Saharauis
Algo especial debe tener el pueblo saharaui cuando son tantos los fot¨®grafos que se han interesado por atrapar su huella en el desierto. La mayor parte de ellos han sido atra¨ªdos a esas tierras por una especie de intenci¨®n mesi¨¢nica. La ayuda humanitaria sigue siendo la excusa principal para visitar a esas gentes. Se pueden llevar alimentos, medicinas, libros o sencillamente solidaridad. Se trata de acciones con intenci¨®n de ayudar y salvar a una comunidad condenada al exilio y olvidada con demasiada frecuencia por parte de los estamentos internacionales. En el caso de los fot¨®grafos, puede decirse que cobran su ayuda en im¨¢genes. Las ense?an cuando llegan a su tierra, unas veces para satisfacci¨®n y gloria propia; otras, desde la perspectiva humanista y militante para intentar desvelar con su esfuerzo gr¨¢fico las crudas condiciones de vida en los campamentos que han visitado.
Una acci¨®n de este tipo se presenta estos d¨ªas en Pamplona, en la galer¨ªa Contraluz de la Agrupaci¨®n Fotogr¨¢fica de Navarra. Es una exposici¨®n, titulada Saharauis, prisioneros del desierto. El autor de las fotograf¨ªas es I?aki Vergara (San Sebasti¨¢n, 1975). Este joven ha desarrollado su actividad fotogr¨¢fica fundamentalmente en Pamplona, ciudad donde reside. Sus fotos han aparecido de manera espor¨¢dica en distintos peri¨®dicos, revistas y algunos libros de ¨¢mbito local.
Las im¨¢genes que presenta son retratos y escenas de vida cotidiana entre construcciones de adobe, suelos de arena o tiendas de lona. Pesa en ellas un claro conocimiento sobre los efectos de la direcci¨®n de la luz en los sujetos registrados, una iluminaci¨®n natural que llega generalmente por un lateral y confiere especial riqueza visual a los detalles.
Una interpretaci¨®n fr¨ªvola de las exposici¨®n nos podr¨ªa inducir hacia una err¨®nea interpretaci¨®n folcl¨®rica. Sin embargo, se trata de constataciones gr¨¢ficas en la vida cotidiana de ni?os, mujeres y hombres luchando por la supervivencia. En estos menesteres son pocas las estridencias ic¨®nicas. Manda la rutina y el todos los d¨ªas. Los rostros de quienes aparecen ante la c¨¢mara resultan decididos y tenaces, desprenden un tono amable y una acogedora simpat¨ªa que contrasta con su dura existencia. En ellos se fija el texto de la exposici¨®n al se?alar c¨®mo "la dureza del terreno contrasta con la suavidad de las miradas" o "las marcas en los rostros con la serenidad del tiempo". Con todo, resultan fotograf¨ªas tr¨¢gicas y al observarlas el espectador concluye que no fueron tomadas para agradar, sino para denunciar una situaci¨®n de incomprensible olvido e injusticia. En definitiva, un modelo de reportaje militante y de compromiso.
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