Los l¨ªmites de la publicidad
Los usuarios tienen derecho a denunciar cualquier anuncio que consideren ofensivo o peligroso. Los publicistas se quejan de que su libertad y creatividad est¨¢n coartadas y de que su trabajo sufre una discriminaci¨®n respecto a otros contenidos televisivos. El debate est¨¢ servido.
A finales del pasado mes de junio, la Asociaci¨®n de Usuarios de la Comunicaci¨®n (AUC) denunci¨® a la firma Volkswagen por el anuncio en que un ni?o compite con otro por qui¨¦n aguanta m¨¢s tiempo imitando el ruido de un motor sin cambiar de marcha, momento que uno de ellos aprovecha para tomar aire. El otro aguanta hasta enrojecer porque su autom¨®vil tiene cambio autom¨¢tico. La AUC considera que viola una directiva comunitaria en la que se establece que "la publicidad por televisi¨®n no contendr¨¢ im¨¢genes o mensajes que puedan perjudicar moral o f¨ªsicamente a los menores".
La noticia caus¨® estupor no s¨®lo en los medios de comunicaci¨®n, sino tambi¨¦n entre la comunidad de los publicitarios. Sin embargo, en la provincia de Granada, un ni?o sufri¨® un desmayo y varias lesiones de car¨¢cter leve al querer comprobar cu¨¢nto tiempo pod¨ªa aguantar sin respirar, imitando el ruido del motor.
Si bien no es la primera ocasi¨®n en que se retira un anuncio que pocos hubieran pensado pod¨ªa resultar perjudicial, s¨ª es cierto que este hecho ha reabierto un viejo debate.
Creciente n¨²mero de denuncias. Aunque quejarse siempre ha sido un deporte nacional en Espa?a, no lo era tanto la reclamaci¨®n. Pero los espa?oles hemos aprendido a hacer uso de las reclamaciones formales que est¨¢n al alcance de la mano de los ciudadanos. Y esto es una buena noticia porque indica que estamos ante una sociedad m¨¢s madura que ha aprendido a exigir cuando lo considera necesario.
Entre los anuncios m¨¢s recientemente denunciados, se lleva la palma el de la marca de desodorante masculino Axe, con el eslogan "M¨¢rcales el Camino" y que recibi¨® la friolera de 153 reclamaciones por parte de diversas asociaciones que defienden los derechos de la mujer.
A veces, las quejas pueden tener fundamento. Otras, pueden parecer lo contrario. Veamos algunos ejemplos en los que, probablemente, no habr¨ªa un consenso en la legitimidad de la reclamaci¨®n. Por ejemplo, la Federaci¨®n Espa?ola de Caza emiti¨® una queja formal de la imagen que daba de sus asociados el anuncio de Renault en el que unos cazadores apuntan de forma atenazadora a un peque?o e inofensivo cervatillo. Otro ejemplo, el spot del Seat Ibiza Stella fue denunciado por mostrar unas letras peque?as que pasaban muy r¨¢pido por la pantalla, al considerar que se induc¨ªa con ello a la velocidad.
El coste de correr riesgos. Estos ejemplos muestran c¨®mo la libertad de los publicitarios para dar rienda suelta a su creatividad est¨¢ acot¨¢ndose m¨¢s y m¨¢s. Si bien es cierto que una queja infundada y exenta de raz¨®n devolver¨¢ al anunciante la posibilidad de emitir su anuncio, la din¨¢mica de los mercados va a otra velocidad que la din¨¢mica jur¨ªdica, as¨ª que no hay tiempo para tales debates. El da?o se produce en cuanto salta la noticia y, a¨²n m¨¢s, las marcas no pueden permitirse estar sin publicidad hasta que se dilucida el asunto. Por tanto, los fabricantes no pueden correr el riesgo y, ante la duda, acabar¨¢n aceptando campa?as m¨¢s seguras desde un punto de vista de comunicaci¨®n, aunque puedan resultar m¨¢s insulsas.
Ante esta restricci¨®n creciente a lo que se puede y no se puede mostrar en televisi¨®n, los publicitarios han desenterrado el hacha de guerra. Aducen, no exentos de raz¨®n, que se est¨¢ ejerciendo una discriminaci¨®n en tanto que las propias televisiones no dejan de emitir programas inundados de violencia, sexo e insultos (por no mentar la televisi¨®n basura y los contenidos morbosos que tanta audiencia concentran). ?Resulta que si se muestra violencia para vender es pernicioso y si se muestra violencia en un filme para distraer s¨ª es leg¨ªtimo?
De hecho, a¨²n es m¨¢s doliente en el caso de los anuncios, pues ¨¦stos pagan para ser emitidos, mientras que las pel¨ªculas cobran para ser emitidas. Al final, sucede que aquellos que pagan por sus contenidos est¨¢n m¨¢s perseguidos que aquellos a los que se financia. Tal es el argumento de los anunciantes y publicitarios. Y el debate est¨¢ servido.
Otro ejemplo de la contradicci¨®n legislativa, en lo que en materia de comunicaci¨®n y venta se refiere, es el consabido y ya manido tema del alcohol y el tabaco. No se pueden anunciar en televisi¨®n, pero se puede patrocinar una motocicleta que ocupar¨¢ m¨¢s cuota de pantalla que todos los anuncios que un refresco pueda pagar. Y es que, hecha la ley, hecha la trampa. Y a¨²n m¨¢s, ?por qu¨¦ est¨¢ permitido vender lo que est¨¢ prohibido publicitar? Desde luego, expresado as¨ª, no tiene ning¨²n sentido.
Paradojas publicitarias. La legislaci¨®n es abundante y las limitaciones se actualizan cada a?o. Algunas de las competencias en materia de publicidad de alcohol y tabaco se delegan a las comunidades aut¨®nomas, otras se hacen a escala estatal. Las marcas de alcohol y tabaco han concentrado sus inversiones all¨ª donde el gasto p¨²blico no puede abarcar todas las peticiones que recibe: cultura y deporte. El peso de las contribuciones econ¨®micas para financiar deportistas y m¨²sica por parte de marcas de alcohol y tabaco es tan elevado, que han conseguido, mediante esta estrategia, ejercer una formidable presi¨®n a los organismos reguladores para defender sus intereses. No est¨¢ mal: tabaco y alcohol financiando ejercicio y arte?
Fernando Tr¨ªas de Bes es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
Las soluciones
Ante esta situaci¨®n, los fabricantes han optado por regularse a s¨ª mismos. Autocontrol es, entre otros, un organismo que agrupa a medios, agencias y anunciantes para regular los contenidos publicitarios que ellos mismos emiten. Pretenden, de este modo, anticiparse a una situaci¨®n antes de que se genere.
La segunda alternativa consiste en diversificar las inversiones publicitarias hacia otros medios en los que poder actuar con mayor libertad, tal como Internet, el correo directo, revistas especializadas o el denominado "marketing' de experiencias".
No es un tema balad¨ª, dado que la comunicaci¨®n es uno de los elementos fundamentales del consumo, motor de la econom¨ªa. No lo es menos el proteger a los ciudadanos. El debate sigue abierto y durar¨¢ a¨²n mucho tiempo.
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