... Flotaba sobre las aguas
La cuesti¨®n de Dios o dioses flot¨® sin duda cuando para miles de seres era el ¨²ltimo d¨ªa de la creaci¨®n en Nueva Orleans. Para algunos fue positiva: el milagro se aproxim¨® en forma de perro, de salvavidas, de negro herc¨²leo o de guardia nacional. Para otros, al contrario, comprobar¨ªan que lo que hab¨ªa all¨ª era la Nada de Bush. Son peque?eces: cuando comparece el final definitivo, lo mismo da. No ser¨¦ yo el que desmintiese a un creyente en el momento de su muerte, el ¨²nico momento para el que realmente ha estado prepar¨¢ndose toda su vida. Los relatos que van apareciendo en la prensa americana a veces se adornan con estad¨ªsticas descalificadoras, como la que se?ala a Bush como el peor presidente en una situaci¨®n de cat¨¢strofe nacional. Creo haber se?alado ya que es inevitable que en la tragedia siempre busque el instinto a un ser superior, aunque sea Bush, para que le ayude; pero es inevitable que busque a quien culpar, y en ese caso pocos culpables les quedan a los creyentes m¨¢s que Dios. Espa?a es un pa¨ªs muy culpabilizador, y el espa?ol tiene siempre el dedo preparado para se?alar a alguien. Todos los pa¨ªses cat¨®licos lo son, y es misterioso c¨®mo la culpabilidad se ha impuesto a las palabras del fundador -o los fundadores- de los Evangelios que predicaban la ayuda, el perd¨®n.
En todo caso, lo m¨¢s doloroso que he le¨ªdo es la felicitaci¨®n de Al Qaeda por "la destrucci¨®n de Am¨¦rica". "La gran furia de Dios ha golpeado a los l¨ªderes de los opresores dejando miles de muertos y p¨¦rdidas de miles de millones de d¨®lares". Aseguran que esta cat¨¢strofe es "una respuesta a las s¨²plicas de los oprimidos". Por qu¨¦ en Nueva Orleans, por qu¨¦ entre los negros y no entre los blancos, entre los pobres y no entre los ricos, por qu¨¦ han ca¨ªdo antes los d¨¦biles que los fuertes, es algo que no se plantean. Pero si se lo plantearan siempre encontrar¨ªan razones. Es m¨¢s f¨¢cil encontrar muchas razones para defender lo falso que una sola raz¨®n para lo verdadero. En el Antiguo Testamento, tan lamentable, de donde viene el Cor¨¢n y la Biblia, las razones de perd¨®n y las de castigo se confunden en una serie de injusticias y crueldades que no se pueden aceptar y que permiten aclarar dudas: no se cree en un buen dios, signo que se consagra al hombre que le invoca como el peor justiciero. Luego lo remedi¨® el Evangelio; luego el Evangelio desapareci¨® en las voces de miedo para los catec¨²menos.
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