Todo sobre mi padre
En uno de sus libros m¨¢s curiosos, Los hechos, un remedo de memorias "corregidas" por su ¨¢lter ego Nathan Zuckermann, Philip Roth se refiere en tono de reproche a una supuesta mentalidad vulgar y machacona de su padre y lo hace en estos t¨¦rminos: "Siempre estaba hablando de jud¨ªos, de Newark y de mujeres...". Enseguida, el propio Roth, en un golpe humor¨ªstico de alto talento a?ade: "O sea, igualito que yo...". Ahora no viene al caso discutir cu¨¢les son las diferencias esenciales impl¨ªcitas en ese "igualito que yo...", que tanto pueden unir en un lazo filial como separar de modo absoluto las obsesiones y lugares comunes de un agente de seguros (el padre de Roth) y el mayor escritor norteamericano vivo (Roth); el asunto es que Hanif Kureishi realiza una operaci¨®n similar, una muy arriesgada intervenci¨®n quir¨²rgica, en su nuevo libro. Y hablamos de riesgo en esa doble disecci¨®n de la propia alma y el alma paterna por diversas razones. La primera, que parece obvia y no lo es en absoluto, resulta del hecho de que no nos hallamos aqu¨ª ante una obra de ficci¨®n. Disculpen esa luz de quir¨®fano que ilumina una y otra vez mis comparaciones, pero aunque cada d¨ªa se ponga m¨¢s en duda, la buena ficci¨®n es el mejor bistur¨ª cuando se trata de hablar, no tanto de secretos innombrables como de mitos improfanables. El padre de Kureishi -como ¨¦ste ya explic¨® en un magn¨ªfico ensayo de So?ar y contar- intent¨® sin ¨¦xito toda su vida convertirse en un escritor publicado, frustraci¨®n que aquel texto abordaba con una sabidur¨ªa y una franqueza que lo alejaban de todo patetismo sentimental. Por otro lado, el padre siempre anim¨® al hijo a que fuera escritor (algo en verdad raro entre los progenitores de clase media baja en el mundo occidental, por citar uno de los mundos posibles). Sin embargo, ni el ¨¦xito de su hijo ni las historias que contaba llegaron a ser del gusto del padre. Una de las tesis impl¨ªcitas all¨ª era que a Kureishi padre le sobraban reda?os para robarle horas a la jornada y sentarse una ma?ana s¨ª y otra tambi¨¦n en su mesa de escritor antes de ir a la oficina; pero lo que le faltaba al padre y por lo visto el hijo posee (y ¨¦sa quiz¨¢ sea la fuente del talento) es lo necesario para hacer lo mismo, mientras se despoja a un tiempo de esa especie de dignidad que quiz¨¢ llegue a creer que posee quien evita la literatura. Esos son, al menos, los t¨¦rminos en que se plantea la idea de Kureishi.
MI O?DO EN SU CORAZ?N
Hanif Kureishi
Traducci¨®n de Fernando Gonz¨¢lez Corugedo
Anagrama. Barcelona, 2005
210 p¨¢ginas.
13,94 euros
Mi o¨ªdo en su coraz¨®n parte de la siguiente circunstancia. El agente literario de Kureishi le devuelve a ¨¦ste uno de los manuscritos que le envi¨® su padre y ning¨²n editor quiso publicar. En principio, el hijo se vuelve un comentarista de la literatura del padre, haciendo digresiones aqu¨ª y all¨¢ cuando lo considera necesario. Pero, de alg¨²n modo, el discurso se distorsiona, como si enloqueciera: la personalidad y hasta cierta elocuencia machacona y poco profesional del padre domina al hijo, quien siente c¨®mo van cayendo las m¨¢scaras del "escritor", de la "estructura", del "dominio del material". Kureishi sabe que no hay justicia po¨¦tica en lo que hace, est¨¢ profanando los porqu¨¦s m¨¢s inc¨®modos de una existencia que es suya y no es suya. En palabras del autor: "?C¨®mo puede ser cruel la mera curiosidad?".
Los libros no publicados del padre de Kureishi son planetas alrededor de los cuales orbitan los mismos asuntos que han poblado la obra del hijo: el desarraigo, la vocaci¨®n y la responsabilidad, la familia, el racismo, el suburbio... Todo eso puede explicarse y razonarse; pero lo otro, el motivo verdadero que empuja a la lectura de esos manuscritos, quedar¨¢ all¨ª para siempre, tras la cortina de humo que ser¨¢ olvido con el sucederse de las generaciones.
Plantear los t¨¦rminos de esa tragedia es casi rid¨ªculo, por obvio; pero eso no suaviza ni por un momento el dolor: nada podemos hacer por un padre porque es imposible ser contempor¨¢neo de tu padre; la muerte del padre libera y hunde al mismo tiempo: uno no es y desde luego no ser¨¢ nunca su padre mientras puede que sea lo m¨¢s parecido a esa persona que el mundo dar¨¢.
El asunto de este libro es muy hermoso. Pero ?hace un asunto hermoso un libro hermoso? Al acabar la lectura, he tenido la sensaci¨®n de que, una de dos, o Kureishi se hubiera debido embarcar en un libro m¨¢s extenso y ambicioso, llegando a los l¨ªmites de su pensamiento o de su imaginaci¨®n creadora seg¨²n el g¨¦nero que eligiera, o el preciso y espl¨¦ndido apunte chejoviano de So?ar y contar era m¨¢s que suficiente. Y lo era por lo que dejaba de decir.
En este libro, m¨¢s all¨¢ de la valent¨ªa, se deduce un desali?o cuya fuente uno sospecha originaria de la tercera forma de tener reda?os para ser escritor: escribir el libro que necesitamos escribir porque as¨ª ha de ser; no el que necesitamos escribir para seguir siendo escritor. Si Kureishi tiene alguna duda sobre ello, deber¨ªa pregunt¨¢rselo al mismo Philip Roth que retrata como marido de Claire Bloom a mediados de los ochenta, desencantado entonces, al parecer, de la escritura de ficci¨®n. Philip Roth sali¨® del jard¨ªn ingl¨¦s para hacer lo que ha hecho, que no son precisamente espejismos de libros hermosos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.