ªo, no les estropee la cosecha, que ser¨¢ a mediados de septiembre. Aunque ahora ya son pocos los que dejan al cielo la inc¨®gnita de la lluvia y han instalado riego por aspersi¨®n. La calidad de la patata de Prades hay que buscarla en el clima, la clase de tierra, el agua y el mimo que los payeses ponen en todo el proceso.
Ya a finales del siglo XIX se pod¨ªa leer en un libro de Geograf¨ªa General de Catalu?a un elogio de la calidad de esta patata, de la variedad kennebec, de gusto dulz¨®n y textura consistente, con un olor que recuerda a la casta?a y un color blanquecino.
De gusto dulz¨®n y textura consistente, tiene un olor que recuerda a la casta?a y un color blanquecino
La patata se siembra en la segunda quincena de abril y los payeses procuran que sea entera y no a trozos porque no resulta tan buena. Tambi¨¦n evitan utilizar patatas de cosechas anteriores y las compran todos los a?os en un pueblo de ?lava que se llama Alegr¨ªa. La temperatura propia de 1.000 metros de altitud alarga el ciclo vegetativo de la planta y reduce la aparici¨®n de plagas. El suelo es f¨¦rtil, con dos clases de tierra bien diferenciadas: la que ellos llaman sald¨®, de color rojizo, situada en los campos de la zona sur del pueblo, y el tap¨¤s, de color marr¨®n, situado al norte. Son tierras bien oxigenadas, suaves y con abonos naturales. El truco es cosechar en el mismo campo un a?o cereales y al a?o siguiente patatas, de manera que la tierra recibe la materia org¨¢nica de la paja y el esti¨¦rcol y el resultado es una patata lisa y fina. Se recolecta en la segunda mitad de septiembre, despu¨¦s de cinco meses de saborear el agua y la tierra de estas monta?as. Los payeses a¨²n esperan 15 d¨ªas despu¨¦s de la muerte natural de la planta, cosa que endurece la piel y permite conservar todas sus cualidades externas. Ese proceso lento, sin sobredosis de agua ni de qu¨ªmica, da a la patata grandes proporciones de almid¨®n; en definitiva, la calidad que no tiene un tub¨¦rculo forzado a crecer en dos meses gracias a los productos qu¨ªmicos.
La manera de cultivar la patata de Prades sigue siendo la misma que hace 100 a?os, aunque el sistema, naturalmente, se ha modernizado. Ha quedado atr¨¢s labrar a caballo, sembrar a mano y procurar el fertilizante de los retretes de las casas, que se transportaba al huerto en los llamados barrals. Incluso hab¨ªa un hombre que se dedicaba a comprar esta materia y antes de pagar probaba la calidad del mejunje y se quedaba con el mejor.
Actualmente hay 25 productores en Prades, adem¨¢s de los payeses de Arbol¨ª, Montral, Capafons y La Febr¨®, que entran en la zona de indicaci¨®n geogr¨¢fica protegida (IGP). Es una producci¨®n peque?a, que se vende b¨¢sicamente en los pueblos de esta zona y s¨®lo sale de Catalu?a para llegar a Mallorca y una parte de Valencia. A mediados de septiembre se celebra en Prades una fiesta para celebrar el inicio de la campa?a. Es el momento de degustar las infinitas posibilidades de este tub¨¦rculo que forma parte de la dieta de pr¨¢cticamente todas las culturas.
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