Cuando la gente no quiere salir
A mi edad, lo bueno de ser un diletante y/o estar cambiando continuamente de profesi¨®n, medios y g¨¦neros, es que conoces y tratas a gente muy diversa. Los escritores s¨®lo frecuentan a sus colegas, a sus lectores, editores y agentes literarios, lo cual no es mucha gente, y adem¨¢s todos se mueven en el mismo c¨ªrculo de tiza. Lo cual es muy intransitivo, sobre todo porque el verbo que los re¨²ne ("escribir") es obligatoria y espl¨¦ndidamente transitivo; y cuando, por ejemplo, hablan de la crisis del sector, y ¨²ltimamente no paran, se refieren exclusiva y excluyentemente a la crisis del libro. Con los amigos del cine, que es un negocio de obligatorio contacto con esas masas que cada d¨ªa tienen m¨¢s tendencia a globalizar, ocurre otro tanto, y cuando se juntan masturban intransitivamente el mismo discurso de la crisis y nunca abandonan la burbuja gremial y local para explicar por qu¨¦ los espectadores est¨¢n desertando de las salas. En cuanto a los chicos de la televisi¨®n, te¨®ricamente m¨¢s j¨®venes, hipermodernos y sincronizados, lo mismo: la crisis de las audiencias televisivas espa?olas les trae por la calle de la amargura en vista del apag¨®n anal¨®gico que se avecina.
Los 15 puestos de cabeza son empresas que llevan a domicilio las cosas que antes hab¨ªa que consumir fuera de casa
Es que hace apenas una semana, cuando fui a devolver a mi nieto a sus padres, en Madrid, tuve los siguientes encuentros en la tercera fase cr¨ªtica. En el aeropuerto de salida me encontr¨¦ con un gran amigo, un importante profesional del sector de la distribuci¨®n cinematogr¨¢fica y propietario de un mont¨®n de salas, que me anunci¨® que estaba cerrando minicines en todo el norte porque, me dijo citando una vieja frase m¨ªa que yo hab¨ªa plagiado, "cuando la gente no quiere ir, Juan¨ªn, nadie la detendr¨¢".
En Madrid, aprovechando la escapada de mi encierro, tuve dos reuniones seguidas y muy incompatibles. La primera, a mediod¨ªa, en una importante editorial que hab¨ªa reunido a una docena de "profesionales expertos" (yo asist¨ª en calidad de "curioso") para hacer un brain-storming acerca de la aguda crisis del sector, porque, otra vez, cuando la gente no quiera ir a las librer¨ªas nadie la detendr¨¢. Por la tarde, durante un par de horas, se repiti¨® el culebr¨®n de la crisis con los queridos amigos del gremio de la tele, ignorantes de que les ocurr¨ªa otro tanto a los del cine y a los del libro. Unos pronunciaban espectadores, los otros lectores y los terceros audiencias, pero estaban hablando de esa muy intercambiable deserci¨®n de las masas de sus tradicionales lugares de consumo.
Sal¨ª deprimido hacia Barajas despu¨¦s de los encuentros y, luego de pedir un malta en el bar del aeropuerto, me compr¨¦ un n¨²mero atrasado de la revista Wired, que es mi biblia en esta globalizaci¨®n sin fronteras de g¨¦neros, medios, galaxias y consumos, otros diletantes. Y entonces, lo entend¨ª todo. En simple vuelo de ida y vuelta me hab¨ªan contado y detallado, por las tres partes intransitivas, tres crisis muy distintas, y las tres por parte de las mismas masas consumidoras. Pero se trataba de una crisis ¨²nica.
En la p¨¢gina 110 del n¨²mero 13.05 se establec¨ªa una lista de las 40 empresas m¨¢s importantes y rentables de esta globalizaci¨®n realmente existente, y que aqu¨ª fingimos ignorar porque esa informaci¨®n cuesta una pasta (6,80) y se est¨¢ mucho mejor desincronizados y mir¨¢ndonos el ego. Y resulta que entre las 40 de Wired, los 15 puestos de cabeza son empresas que se dedican a entregar a domicilio las cosas que antes hab¨ªa que consumir fuera de casa: en el cine, en las librer¨ªas, en el supermercado, en los megastores multimedia, en las tiendas especializadas y en las subastas. Ah¨ª estaban en el hit parade Amazon (entregar en casa libros y toda clase de objetos y formatos multimedia ), Netflix (llevar a domicilio en menos de 24 horas DVD de cine y series TV), Apple (el famoso iPod que introduce en los nidos adolescentes todos los ritmos del mundo), Google, Yahoo! y compa?¨ªa (consumir in situ toda la informaci¨®n del globo) o E-Bay (pujar desde el cuarto de estar por cualquier objeto del globo). Sin mencionar las empresas especializadas en videojuegos caseros, ordenadores caseros, supermercados caseros (Costco) y vergonzantes f¨¢rmacos azules a domicilio y sin receta (Pfizer).
Bingo. ?sa era la soluci¨®n a los tres problemas que me hab¨ªan llorado los queridos amigos en los tres sectores intransitivos tropezados en este veloz viaje de ida y vuelta. Como la gente no quiere ir, salir de casa, los deseos de las masas se entregan a domicilio.
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