Militar, gestor y muy locuaz
Zapatero nombr¨® al general por consejo del presidente aragon¨¦s
"Me voy a sentar, ?qu¨¦ me est¨¢s diciendo?". Carlos G¨®mez Arruche (Ar¨¦valo, ?vila, 1945), entonces jefe interino del Mando A¨¦reo de Levante, se qued¨® at¨®nito cuando el ministro del Interior, Jos¨¦ Antonio Alonso, le dijo que hab¨ªan pensado en ¨¦l para ocupar la Direcci¨®n General de la Guardia Civil, para que, 18 a?os despu¨¦s, un militar volviera a la c¨²pula de esta organizaci¨®n de 73.000 miembros. Arruche sab¨ªa que el puesto era dif¨ªcil. Pero seguro que no esperaba ser cuestionado por el PSOE por sus declaraciones en el caso Roquetas ni tener una relaci¨®n tan fr¨ªa con Alonso.
Arruche, un hombre locuaz y considerado un buen gestor, no fue elegido por Alonso ni por Jos¨¦ Bono, ministro de Defensa. Fue Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero quien se fij¨® en ¨¦l, aconsejado por Marcelino Iglesias, presidente de Arag¨®n, que hab¨ªa trabado amistad con Arruche, piloto de caza, cuando estuvo destinado en Zaragoza.El nuevo director, casado y con dos hijos, confes¨® que sab¨ªa muy poco de la Guardia Civil. Tras jurar el cargo, fue recibido por Zapatero. "Me dijo que hab¨ªa tratado a muchos militares, que nuestro nivel es bastante alto, y que era un desperdicio para la sociedad no aprovecharlo", confes¨® a EL PA?S en mayo de 2004, en la ¨²nica entrevista en prensa que ha concedido.
El Gobierno lo ascendi¨® de general de divisi¨®n a teniente general para darle preeminencia sobre el generalato del instituto armado. Arruche era consciente de que su llegada creaba resquemores. Por eso no llev¨® bien que Alonso, sin contar con ¨¦l, se reuniera en abril con la c¨²pula de la Guardia Civil para tranquilizarla sobre el futuro militar del instituto armado. Arruche, adem¨¢s, es rechazado por las bases, representadas por las asociaciones profesionales, que insisten en pedir su dimisi¨®n.
Su paso por la comisi¨®n del 11-M, donde habl¨® de los fallos, previos a su nombramiento, de la Guardia Civil de Asturias en la trama de los explosivos, tambi¨¦n le granje¨® problemas, pero nada parecido a los del caso Roquetas, cuando ya sus relaciones con Alonso y Antonio Camacho, secretario de Estado de Seguridad, eran correctas y poco m¨¢s. Y fueron a menos porque, al ser preguntado por Roquetas, dijo: "Hay un asunto de un joven que le hab¨ªa dado un cabezazo al teniente [de Roquetas] pero que se sepa no tiene nada contrario en su expediente personal, que es lo que vale".
La frase le mereci¨® la cr¨ªtica de Alonso que, sin embargo, dijo que Arruche contaba con el apoyo del Gobierno, pese a que la vicepresidenta Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega se lo hab¨ªa negado. "Es un hombre poco pol¨ªtico", dijeron colaboradores y detractores. Cuando el asunto parec¨ªa apagado, lleg¨® Jos¨¦ Blanco y lo reabri¨®. Ni los m¨¢s cr¨ªticos entienden qu¨¦ pretend¨ªa el secretario de Organizaci¨®n socialista. "Si lo quieren cesar, que lo hagan, pero no pueden ponerle la cuenta atr¨¢s y dejarlo solo". El PSOE ha matizado que Blanco s¨®lo descalific¨® sus palabras, no su gesti¨®n. Interior y Defensa dicen que nada ha cambiado: "Arruche sigue". Zapatero y ¨¦l mismo tienen la ¨²ltima palabra. Sus detractores aventuran: "No se come el turr¨®n en la Guardia Civil". Arruche sigue de vacaciones en Pollen?a (Mallorca). Y calla.
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