Un 'Dr¨¢cula' can¨®nico
Bram Stoker escribi¨® Dr¨¢cula en 1897. En esa fecha naci¨® un mito moderno que s¨®lo tiene comparaci¨®n con el Frankestein de Mary Shelley. Precisamente en la famosa noche en que se reunieron los Shelley, Byron y su m¨¦dico Polidori, Mary decidi¨® escribir su Frankestein y Polidori empez¨® a perge?ar la primera historia que acredita literariamente la leyenda del vampiro. Sin embargo, quien levanta el asunto de una vez es Stoker. Rele¨ªda hoy, en esta soberbia edici¨®n de Valdemar, hay que confirmar que se trata de una novela extraordinariamente poderosa, una verdadera obra maestra. Curiosamente, mientras Frankestein es un producto imaginativo producto de la conmoci¨®n que van causando los avances de la ciencia de su tiempo, Dr¨¢cula es lo contrario: un imaginativo retroceso hacia el atavismo del miedo y las creencias fant¨¢sticas. Sin embargo, estoy de acuerdo en aceptar que es tambi¨¦n una "novela tecnol¨®gica" -en afortunada expresi¨®n del encargado de la edici¨®n- porque, efectivamente, en la lucha contra el salvajismo ancestral de Dr¨¢cula sus perseguidores utilizan "los m¨¢s recientes avances de la tecnolog¨ªa: fon¨®grafos, tel¨¦grafos, m¨¢quinas de escribir port¨¢tiles, rifles de repetici¨®n, lanchas de vapor, etc¨¦tera".
DR?CULA
Bram Stoker
Edici¨®n y traducci¨®n
de ?scar Palmer Y¨¢?ez
Valdemar. Madrid, 2005
688 p¨¢ginas. 29,90 euros
Arthur Conan Doyle dijo de Dr¨¢cula: "Es la mejor historia de diablerie que he le¨ªdo en muchos a?os. Resulta realmente asombroso que, a pesar de tratarse de un libro tan largo, capaz de suscitar tanto inter¨¦s y emoci¨®n, nunca haya un anticl¨ªmax". La afirmaci¨®n de Conan Doyle es exacta y cualquiera que conozca lo suficiente sobre la t¨¦cnica novelesca reconocer¨¢ que es todo un tour de force semejante ejercicio. Pero de ah¨ª proviene, precisamente, la sensaci¨®n de potencia que domina al lector mientras la va leyendo. Quiz¨¢ al lector actual le resulte algo premiosa en algunos momentos, pero a poco lector que sea, no podr¨¢ soltarla sin disgusto hasta poder continuarla al d¨ªa siguiente. La novela se debe a¨²n a la moral victoriana y cumple con las digresiones e implicaciones que ¨¦sta exige, aunque su modernidad, en t¨¦rminos literarios, no se ve afectada por ello.
Dr¨¢cula es una novela episto
lar; el g¨¦nero, acreditado formalmente en el siglo XVIII, alcanza aqu¨ª una complejidad de entramado y una variedad de posibilidades muy notables -voces, tratamiento del tiempo, simultaneidad y yuxtaposici¨®n, e incluso escritura dentro de la escritura, pues los personajes escriben, pasan a limpio, sacan copias, documentan...-. Toda la primera parte, que relata la espeluznante aventura de Harker en Transilvania, en el castillo del conde, es una verdadera lecci¨®n de suspense progresivo, pues no da un paso atr¨¢s, acumula efectos casi hasta el paroxismo y deja colgada la aventura en un momento escalofriante. Despu¨¦s, en un salto extraordinario, pasamos a la historia de Lucy, el doctor Seward y los otros pretendientes de ella, y con toda sutileza la figura del vampiro, ya en Londres, comienza a tomar forma, como en un inquietante andante que sucede a un allegro con brio. A partir de aqu¨ª, la estructura empieza a trabajar con los elementos narrativos que acabo de mencionar de manera que todas las voces del relato van articul¨¢ndose en torno a ese progreso sin desmayo que es una narraci¨®n, como bien se?al¨® Conan Doyle, que no tiene anticl¨ªmax. ?sa es una de las bazas principales de su poder¨ªo: el avance constante hacia el punto de encuentro de todos los personajes con Dr¨¢cula. La otra es el desarrollo del mito, cuya fuerza metaf¨®rica es insuperable. Y hay que decir que si el relato inicial de Harker es espl¨¦ndido, no lo es menos -una verdadera lecci¨®n para lectores y escritores- la carrera en pos del conde que huye de Londres, en cuyo final simb¨®licamente confluyen todos sus perseguidores para acabar en una ¨²ltima escena inolvidable.
La habilidad con que maneja
a los personajes de Mina -verdadera hero¨ªna de la historia- y de Reinfeld -cuyo valor de contraste dram¨¢tico tan bien advirti¨® Ford Coppola en su pel¨ªcula-, llev¨¢ndolos en paralelo durante un largo tiempo, es otra baza dram¨¢tica excelente. Incluso lo es encontrarse en esta relectura con tres momentos (p¨¢ginas 392, 508 y 613) en que Mina muestra de manera muy matizada un asomo de compasi¨®n por la condici¨®n del propio Dr¨¢cula. En fin, la fuerza del mito es tal que incluso algunas contradicciones en sus condiciones de existencia sobrehumana no perturban al lector m¨¢s que lo justo para hacer un alto antes de continuar la lectura sin perder un minuto. Contradicciones que, por otra parte, vienen se?aladas en las notas a pie de p¨¢gina.
Esta edici¨®n de Dr¨¢cula es un acierto total. Lo es de la editorial Valdemar -no pod¨ªan por menos de ser ellos quienes la publicasen- y lo es de Oscar Palmer Y¨¢?ez, que ha hecho un trabajo concienzudo y riguroso. El libro presenta una buena cantidad de ilustraciones, una traducci¨®n excelente y unos ap¨¦ndices que incluyen un cap¨ªtulo excluido, cr¨ªticas de la ¨¦poca, cronolog¨ªa y bibliograf¨ªa, mapas, textos de Stoker y una entrevista con ¨¦l y otros varios complementos de gran inter¨¦s, am¨¦n de gran profusi¨®n de notas que, en esta ocasi¨®n, enriquecen la lectura y no son obst¨¢culo para la misma. En fin, no cabe duda de que con esta edici¨®n el lector puede tener la satisfacci¨®n y la seguridad de que acoge en su biblioteca personal un Dr¨¢cula can¨®nico.
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