La gimnasta y su tirano
Huyendo de la mano dura del dictador Nicolae Ceausescu, y de los rudimentos amatorios de su hijo Nicu, Nadia Comaneci escap¨® de Rumania la ma?ana del 29 de noviembre de 1989. Camin¨® durante toda la noche por el bosque, siguiendo los pasos de un mercenario que la llevaba, manchada de lodo hasta la coronilla, por un trayecto helado, salvaje y pantanoso. En cuanto puso los pies en Hungr¨ªa fue subida a un todoterreno que la llev¨® hasta un aeropuerto austriaco, y ah¨ª cogi¨® un avi¨®n rumbo a Estados Unidos donde empez¨® un exilio indiscreto jaleado por la prensa y los medios de comunicaci¨®n. Un exilio tormentoso que ella soportaba con entereza pues acababa de salir del tormento real que era su vida de gimnasta en el pa¨ªs de Ceausescu. En medio de aquel jaleo la revista Newsweek public¨® que Nadia Comaneci hab¨ªa vivido en Rumania como rock star y que el brutal Ceausescu le hab¨ªa dado una villa de ocho habitaciones, una dacha, un autom¨®vil, joyas y una plantilla numerosa de sirvientes. Una vez abierta la caja de los truenos la informaci¨®n oscura sobre la gimnasta inund¨® las p¨¢ginas de la prensa turbia y de las revistas del coraz¨®n, dos ejemplos: que a los 15 a?os, despu¨¦s de su inolvidable actuaci¨®n en los Juegos Ol¨ªmpicos de Montreal, hab¨ªa tratado de quitarse la vida bebiendo medio litro de lej¨ªa; y que hab¨ªa sostenido un romance con Nicu, el hijo bruto del brutal Ceausescu, que adem¨¢s de tenerla sometida a los caprichos de su rudimentaria fogosidad, le mandaba arrancar las u?as cada vez que Nadia no aceptaba por las buenas sus caprichos. La gimnasta ha negado siempre estos horrores que, por otra parte, le iban perfectamente al pa¨ªs que le daba asilo y que la salvaba de las tinieblas del mundo comunista. Lo que s¨ª es rigurosamente cierto es que a partir de 1981, ocho a?os antes de que lograra escaparse por Hungr¨ªa, Bela y Marta Karoloyi, sus entrenadores, aprovecharon una gira por el extranjero para fugarse y esto tuvo secuelas en la vida de Nadia, porque a partir de entonces el dictador Ceausescu, temiendo que desertara tambi¨¦n lo mejor de Rumania que era ella, la someti¨® a una rigurosa vigilancia que inclu¨ªa la revisi¨®n y el fisgoneo de su correspondencia, sus llamadas telef¨®nicas y en general su vida ¨ªntima, y adem¨¢s la prohibici¨®n de salir del pa¨ªs a competir. En aquella gira donde se fugaron sus entrenadores, Nadia se exhibi¨® en 11 ciudades de Estados Unidos y aquel esfuerzo dej¨® 1.000 d¨®lares para la gimnasta que lo hab¨ªa hecho absolutamente todo, y 250.000 para las arcas del dictador.
Su encanto era de otro mundo, ven¨ªa de Rumania, un pa¨ªs lejano y misterioso que nos ten¨ªa acostumbrados a Cioran y los vampiros
Vive en Norman, Oklahoma, y viaja mucho promocionando el deporte del que fue reina indiscutible
Nadia Comaneci naci¨® el 12 de noviembre de 1961 en la ciudad de Onesti y tuvo una infancia perfectamente normal hasta los seis a?os, hasta el d¨ªa en que jugaba a ser gimnasta en el patio del colegio y, por obra de la casualidad, fue vista por Bela Karoloyi, aquel entrenador que para fichar ten¨ªa un colmillo vamp¨ªrico. Nadia fue reclutada y comenz¨® a llevar una vida de mujer adulta de seis a?os que entrenaba todo el d¨ªa y que, cuando hac¨ªa bien las cosas, recib¨ªa de su entrenador el regalo de una mu?eca. En 1976, cuando era una mujer madura de 14 que ya hab¨ªa cosechado algunas medallas de oro y 200 mu?ecas regaladas, lleg¨® a los Juegos Ol¨ªmpicos de Montreal y no s¨®lo destron¨® a la reina Olga Korbut, tambi¨¦n se convirti¨® en la primera mujer que obtuvo un 10 en las barras asim¨¦tricas, y despu¨¦s repiti¨® seis veces la misma haza?a del 10. En aquellos Juegos Ol¨ªmpicos cosech¨® cinco medallas (tres de oro, una de plata y una de bronce) y el coraz¨®n de todos los ni?os que rondaban su avanzada edad. Su encanto era de otro mundo, ven¨ªa de Rumania, un pa¨ªs lejano y misterioso que nos ten¨ªa acostumbrados a Cioran y a los vampiros, y de pronto llegaba ella, una princesa compacta rematada por una cola de caballo que se mov¨ªa por los aparatos con una destreza sobrenatural. "Desde un punto de vista biomec¨¢nico lo que hace Nadia es muy dif¨ªcil de conseguir", dijo Josef Goehler, un c¨¦lebre cr¨ªtico de esta disciplina. Adem¨¢s de su ins¨®lita biomec¨¢nica, Nadia terminaba siempre sus rutinas echada para adelante, con una sonrisa lavada por las nieves de los C¨¢rpatos y los ojos triunfales y sumidos en un par de ojeras transilv¨¢nicas que quitaban el aliento y el sue?o, y que con el tiempo, conforme Nadia iba desapareciendo, le fuimos endosando a Nastassja Kinski, otra ojerosa que no dejaba dormir. Desde luego entonces nada se sab¨ªa de las perradas que le hac¨ªan el bruto y su padre. En 1980, ya con m¨¢s a?os y m¨¢s kilos, compiti¨® en Mosc¨², y a pesar de que el tirano la hab¨ªa machacado, consigui¨® cuatro medallas (dos de oro y dos de plata). Luego vino la deserci¨®n de sus entrenadores y a?os despu¨¦s la suya. Contra toda estad¨ªstica rehizo su vida en Estados Unidos, o quiz¨¢ simplemente empez¨® a hacerla. Se cas¨® con Bart Conner, un gimnasta laureado y de musculatura c¨²bica, y junto con ¨¦l mont¨® una academia de gimnasia y una revista de nombre International Gymnast. Vive en Norman, Oklahoma, y viaja mucho promocionando ese deporte del que fue reina indiscutible, en fin, una vida contra toda estad¨ªstica, como dije, porque sus colegas de la ¨®rbita sovi¨¦tica sol¨ªan tener desenlaces desastrosos: Vera Caslavska acab¨® liada con la ley cuando su hijo asesin¨® a su ex marido; Zinaida Zoronina fue esfum¨¢ndose en un limbo alcoh¨®lico, similar al de Tamara Lazakovich, con el agravante de que ¨¦sta termin¨® en prisi¨®n; y Olga Korbut, la reina destronada por Nadia en Montreal, fue arrestada en 2002 por robar 19 d¨®lares en comida de un supermercado en Atlanta.
Cuando asfixiada por el r¨¦gimen Nadia escap¨® de su pa¨ªs, el destino se aline¨® en forma de chiste: Ceausescu fue depuesto y ejecutado el 25 de diciembre de ese mismo a?o, unos cuantos d¨ªas despu¨¦s de que Nadia, con lodo hasta la coronilla, se liberara por fin de su tirano.
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