Dos rostros contrapuestos para la tragedia
El alcalde y la gobernadora s¨®lo tienen en com¨²n su afiliaci¨®n dem¨®crata
Ray Nagin y Kathleen Blanco s¨®lo tienen en com¨²n su afiliaci¨®n dem¨®crata. ?l es el alcalde negro de una ciudad mayoritariamente negra y ella es la gobernadora blanca de un estado mayoritariamente blanco. ?l es pol¨ªtico sobrevenido y ella es pol¨ªtica de profesi¨®n. ?l no habla como un pol¨ªtico; ella, s¨ª.
Nagin, de 49 a?os y padre de tres hijos, entr¨® en pol¨ªtica porque le aburr¨ªa ser rico. Construy¨® una fortuna personal como ejecutivo en empresas locales de televisi¨®n por cable. Hace tres a?os, cansado con la espiral de corrupci¨®n y desempleo en Nueva Orleans, dej¨® su empleo y salt¨® a la carrera electoral hacia la alcald¨ªa. Entr¨® tarde, pero lleg¨® el primero. "No me meto a esto por el dinero; lo hago por nuestros hijos y nuestros nietos", dijo entonces.
Su historia se ajusta al patr¨®n m¨¢s cl¨¢sico del self-made man (hombre hecho a s¨ª mismo): en un pa¨ªs sin linajes, la riqueza se consigue con el trabajo y no con la herencia. La historia del pobre que llega a rico es el sue?o americano. Nagin era tan pobre que naci¨® en un hospital para indigentes. Ahora tiene en su cuenta corriente una de las mayores fortunas de la ciudad.
Nagin es el perfecto representante de Nueva Orleans, con aspecto de trompetista y gram¨¢tica de barrio. Sus llamamientos desgarrados cuando el Gobierno federal parec¨ªa de vacaciones convirtieron esa parsimonia en un bochorno nacional y una verg¨¹enza mundial. "?Que muevan el culo y hagan algo!", le espetaba a la Administraci¨®n del presidente George W. Bush.
Frente a ¨¦l -casi nunca a su lado- ha estado Kathleen Blanco, convertida en enero del a?o pasado en la primera mujer que gobierna Luisiana. Ella s¨ª se ajusta al modelo habitual de pol¨ªtico cauteloso en su comportamiento y complaciente siempre con el Gobierno federal. Tiene 62 a?os y una tragedia personal en su pasado reciente: uno de sus seis hijos se mat¨® a los 19 a?os en un accidente de trabajo.
Su condici¨®n de madre, dice ella, le permite estar acostumbrada a no dormir. Pero es ese lenguaje maternal, carente de la m¨¢s m¨ªnima indignaci¨®n, el que parece haber defraudado a muchos de sus votantes. Blanco hablaba de un futuro reconstruido en una Luisiana brillante mientras Nagin ped¨ªa soldados para evitar saqueos y violaciones.
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