La tragedia de la calle del Sauce
Todos los d¨ªas un trabajador de la construcci¨®n muere en Espa?a. Las causas se repiten: ca¨ªdas, golpes, aplastamientos. Sin embargo, el peor accidente del sector ocurrido en nuestro pa¨ªs, en el que 10 obreros fallecieron el pasado 13 de enero en Burgos y otros dos estuvieron meses al borde de la muerte, tuvo su origen en una explosi¨®n. Jos¨¦ Luis Garachana, un pe¨®n de 48 a?os, trasegaba gasolina de una garrafa a un equipo electr¨®geno en el interior de un vestuario de su empresa cuando estall¨® el combustible. Ardi¨® el techo de poliuretano. La puerta met¨¢lica se cerr¨®. Imposible escapar. Nadie sabe qu¨¦ desencaden¨® la deflagraci¨®n. Por descarte, hablan de un cigarrillo. Ni la polic¨ªa ni el juez hallaron la colilla. Todos conocemos las consecuencias: 12 personas abrasadas y envenenadas por la inhalaci¨®n de vapores t¨®xicos. Otras dos lograron escapar.
"Estaban juntos, al fondo, chamuscados; hab¨ªan intentado protegerse la cara y ten¨ªan la piel de las manos como si fueran guantes", cuenta un bombero
El v¨ªdeo realizado al d¨ªa siguiente muestra una lonja en la que se agolpan generadores, una peque?a excavadora, garrafas de combustible, bombonas...
Arranz Acinas es m¨¢s que una empresa. Por Burgos, uno se topa en cada rinc¨®n con edificios proyectados, construidos y vendidos por la extensa familia Arranz
"No queremos su dinero; queremos que se sepa la verdad, un resarcimiento moral; que Arranz Acinas reconozca que lo hizo mal", exige la viuda de Tejido
Sobre el papel, todo era legal. Con m¨¢s de 50 a?os a la espalda, la constructora, Arranz Acinas, est¨¢ considerada una compa?¨ªa tradicional, seria y paternalista; un orgullo local. La primera empresa de la ciudad, con una facturaci¨®n de 120 millones de euros, 800 puestos de trabajo y muchos m¨¢s inducidos. Y una amplia labor social: del patrocinio de un equipo de baloncesto femenino a la integraci¨®n laboral de autistas. "Siempre hemos estado volcados con los trabajadores. Nunca hemos hecho reducci¨®n de plantilla, mantenemos nuestros propios talleres y nunca subcontratamos", afirman.
Arranz Acinas es mucho m¨¢s que una empresa. En un breve paseo por Burgos, uno se topa en cada rinc¨®n con edificios proyectados, construidos y vendidos por la extensa familia Arranz, que copa el organigrama del grupo. 12.000 viviendas llevan su firma en la ciudad. Sobre el papel, Arranz cumpl¨ªa todas las normas de prevenci¨®n de riesgos laborales. Todos los controles estaban activados. Todas las inspecciones, auditor¨ªas, planes de seguridad y salud. En teor¨ªa. Porque algo fall¨®. Nadie, al parecer, se percat¨® del peligro que corr¨ªan aquellos obreros semiocultos en una lonja perdida en el populoso barrio de Gamonal.
Ni siquiera los bomberos sab¨ªan qu¨¦ se iban a encontrar esa ma?ana del 13 de enero mientras se dirig¨ªan a apagar un incendio rutinario. "Hab¨ªa mucho humo. Nos pusimos los equipos de respiraci¨®n y entramos. A medida que sac¨¢bamos cuerpos, yo no daba cr¨¦dito; me preguntaba: ?pero qu¨¦ es esto; c¨®mo ha podido pasar! Estaban juntos, al fondo, chamuscados; hab¨ªan intentado protegerse la cara y ten¨ªan la piel de las manos colgando, como si fueran guantes", describe uno de los que particip¨® en el rescate.
Ra¨²l Benito, Jos¨¦ Luis Bustillo, ?ngel Garc¨ªa, Jos¨¦ Luis L¨®pez Garachana, Ethmane Ould, Rodrigo P¨¦rez Juez, Manuel Rey, Benjam¨ªn Santamar¨ªa, Alejandro Scarpellini, Benjam¨ªn Tejido, Rub¨¦n Vallejo y Jos¨¦ Vicario murieron antes de iniciar su jornada en la construcci¨®n del carril-bici de Burgos, una obra financiada por el Ayuntamiento del PP, presidido por el ex ministro de Trabajo Juan Carlos Aparicio (quien no ha querido hablar para este reportaje). Un proyecto que hered¨® del anterior consistorio del PSOE y en el que nunca crey¨®. El PP siempre lo consider¨® un derroche. Una obra dif¨ªcil, t¨¦cnicamente artesanal, sujeta a las inclemencias del tiempo y las protestas vecinales, que le supuso durante m¨¢s de un a?o a Arranz Acinas (y al Ayuntamiento) dolores de cabeza y p¨¦rdidas econ¨®micas. Seg¨²n fuentes del sector de la construcci¨®n, la constructora estaba a punto de tirar la toalla. S¨®lo esperaba una ocasi¨®n para rescindir el contrato. "Arranz aquilat¨® tanto el presupuesto para ganar el concurso p¨²blico que se pill¨® los dedos y tuvo que recortar gastos. Y en vez de alquilar una caseta de obra, que cuesta 240 euros al mes con aire acondicionado, los meti¨® en ese local", explica Juli¨¢n Juez, secretario provincial de UGT.
Las im¨¢genes del siniestro
A las 8.30 horas de aquel jueves, los 12 trabajadores a¨²n se estaban poniendo el mono en el interior de ese local, en el que desde hac¨ªa tres meses se cambiaban, descansaban, com¨ªan e intentaban protegerse del intenso fr¨ªo burgal¨¦s rodeados de combustible y maquinaria. El v¨ªdeo realizado al d¨ªa siguiente del accidente por el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 2 muestra una l¨®brega lonja di¨¢fana; suelo de hormig¨®n, paredes de ladrillo, en donde se agolpan sin orden generadores, una peque?a excavadora, garrafas de combustible, bombonas de butano y herramientas el¨¦ctricas. No hay retrete. Para eso estaba el vecino bar La Pulper¨ªa. Perchas clavadas a la pared y bancos corridos. Y un mugriento lavabo.
El v¨ªdeo del juzgado se detiene un momento en la ¨²nica puerta del local: dos hojas de chapa que se abren hacia dentro; su apertura hacia la calle es imposible, est¨¢ por debajo del nivel de las baldosas de la calle. El techo est¨¢ inyectado con una capa de poliuretano. Su combusti¨®n produjo gases de cianuro. En el v¨ªdeo no se aprecian extintores. "Y con un golpe de espuma se hubiera apagado en segundos", afirma el mismo bombero. "Mezcle bajo el mismo techo maquinaria, combustible, poliuretano, una puerta que no se abre hacia el exterior, ausencia de medios contra incendio y una nula formaci¨®n en prevenci¨®n de riesgos por los obreros y, si algo falla, tiene la tragedia servida", analiza Juez, el sindicalista que ha luchado durante estos meses por los derechos de los damnificados.
?Por qu¨¦ ninguno de los trabajadores se quej¨®? "Se nota que no conoce c¨®mo funciona esto. T¨² vas donde te mandan. Hay que trabajar, y no te vas a cambiar de ropa en la calle; pues te metes donde te dicen". Con enorme dificultad, Ra¨²l Benito, de 42 a?os, arranca respuestas a su maltratada tr¨¢quea. Ra¨²l es uno de los dos supervivientes de la calle del Sauce. El otro, Jos¨¦ Vicario, de 57 a?os, est¨¢ internado en una residencia. Ra¨²l, un hombret¨®n de casi dos metros, ingres¨® en el hospital con un 37% de cianuro en la sangre; estuvo 20 d¨ªas en coma, sufri¨® paradas cardiacas y le fueron realizadas dos traqueotom¨ªas. Ha sobrevivido. Tiene par¨¢lisis, injertos en la cabeza y las manos y ha perdido un dedo. No se conoce el alcance de sus lesiones cerebrales. Pero sus juicios son coherentes. Aunque teme enemistarse con Arranz Acinas: "Y entonces, ?qu¨¦ hacen mi mujer y mis hijas? Pero no le puedo decir una cosa clara: la empresa es responsable. Tuvimos mala suerte, pero si las cosas no hubieran estado tan mal hechas, nadie hubiera muerto".
-La empresa niega que se utilizara ese local como vestuario...
-Mire, eso era un vestuario. Dicen que no lo sab¨ªan... que eso me lo suelte a la cara el sobrino del jefe, que me mand¨® en persona poner la puerta.
-?Qui¨¦n es el sobrino del jefe?
-Jos¨¦ Luis Arranz Jaramillo.
La direcci¨®n de la empresa, representada por su director general adjunto, Jes¨²s Arranz Monje, remacha el argumento de que desconoc¨ªa la existencia del local de la calle del Sauce: "No sab¨ªamos que esa cuadrilla estaba all¨ª; yo ni sab¨ªa que tuvi¨¦ramos esa lonja. En todo caso, era un local de descanso y de apoyo. No eran vestuarios. Los utilizaban y no s¨¦ por qu¨¦. Esos d¨ªas hac¨ªa mucho fr¨ªo...".
Jes¨²s Arranz insiste en que Arranz Acinas no se siente responsable de las muertes. "Fue una fatalidad. Una concatenaci¨®n de causas dif¨ªciles de explicar. Una suma de mala suerte. Pero estamos volcados con las familias. Hemos tenido distintas negociaciones y hemos llegado a un acuerdo amistoso con seis o siete y no nos importa el dinero".
Enfrente, todas las familias piden justicia: "No queremos su dinero; queremos que se sepa la verdad, un resarcimiento moral; que Arranz Acinas reconozca que lo hizo mal; que nuestros maridos e hijos no ten¨ªan que haber estado en ese garito. No es cuesti¨®n de dinero, sino de dignidad. Mi hija de 14 a?os me ha dicho que no pacte, que la memoria de su padre no se compra", exige Maricarmen Rastrilla, viuda de Benjam¨ªn Tejido.
Un profundo silencio
La conmoci¨®n en Burgos dur¨® unos pocos d¨ªas de enero. Pasados los funerales, se hizo un profundo silencio. Los familiares coinciden en las iniciales buenas intenciones de la empresa. "Nos pagaron el entierro y nos dijeron que todo se iba a arreglar. As¨ª que decidimos vivir nuestro dolor hacia dentro". Y la vida continu¨®. El d¨ªa 23 de enero cumpli¨® un a?o la hija peque?a de Alejandro Scarpellini. El d¨ªa 2 de febrero vino al mundo Rebeca, la hija que Rub¨¦n Vallejo no vio nacer. Hoy, Ra¨²l Benito hubiese cumplido 21 a?os. Y en estos meses, Ethmane, un saharaui de 34 a?os, quiz¨¢ hubiera conseguido homologar su t¨ªtulo de odont¨®logo.
No ha habido aspavientos por parte de las 12 familias. Ni por los partidos ni por los sindicatos ni por la ciudadan¨ªa. ?ngel Olivares, anterior alcalde, del PSOE, intenta explicar ese silencio: "El problema es que el accidente le ha pasado a una empresa prestigiosa, y ha habido una tendencia psicol¨®gica a achacar ese accidente a la fatalidad. Piense que ninguna empresa del sector aguantar¨ªa una inspecci¨®n en profundidad. Y en ese caldo social, todos pensaban que se iba a llegar a un acuerdo".
A punto de concluirse la instrucci¨®n judicial de la causa iniciada a ra¨ªz del accidente (5.000 folios y 20 declaraciones), el magistrado Miguel ?ngel Mart¨ªn Maestro, titular del Juzgado N¨²mero 2, confirma que ha sido un proceso "en el que ninguna parte ha dado guerra". El equipo de abogados de la empresa ha debido estar negociando discretamente con las familias para que no fueran a juicio como acusaci¨®n particular. Pero algo ha pasado. Una chispa. Y, de pronto, est¨¢n personados tres sindicatos como acci¨®n popular (CC OO, UGT y CGT) y varias familias. Y el fiscal, como ministerio p¨²blico. Y se va a llegar hasta el final.
Un pol¨ªtico de la ciudad define esa situaci¨®n de calma tensa como "una infecci¨®n debajo de la postilla". Desde el primer momento, todo Burgos pens¨® que las familias iban a pactar con la empresa. Y que nunca un miembro de la familia Arranz se sentar¨ªa en el banquillo. Son demasiado poderosos. La primera en una ciudad donde (dicen) mandan los constructores. Donde los medios de comunicaci¨®n pertenecen a los constructores. Donde los constructores corruptos no van a la c¨¢rcel. Basta con echar un vistazo a las penas incumplidas del caso de la construcci¨®n, que conmocion¨® la vida burgalesa en los ochenta y noventa. "Y ¨¦sta es una ciudad con falta de cultura pol¨ªtica", analiza Olivares, "que desconf¨ªa en la administraci¨®n de justicia; que desconf¨ªa en la democracia y sus controles; en la que proliferan los partidos antisistema que desempe?an un papel parecido al del Frente Nacional en Francia. Y en ese marco, la idea extendida es que esa constructora es muy poderosa y puede comprar al que quiera".
Todos pensaban que Arranz pagar¨ªa las indemnizaciones. Y asunto acabado. Una pr¨¢ctica habitual en los accidentes de trabajo: las familias reciben dinero de la empresa a cambio de no personarse en el procedimiento penal. Acuerdos que a menudo se firman en el ¨²ltimo momento en los pasillos del juzgado. Y sin acusaci¨®n particular, los fiscales rara vez siguen adelante.
"Pero cuando tenemos un muerto sobre la mesa, no cabe hablar s¨®lo de una indemnizaci¨®n", explica Juan Terradillos, catedr¨¢tico de Derecho Penal de la Universidad de C¨¢diz y especialista en temas de accidentalidad laboral: "Hay que conseguir que los responsables de delitos contra la vida y la salud sean considerados delincuentes y condenados. Aunque su delito s¨®lo haya sido poner en peligro la vida de un trabajador, no hay que esperar a que muera nadie, ni nos podemos conformar con una indemnizaci¨®n. Hay que prevenir. Lo que pasa es que este tema de las indemnizaciones a cambio de que la familia no acuda al proceso penal es normal en los accidentes laborales. Las familias ven que pasa el tiempo y que necesitan dinero. Y eso beneficia a las empresas irresponsables, que, encima, no pagan de su bolsillo, sino con los seguros que tienen contratados".
"Y en esa contradicci¨®n vivimos", analiza Estrella, la viuda de Alejandro Scarpellini, encargado del tajo de la calle del Sauce y muerto a los 37 a?os. "Por un lado, quieres que paguen los responsables. Pero, por otro, los abogados me dicen que pueden pasar a?os con los recursos y que ese dinero es el futuro de mis hijas... Y yo vivo en la contradicci¨®n de recibir un dinero para mis hijas de los mismos que le han quitado la vida a su padre".
La tragedia que describe Estrella la sufren todas las familias. Es una dura elecci¨®n. Algunas ya han firmado un acuerdo amistoso con Arranz Acinas y han recibido el primero de los tres cheques pactados. En torno a 107.000 euros para los solteros sin hijos; 25.000 m¨¢s para los que ten¨ªan pareja, y alrededor de 226.000 euros para los que ten¨ªan dos hijos. La mayor¨ªa de los familiares sigue en la tremenda duda interior de seguir el proceso o coger el dinero.
El informe de la inspecci¨®n
Una lucha ¨ªntima. Una lucha de meses. Y, de pronto, cuando todos daban por sentado el pacto, sale a la luz el informe de la Inspecci¨®n de Trabajo, publicado a mediados de abril, que culpa del accidente a Arranz Acinas. El informe habla de la responsabilidad de la constructora, "al establecer unas condiciones de trabajo inadecuadas que han supuesto la existencia de un riesgo materializado en un accidente de trabajo por incendio o deflagraci¨®n que afect¨® a 12 trabajadores. La empresa ha permitido la utilizaci¨®n de los vestuarios para otros fines de los propios de ¨¦stos, no controlando que se depositara en el local material combustible y que se realizaran operaciones de manipulaci¨®n del mismo en su interior no adopt¨¢ndose ninguna medida preventiva. Este local se ven¨ªa utilizando de forma habitual por los trabajadores como vestuario desde hac¨ªa varios meses, teniendo conocimiento la empresa de esta circunstancia". La inspecci¨®n califica de "muy grave" la infracci¨®n de Arranz Acinas.
Palabras mayores. Esa calificaci¨®n ya no se traducir¨ªa en un par de millones de euros en indemnizaciones, sino en la imposibilidad para Arranz Acinas de participar en licitaciones p¨²blicas durante un periodo comprendido de cinco a ocho a?os. Un batacazo para la empresa. Y la artiller¨ªa legal de la constructora comenz¨® a batir.
En sus alegaciones al acta de la inspecci¨®n, Arranz Acinas no ha dejado t¨ªtere con cabeza. El texto de la defensa presenta a los trabajadores como los responsables del accidente. Adem¨¢s, dos de los trabajadores fallecidos quedan severamente tocados en las alegaciones: Jos¨¦ Luis L¨®pez Garachana, "el imprudente" que manipulaba el combustible, y el encargado del tajo, Alejandro Scarpellini, que, afirman, hab¨ªa recibido un curso de prevenci¨®n de riesgos laborales por correspondencia, pagado por la empresa, y no supo prever la cat¨¢strofe.
La guerra entre las familias y la empresa est¨¢ declarada. Las alegaciones han sido interpretadas como un insulto a la memoria de sus muertos. El magistrado Mart¨ªn Maestro afirma que "hay caso".
El proceso puede concluir con la petici¨®n de hasta 14 delitos de homicidio por imprudencia y otros 14 delitos contra la seguridad de los trabajadores. Sin embargo, fuentes de la investigaci¨®n dudan que el proceso alcance a los escalones m¨¢s altos de Arranz Acinas. "Posiblemente, la onda expansiva acabe en el encargado general de obras, Jos¨¦ Luis Arranz Jaramillo. Y siempre es as¨ª".
Nueve meses despu¨¦s de esa ma?ana de enero, en el n¨²mero 2 de la calle del Sauce uno tiene la sensaci¨®n de que aqu¨ª nunca ocurri¨® una tragedia. El local ha sido pintado por la constructora. Las huellas del humo han desaparecido. Y una brillante puerta met¨¢lica (se abre hacia fuera) sustituye a aquella de chapa que impidi¨® huir del fuego a los 12 trabajadores.
El infierno de las subcontratas
"LA CONSTRUCCI?N en Espa?a sigue siendo un sector donde determinados segmentos del ¨¢mbito empresarial-subcontratista vienen violando, vulnerando y quebrantando los derechos de los trabajadores; donde se obliga a trabajar en condiciones penosas y dram¨¢ticas, y se est¨¢ en peligro permanente en cada obra que se inicia". Esta sentencia, pronunciada por Fernando Serrano, secretario general de la Federaci¨®n Estatal de Construcci¨®n y Madera de CC OO, puede parecer apocal¨ªptica. A la vista de los datos, no lo es tanto. En lo que va de a?o, 200 personas han perdido la vida por accidentes laborales en nuestro pa¨ªs en el sector de la construcci¨®n. Una plaga, al parecer, imposible de atajar. En los ¨²ltimos ejercicios, las estad¨ªsticas oscilaron entre los 304 muertos contabilizados en 2002 y los 269 de 2001. De ah¨ª no bajan. En lo que va de a?o, por comunidades aut¨®nomas, Andaluc¨ªa es la m¨¢s castigada, con 35 muertos; seguida por Canarias, con 22; Castilla y Le¨®n, con 20; el Pa¨ªs Valenciano, con 19, y Madrid, con 18. Las causas se repiten: las ca¨ªdas en altura son responsables del 45,6% de los fallecimientos; el aplastamiento, del 22%, y los golpes y vuelcos con maquinaria, de un 18,5%.
La construcci¨®n, aunque ocupa s¨®lo al 12% de los trabajadores, origina m¨¢s del 27% de los accidentes. ?Motivos de este desequilibrio? El estudio An¨¢lisis cualitativo de la mortalidad por accidente de trabajo en Espa?a, de 2002, sit¨²a como causa importante a la subcontrataci¨®n: "Los subcontratados representaron un 54,5% de los accidentes mortales investigados de Construcci¨®n, un 19% en los de Industria y un 17,4% en Servicios".
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