Los cuentos de Atxaga

No es lo mismo ser un buen narrador, se?or Atxaga, que un vulgar cuentista. Yo no le he acusado a usted de nada, ni grave ni leve. Ni mucho menos se me ha ocurrido comparar mis m¨¦ritos pol¨ªticos con los suyos: el que est¨¢ de promoci¨®n es usted, no yo. Por cierto, una precisi¨®n: yo no "acudo" a San Sebasti¨¢n ni a reivindicar banderas ni a nada. "Acud¨ª" hace 58 a?os y todav¨ªa no me he marchado. El que viene por aqu¨ª a veces, como el otro d¨ªa al Mar¨ªa Cristina, es usted: sea bienvenido, siempre que no aproveche la visita para despedirnos a los dem¨¢s como a forasteros; qu¨¦ distracci¨®n m¨¢s tonta.

En mi art¨ªculo le compar¨¦ a usted, en cambio, con dos personas que le acompa?aban en la mesa redonda, porque ellos s¨ª que padecieron c¨¢rcel y exilio por oponerse con sus escritos a reg¨ªmenes antidemocr¨¢ticos. Lo mismo que en el Pa¨ªs Vasco han padecido persecuci¨®n, amenazas, incendios de sus propiedades, p¨¦rdida de sus trabajos y hasta de la vida los artistas, escritores y periodistas que se han opuesto a los violentos antidem¨®cratas de nuestros pagos. Y usted, se?or Atxaga, sigue tan campante; Dios le guarde as¨ª muchos a?os.

En efecto, no asist¨ª al acto del Mar¨ªa Cristina y por ello no escuch¨¦ de sus labios lo de la campa?a persecutoria contra la cultura vasca. Es un comentario que se le atribu¨ªa en la amplia cr¨®nica -dos p¨¢ginas completas- aparecida en el diario que convoc¨® la mesa redonda. No s¨¦ si el redactor padece dificultades auditivas o le tiene a usted inquina, pero si en esa ocasi¨®n no dijo usted lo que en otras le hemos o¨ªdo, no ten¨ªa m¨¢s que enviar una rectificaci¨®n al peri¨®dico para desenga?arnos. Que yo sepa, no lo ha hecho usted, y quien calla, otorga. De modo que menos cuentos.