Ni con bombones

Le soltaron seis bombones, seis. C¨®modos por delante hasta la sospecha, con la movilidad ideal -la de la transmisi¨®n que dicen- y la nobleza por arrobas. No pasa nada. A exceptuar un pase de pecho de Vega en el primero, que fue un cartel de toros. Si se mueven, porque no se les sujeta, y si no andan, porque no sirven. ?Qu¨¦ precisa la torer¨ªa actual para hacer el toreo?; que lo digan, y r¨¢pido.

De salida, el primero de los nobles arrebat¨® la herramienta a Rivera Ord¨®?ez. Obligado a coger el olivo, volvi¨® del callej¨®n para pasar el tiempo que restaba. Muecas en plan ca?¨ª y para de contar. En el otro, sigui¨® pasando el rato hasta ponerse pesado. Prueba va, prueba viene, enganch¨®n al canto, mueca aqu¨ª, encimista all¨¢. Lo mejor, la estocada en este toro.

Amontonado, le salieron a Salvador Vega las ver¨®nicas de recibo a su primero. Tampoco las chicuelinas le quedaron muy all¨¢. Hubo de rectificar zapatilla en todas. Tampoco la faena fue cosa del otro mundo. Afincado a la pala de los pitones por norma, se hart¨® de presentar el extremo de la muleta para interpretar por ambos pitones. Con pico, sin sitio y sin cargar la suerte, poca verdad tuvo la cosa. El primero de los pases de pecho fue el del cartel. En el otro tampoco luci¨® capote; su faena tuvo las mismas propiedades que el anterior. Cambi¨® el cartel de toros por unas insulsas manoletinas con las que cerr¨® un serial interminable de pases anodinos. Salvador tore¨® bonito, que no bien. L¨¢stima, ¨¦l es de los que pueden. Sali¨® por la puerta grande porque los tendidos hoy d¨ªa son as¨ª. Har¨ªa bien la afici¨®n en defender la fuerza del triunfo exigiendo un ap¨¦ndice m¨¢s para poder abrirla.

La brega del primero de Manzanares fue un desbarajuste de a¨²pa. La inseguridad de la cuadrilla, la falta de mando del espada y la inoperancia del director de lidia hicieron temer lo peor. Caballos por el suelo, picadores a galope y apuros en todos los trances. Sus faenas, a la nueva usanza.