La estrella fue Salgado
Los jardineros del Calder¨®n obedecieron puntillosos la orden de Luis Aragon¨¦s. La consigna del viejo residente del Manzanares fue regar la banda este. Por alguna raz¨®n, los jardineros no se ocuparon tanto de la franja que corre pegada al r¨ªo como de la que se extiende m¨¢s pr¨®xima a la f¨¢brica de cerveza Mahou. Por all¨ª se mover¨ªan Del Horno y Vicente en el primer tiempo. Dos tipos de moda, dos jugadores en plena efervescencia del mercado. Uno, en el Chelsea del opulento Abramovich; otro, la guinda del Valencia. Una pareja perfectamente fashion que jugar¨ªa con las medias mojadas sobre una autopista h¨²meda y contra el d¨¦bil Gavracic. El arma principal contra el punto m¨¢s flaco de todos. Eso dijo el plan. El partido, un extra?o sistema de fen¨®menos aleatorios, dijo lo contrario.
El partido dictamin¨® que la bomba secreta ser¨ªa Salgado. Por la banda seca, inadvertido y contra el prestigioso Dragutinovic, reciente fichaje del Sevilla. Eran momentos en los que Espa?a estaba dormida y el fondo sur cantaba lo que cantaba: "??chale huevos, Espa?a; ¨¦chale huevos!".
?sa fue la consigna del p¨²blico ante las dificultades del equipo rojo para sacar el bal¨®n jugado. El Calder¨®n, con banderas de Alcorc¨®n, Las Musas, Atocha y todo el Sur de la Comunidad, vibraba con Espa?a. Pero la selecci¨®n estaba tiesa por el medio, donde Serbia acumulaba efectivos -Xabi Alonso fue amonestado y se perder¨¢ el partido de B¨¦lgica por sanci¨®n-. Entonces apareci¨® Salgado.
Lo hab¨ªa previsto el seleccionador: "Los puntos d¨¦biles de Serbia est¨¢n en las bandas". Por ah¨ª lanz¨® Espa?a la andanada. S¨®lo que el golpe cay¨® por la banda del r¨ªo. La del pasto sin regar. La de Joaqu¨ªn amagando sin pegar y la de Salgado lanzado como un kamikaze. En el momento justo. Midi¨® el ritmo y se lanz¨®. Al llegar a los tres cuartos, no hizo la bicicleta: choc¨® contra Dragutinovic. El bal¨®n fue fuera. Joaqu¨ªn sac¨® de banda y Salgado se volvi¨® a hacer cargo de la situaci¨®n. Dio dos zancadas y, cuando vio la l¨ªnea de fondo, le cerraron el paso. Pero se agrand¨®. Apur¨® el centro. C¨®rner. El primero de Espa?a. La antesala del lanzamiento de Xavi y el gol de Ra¨²l. Y todo, por el coraje de Salgado.
En el segundo tiempo, cuando el lateral estaba tirado en la hierba tras otro choque, esta vez contra el portero serbio, el estadio le aclam¨®: "?M¨ªchel, M¨ªchel, M¨ªchel...!". La gente del Calder¨®n tuvo lo que ped¨ªa. Un toro bravo, como el que ondea en las banderas rojigualdas. Mucho sudor. El jugador que no capitular¨¢ ante Cicinhos, Diogos ni Sergios Ramos.
Anoche, en el Calder¨®n, la estrella no fue Torres, el ¨ªdolo local. La estrella fue Salgado. Y Espa?a, sin m¨¢s argumentos, lo pag¨® caro.
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