Merkel pierde y gana
Gerhard Schr?der gan¨® a Angela Merkel el ¨²nico duelo televisado de la campa?a electoral. Pero las encuestas apuntan que, tras el 18 de septiembre, Alemania tendr¨¢ su primera mujer, y del antiguo Este, al frente de la canciller¨ªa. ?En coalici¨®n con qui¨¦n? Es lo que est¨¢ por ver. Lo ¨²nico demosc¨®picamente claro es que la alianza entre la socialdemocracia y los ecopacifistas se encuentra al final de sus siete a?os de vida.
A pesar de lo negro de estos augurios, los l¨ªderes de esta coalici¨®n, Schr?der y el ministro de Exteriores, Joschka Fischer, se agarran al clavo ardiente de que todav¨ªa hay un tercio de indecisos y de que la carrera se decidir¨¢ en los ¨²ltimos metros. Todo esto huele a optimismo t¨¢ctico, pero en las anteriores elecciones generales, en septiembre de 2002, esta coalici¨®n tambi¨¦n lleg¨® derrotada a la recta final y en las urnas se impuso por 6.027 votos que el SPD sac¨® a la democracia cristiana (CDU/CSU) sobre un censo de casi 62 millones de votantes. Entonces, las inundaciones catastr¨®ficas en el este de Alemania y el belicismo de Bush ante Irak sacaron del brete a la coalici¨®n de centro-izquierda. Ahora, el SPD y Los Verdes s¨®lo cuentan con el carisma de sus dos l¨ªderes y los posibles errores de Merkel.
La ventaja personal de Schr?der sobre Merkel se diluye ante el fracaso de los siete a?os de Gobierno y la falta de perspectivas de la econom¨ªa -cinco millones de parados- para un futuro que se presenta oscuro, a pesar del lema de su campa?a -"Confianza en Alemania"- y de las exportaciones. En la campa?a, el SPD y Los Verdes se han limitado hasta ahora a alabar su propia gesti¨®n e intentar poner de manifiesto que los recortes sociales ser¨ªan mucho m¨¢s duros e insoportables con un Gobierno de centro-derecha de democristianos y liberales (FDP)
. Schr?der tiene, adem¨¢s, un flanco abierto por su otro costado por el Partido de la Izquierda, integrado por el renegado Oskar Lafontaine y los poscomunistas del Este. Merkel viene del desencantado Este, pero se ha esfozado por no parecerlo. Es una de las paradojas del juego de espejos de estos comicios.
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