Pacto urban¨ªstico: el d¨ªa de los tramposos
Igual que a cada cerdo le llega su San Mart¨ªn, no hay verano que se precie si no incluye serpiente informativa. Tard¨® lo suyo pero lleg¨®. El 24 de Agosto, el Molt Honorable President de la Generalitat Valenciana debi¨® pensar que los t¨¦rminos en que se plateaba el debate pol¨ªtico oto?al no le eran suficientemente favorables, puso nuevo cebo en su ca?a de pescar y tom¨® la iniciativa de proponer a la oposici¨®n un "Pacto Urban¨ªstico". Vaya por Dios. Con la "cuesti¨®n de estado" hemos topado. El tono, solemne, como proced¨ªa: "Creo que tambi¨¦n llega el momento en el que podamos abordar con tranquilidad, con serenidad, pero tambi¨¦n con apuesta y compromiso mutuo un gran acuerdo en torno a lo que tiene que ser el desarrollo urban¨ªstico" (EL PA?S 24 de agosto, pg. 23). Dicho lo cual, dej¨® que el siempre sorprendente Rafael Blasco rematara la faena.
La lectura de la oferta no es muy complicada de hacer. Si la oposici¨®n acepta entrar al trapo, la iniciativa ha sido de un partido responsable como el PP y es muestra del talante democr¨¢tico y la madurez pol¨ªtica del mismo. Por tanto, m¨¢s puntos a favor. Y si la oposici¨®n se pone tonta y no acepta entrar en el juego, se les acusa de no tener "sentido de la responsabilidad" y de ser unos c¨ªnicos y sectarios. Buena jugada de ajedrez. Jaque a la reina. La situaci¨®n creada me recuerda el sorprendente final de aquella fant¨¢stica pel¨ªcula protagonizada por Henry Fonda y Kirk Douglas (El D¨ªa de los Tramposos) en el que el "bueno, justo y honesto" alcaide de la prisi¨®n (Henry Fonda) se lleva el tesoro que hab¨ªa escondido el travieso y evadido bandido (Kirk Douglas), cuando una inesperada serpiente de cascabel le impide sacar el bot¨ªn del escondrijo. En esta jugada, Camps -y, por delegaci¨®n Rafa Blasco- van de Henry Fonda y la oposici¨®n (y, por extensi¨®n, la sociedad valenciana que la ha votado) corren el grave riesgo de perecer envenenados y quedarse en rid¨ªcula posici¨®n.
Me imagino que a Rafa Blasco (probable inductor de la idea del Pacto) le encantan estos envites. Para desparpajo, el suyo. El d¨ªa 26 de agosto, coincidiendo "casualmente" con otra declaraci¨®n solemne del ¨ªnclito Benjam¨ªn Mu?oz, en la que, en nombre de la Asociaci¨®n de Promotores Inmobiliarios de la Comunidad Valenciana, apoyaba el Pacto y reclamaba "madurez pol¨ªtica" (?qui¨¦n habl¨® de cinismo?), el conseller salt¨® a la palestra y nos dio una lecci¨®n magistral. Dej¨® claro que el Pacto no pod¨ªa cuestionar lo realizado por el Consell, presumi¨® del gran consenso social que la consejer¨ªa hab¨ªa alcanzado con ayuntamientos de diferente color pol¨ªtico, pint¨® un panorama id¨ªlico de la pr¨¢ctica urban¨ªstica de su consejer¨ªa ("el urbanismo de esta Comunidad no tiene nada que envidiar al de ninguna parte de Europa"), cifr¨® sin temblarle el pulso en unos 65 o 70 los PAI que prosperar¨ªan y en unos 15 o 20 los nuevos campos de golf que se podr¨ªan ejecutar, volvi¨® a insistir en que 137 de los 470 Km. de costa est¨¢n protegidos (por fa, ?me los puede ense?ar en fotograf¨ªa a¨¦rea?) y, por ¨²ltimo, arremeti¨® contra los socialistas, acus¨¢ndoles de faltos de rigor, c¨ªnicos y sectarios. Remat¨® la fina faena citando a D¨¦nia, Gandia, Moncofa y Nules como muestra del "urbanismo depredador" que practican los criticones socialistas. Muy bien, como dicen en Castell¨®n. Una buena lecci¨®n.
?Conocen Vds. aquella canci¨®n de "No estamos locos y sabemos lo que queremos"? Pues eso. Una cosa es reconocer la inteligencia pol¨ªtica del adversario y otra muy distinta que le tomen a uno por imb¨¦cil. El gobierno del PP lleva m¨¢s de seis a?os practicando una pol¨ªtica territorial que s¨®lo beneficia a la insaciable voracidad inmobiliaria de nuestros bien amados promotores. Bajo la cortina de humo de una serie de nueva normativa llena de grandes y hueras palabras (mientras se "olvidaban" de redactar el reglamento de la LRAU), los datos estad¨ªsticos y los ojos del viajero coinciden en constatar el febril proceso de urbanizaci¨®n de nuestro territorio en nombre de una deseada "sociedad de calidad residencial" y de un "urbanismo sostenible".
En un tema tan sensible como el territorio (el cemento cien a?os dura) se ha hecho caso omiso de todas las recomendaciones de la Uni¨®n Europea sobre la sostenibilidad bien entendida, sobre los costes sociales del modelo de difusi¨®n dispersa, sobre el riesgo de ajuste brusco de una m¨¢s que probada burbuja especulativa, sobre el impacto ambiental negativo del modelo en curso. La imprudencia hecha gesti¨®n, en una palabra.
Es posible que haya todav¨ªa demanda residencial (y de golf) y que alg¨²n alma cr¨¦dula piense que estamos "obligados" a atenderla. Seg¨²n a qu¨¦ coste. Y hablo l¨®gicamente de costes sociales, de "externalidades" negativas, de esas que no recoge el precio de mercado. Comprendo perfectamente que un promotor (con expectativa de beneficios elevados) diga que ¨¦se no es su problema. Lo entiendo aunque sea una muestra de insolidaridad. Pero entiendo poco y mal el que los poderes p¨²blicos, aquellos que te¨®ricamente son los garantes de la res publica de la que habla el docto Benjam¨ªn Mu?oz, en lugar de presentar las cuentas de los costes sociales y tratar de convencernos de que son irrelevantes, lancen a la oposici¨®n el ¨®rdago del Pacto Urban¨ªstico que no es otra cosa -en los t¨¦rminos planteados- que comulgar (gratis) con ruedas de molino. Con el Estatut ya hemos tenido bastante.
Ser¨¢ una jugada pol¨ªtica inteligente pero es de una obscenidad preocupante (obsceno: imp¨²dico, torpe, ofensivo al pudor). Porque ofensivo al pudor es la connivencia de la consejer¨ªa con Mundo Ilusi¨®n, con Porxinos, con la "Bega" de Cullera, y con tantos centenares de negocios y pelotazos. Aunque a golpe de permisividad hayamos conseguido que la construcci¨®n sea el motor de nuestra econom¨ªa (dudoso ¨¦xito) y que los promotores puedan agitar el fantasma del paro y la recesi¨®n si no les dejamos "trabajar".
Claro que es cierto que en temas territoriales la izquierda no est¨¢ libre de culpa. El man¨¢ es muy tentador, los alcaldes no hacen bien los n¨²meros y la corrupci¨®n est¨¢ en la condici¨®n humana. Pero Blasco ha tenido el arrojo de mentar a D¨¦nia y Gandia. Gandia -supongo- por esa manifestaci¨®n ya realizada de 200 vecinos (encabezados por Fernando Mut) sobre los planes de la Marxuquera. Huele a podrido. Lo de Gandia -como lo de Moncofa o Nules- habr¨¢ que estudiarlo sin que a uno le duelan prendas pero lo de D¨¦nia es un atrevimiento. El ¨²nico municipio en Espa?a donde se han manifestado los promotores y constructores contra el Ayuntamiento porque "no les dejan colaborar en el desarrollo sostenible". Uno de los pocos casos en los que se intenta poner orden y donde Blasco ha denegado por segunda vez el plan de m¨ªnimos del Ayuntamiento. Ha querido la diosa Fortuna que hace 15 d¨ªas escasos visitara D¨¦nia y que un ex alumno me obsequiara con un paseo en coche para ver las peoras introducidas en los ¨²ltimos a?os y que el actual gobierno intenta (dif¨ªcil lo tienen) mitigar. Han reventado la ciudad. El crecimiento de las Marinas (a la izquierda de la carretera a Oliva) es impresentable: congestivo, de baja calidad, insostenible. Y quieren seguir. No y mil veces no.
En lugar de jugar al Pacto Urban¨ªstico, les propongo un ejercicio m¨¢s saludable: pactamos que Canal 9 produzca un programa donde se vea la evoluci¨®n del territorio valenciano desde 1996, lo difundimos y luego hacemos un refer¨¦ndum. Sin alcaides de pacotilla y sin manipulaci¨®n. ?Dios, qu¨¦ ingenuo soy!
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
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