Con pie de cerdo: la melosidad
"El arroz chupa", dir¨ªamos parafraseando los anuncios antitabaco que ahora proliferan; y dir¨ªamos m¨¢s: el arroz nunca nos brinda sus virtudes antes de que lo degustemos en su totalidad, cuando su grano es desmenuzado con los molares y, roto en mil part¨ªculas, nos deleita con sabores sin cuento.
Pero mientras eso sucede permanece en sus virtudes: ni perfuma ni genera sabor durante el tr¨¢nsito que lo lleva de crudo a cocido, del campo a la boca. All¨ª, si la cocci¨®n se realiz¨® rodeado de agua pura y cristalina, sin mayores aditamentos, nos sabr¨¢ a los almidones que contiene, a una mezcla harinosa que no satisface al paladar aunque alimente y ayude a mantener los l¨ªquidos en nuestro organismo.
Es preciso que el cerdo, o la ¨¢nguila o el pato, se apoderen del tinglado, suelten sus aceites
Todos los pueblos de Oriente toman el arroz desustanciado, ayudando -los que tienen medios para ello- el trasiego hasta el est¨®mago con las carnes, los pescados o las verduras en una suerte de a banda, pero con la particularidad de que los aliviadores de la soledad han sido cocinados tambi¨¦n aparte, sin que sus sabores hayan sido mezclados por el agua y el calor.
Por esa raz¨®n los cultivos de aquellos pa¨ªses han optado por las variedades largas de la gram¨ªnea, que aunque ostentan una mala absorci¨®n de los sabores frente a los de grano m¨¢s redondeado, tienen una seguridad en la textura que les compensa.
?nicamente en otros pa¨ªses, algunos ajenos a nuestra cultura pero en general pr¨®ximos a ella, han insistido en hacer plato completo del arroz y le a?aden prote¨ªnas, vitaminas, grasas y sabores merced a los productos que acompa?an al principal en el desarrollo del guiso.
Como nos ilustran los fasc¨ªculos, en Egipto son capaces de realizar una cuasi paella con carnes y frutos secos -imagino que los cacahuetes toman la dimensi¨®n del garrof¨®-, o en la actual Sur¨¢frica rememorar la Alzira del tiempo en que dominaban los musulmanes y lo guisan con pasas, o con verduras, cordero y abundant¨ªsimas especias, esta vez -es de suponer- no tra¨ªdas de lejanas tierras.
Pero no logran algo fundamental: la melosidad; para ello es preciso que el cerdo -con sus pies-, o el pato, o la anguila, se apoderen del tinglado, suelten sus aceites y derivados, y merced a ello lo comido se deslice por el gaznate como un trineo, despu¨¦s de haber dejado en nuestra lengua y paladar lo mejor de s¨ª mismos.
D¨®nde comerlo
Restaurante Manolo. Paseo Mar¨ªtimo. Playa de Daimuz (Valencia). Tel¨¦fono: 96 281 85 68.
El Rac¨® del Pla. Calle Doctor Nieto, 42. Alicante.
Tel¨¦fono: 96 521 28 22
C¨®mo hacerlo
Arroz con pie de cerdo
- INGREDIENTES
500 gramos de arroz
2 manitas de cerdo
? oreja de cerdo
Tocino curado
1 blanquet
200 gramos de jud¨ªas
1 cebolla
1 tomate, sin piel ni semillas
1 cabeza de ajos
Aceite de oliva, sal, azafr¨¢n, piment¨®n, agua
- PREPARACI?N
Cocer las jud¨ªas con las manitas partidas, el blanquet, la oreja, el tocino, y la cabeza de ajos. Cuando est¨¦n cocidas, deshuesar las carnes y trocearlas.
Retirar el ajo y reservar las carnes con las jud¨ªas y el caldo por separado. Reducir este hasta que quede poco m¨¢s de un litro.
En una paella sofre¨ªr los dientes de ajo pelados y picados, la cebolla y el tomate. Echar el piment¨®n y darle vueltas. Tambi¨¦n el arroz, que se sofreir¨¢ durante un par de minutos.
A?adir el caldo junto con las carnes, las jud¨ªas y el azafr¨¢n majado con un poco de caldo.
Llevar a ebullici¨®n dicho caldo y echarlo a la paella junto con todos los componentes, donde deber¨¢ hervir a fuego fuerte durante 10 minutos, continuando otros 10 minutos a fuego medio.
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