Bajo la ropa
Se acab¨® el verano. Se acab¨® ense?ar tanto el cuerpo. Ahora las carnes fl¨¢ccidas se apoderar¨¢n m¨¢s que nunca de la calle, y la rechonchez ser¨¢ ¨ªntima y privada, secreta y furtiva, desafiando el fr¨ªo con una buena capa de grasa oculta bajo un grueso jersey de lana. Es el momento esperado para hartarse a comer por muchos tragaldabas que han sufrido lo indecible para lucir cuerpo en la playa, porque la gordura se ha convertido en algo punible socialmente, casi en algo perseguido, en un motivo de marginaci¨®n y de verg¨¹enza, a pesar de que por las playas han desfilado centenares, miles de gordos valientes ense?ando sus carnes a todo aquel que quisiera deleitarse en su contemplaci¨®n.
Dentro de poco, esto se acabar¨¢: seremos gordos an¨®nimos, porque los abrigos vendr¨¢n en nuestra ayuda. En unas semanas, el fr¨ªo obligar¨¢ a ocultar elegantemente las formas que nos delatan, no por pudor, sino por necesidad. Ya no seremos gordos, solamente iremos abrigados. La criminalizaci¨®n de la gordura decaer¨¢ en los medios de comunicaci¨®n, y nuestro letargo nos llevar¨¢ a engordar a¨²n m¨¢s. ?Acaso no es la vida una gran comilona? Caeremos en un pl¨¢cido gregarismo, en una ilusi¨®n de igualdad: gordos y flacos, por fin unidos bajo la ropa de invierno. Por unos meses, habr¨¢ paz entre la escualidez y la voluptuosidad, y un poco de grasa no ser¨¢ motivo de esc¨¢ndalo para la poblaci¨®n del hemisferio norte.
?Gordos es vuestro momento!, parecen clamar las calles preoto?ales, mientras se relajan las costumbres. Aquellos que quieren perder los kilos que han aumentado durante el verano se dan de bruces con los banquetes del invierno, y vuelta a empezar. ?La delgadez es una teor¨ªa equivocada! ?Ojal¨¢ nos lleven las lorzas al infinito!
?D¨®nde est¨¢n esos michelines que asomaban insolentemente debajo de la camiseta, con un simp¨¢tico bamboleo? ?D¨®nde esa barriga que flotaba en el agua como un gracioso bal¨®n de playa? La maldici¨®n de las dietas nunca podr¨¢ acabar con la tendencia a engordar de la poblaci¨®n, pero, a pesar de todo, los anuncios de sistemas para adelgazar contin¨²an multiplic¨¢ndose. La humanidad ha de sufrir. ?No es la gordura beat¨ªfica? Ahora a los gordos se les trata como si fueran despreciables, mientras que antes eran seres pac¨ªficos y bondadosos. Y no hay nada peor que estar gordo y querer disimularlo. Los socorristas dicen que muchos j¨®venes que intentan impresionar a las ni?as en verano pierden el conocimiento por meter tripa, pero ahora llega el invierno. Ni siquiera hace falta depilarse tanto el vello. As¨ª que ya lo saben: gordos y velludos. Qu¨¦ guapos vamos a estar.
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