El futuro y sus nostalgias
Hay algo en este filme, bellamente escrito y profundamente coherente con la trayectoria anterior de su creador, Fernando Le¨®n de Aranoa, que lo diferencia de Familia, de Barrio, de Los lunes al sol y que permite apreciar en lo que vale el riesgo que asume el director en la que es tambi¨¦n su primera pel¨ªcula como productor. Ese algo es, ni m¨¢s ni menos, el proponer una ficci¨®n que se aguanta s¨®lo con unos pocos hilos argumentales (una relaci¨®n a dos, la que establecen una prostituta espa?ola, Candela Pe?a, y otra extranjera, Micaela Nev¨¢rez; una peluquer¨ªa en la que recalan, de cuando en cuando, las putas de un barrio cualquiera de Madrid; una familia, la de Pe?a, pre?ada de esos silencios y esas angustiosas oquedades que tan bien conocen los espectadores del cine anterior de Le¨®n). Y nada m¨¢s. No hay aqu¨ª espacio para la peque?a heroicidad, como en Los lunes..., ni para el retrato sociol¨®gico, como en Barrio; ni siquiera elementos de suspense que mantengan la atenci¨®n del espectador.
PRINCESAS
Direcci¨®n: Fernando Le¨®n de Aranoa. Int¨¦rpretes: Candela Pe?a, Micaela Nev¨¢rez, Mariana Cordero, Llum Barrera, Violeta P¨¦rez. G¨¦nero: drama, Espa?a, 2005. Duraci¨®n: 113 minutos.
Y sin embargo, la (poca) acci¨®n de Princesas se asienta sobre bases no menos s¨®lidas. En primer lugar, en unos di¨¢logos cargados de sentido y, a ratos, recorridos por un extra?o h¨¢lito de belleza. Luego, en la forma en que se va trazando la relaci¨®n entre las dos protagonistas, que va subiendo pelda?os, pasito a pasito, de secuencia en secuencia, hasta un final no por esperado menos rotundo y satisfactorio. Y en tercer lugar, tambi¨¦n por elementos estil¨ªsticos in¨¦ditos en nuestro hombre, por ejemplo, una c¨¢mara muy ¨¢gil, que se mueve en los l¨ªmites de la luz y que dota a la escena de una cualidad de realismo superior incluso al de las anteriores pel¨ªculas de Le¨®n de Aranoa.
Todo ello al servicio, y es una opci¨®n que hay que aceptar y entrar en ella, o de lo contrario se queda uno limpiamente en fuera de juego, de una historia personal, en la que tal vez lo de menos es que sus protagonistas sean putas, y lo de m¨¢s, que sepan superar los l¨ªmites impuestos por un oficio siniestro y por unas condiciones sociales y legales r¨ªgidas y predeterminadas.
Habr¨¢ quien reproche al director que no profundice m¨¢s en el entorno de la prostituci¨®n, o que se pronuncie sobre algunos aspectos anexos a ellos que son los que un debate p¨²blico sobre el tema pretender¨ªa (legalizaci¨®n s¨ª o no, por ejemplo). Pero no es ¨¦sta la intenci¨®n de Le¨®n: mucho m¨¢s humilde, se limita a proponer una historia en la que lo que importa es el factor humano, los deseos truncos (esa "nostalgia de futuro" de que habla Pe?a), la dureza del d¨ªa a d¨ªa. Esta opci¨®n resta discurso social, es cierto, pero no desmerece ni un ¨¢pice el fondo de la historia, ese cari?o que crece en el infortunio, esa relaci¨®n que se ahonda en la desgracia, pero sin caer nunca en llantos f¨¢ciles ni en tremendismos al uso: el equilibrio que obtiene Le¨®n de Aranoa entre emoci¨®n y descripci¨®n de personajes es, de lejos, el mayor patrimonio de un filme que se beneficia de otros muchos valores: de un trabajo sobresaliente de sus int¨¦rpretes (y en especial de Pe?a: es su mejor interpretaci¨®n en 10 apretados a?os de una carrera muy autoexigente), de una factura impecable, de un gui¨®n primoroso, de unos di¨¢logos que parecen escritos desde el alma.
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