Tortugas obligadas a depredar
La suelta de ejemplares de origen extranjero en estanques p¨²blicos los vac¨ªa de gal¨¢pagos aut¨®ctonos, carpas y patitos
Si sus ni?os han crecido y usted desea prescindir de la compa?¨ªa de aquella tortuguita de Florida con orejas rojas que les regal¨® hace a?os y que hoy presenta un tama?o preocupante, no la suelte en los estanques de los jardines p¨²blicos. Su futuro all¨ª no est¨¢ nada asegurado.
No piense que por verlas tomar apaciblemente el sol encima de pizarras, como acostumbran hacer en el jard¨ªn tropical de la estaci¨®n de Atocha entre jugosas lechugas de agua, los animales lograr¨¢n sobrevivir mucho tiempo. Su proliferaci¨®n, en medios para ellas for¨¢neos, con otra escala ecol¨®gica y diferentes posibilidades nutritivas, las lleva a presionar y atacar a otras especies aut¨®ctonas, a las que desplazan y diezman.
Los responsables del parque Juan Carlos I limpian el lago en busca de peces enfermos
Adem¨¢s de transformar dr¨¢sticamente sus propios h¨¢bitos alimenticios, acaban por convertirse en predadoras de cong¨¦neres y de otros animales, incluso vertebrados: patitos, carpas y carpines, a los que nunca hab¨ªan atacado.
As¨ª, cientos de carpas aut¨®ctonas y de tortugas al¨®ctonas, que han poblado amigablemente durante catorce a?os el gran estanque del parque Juan Carlos I, se hostigan ya abiertamente. Ahora, esperan su inminente traslado o sacrificio.
Nieves Vicente, responsable del jard¨ªn madrile?o, explica: "Realizamos una limpieza a fondo de las r¨ªas para cubrir las fisuras en la base de los vasos de hormig¨®n que componen su suelo". Por ellas, el agua estancada amenazaba con infiltrarse sobre los tres pozos all¨ª existentes. "Aprovechamos un a?o de sequ¨ªa como ¨¦ste para limpiar los cienos y lodos de su base, y tambi¨¦n para censar la fauna en carpas, que, una vez clasificadas, se env¨ªan a otros establecimentos municipales, como los viveros de la ribera del Manzanares o la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del Tajo", se?ala De Vicente.
"Tras el censo de los peces, se decide cu¨¢les sacrificar o recobrar, seg¨²n los casos y seg¨²n su estado f¨ªsico. Las carpas enfermas son sacrificadas". Estos d¨ªas, varios centenares de Carassius auratus, de la variedad Royal o Espejo, carpas de unos 30 cent¨ªmetros de longitud, permanec¨ªan, muertas, en el interior de un contenedor de ocho pasos de longitud y 2,5 metros de altura, de la empresa Cespa y con el n¨²mero 2691.
De las tortugas, Nieves de Vicente reconoce que ¨²nicamente tres decenas de ellas han sido trasladadas desde los cinco tramos acotados del estanque hasta el lago del parque, donde estos d¨ªas son visibles varios centenares. "No estaban enfermas", puntualiza.
Quel¨®nidos y peces se han reproducido de manera exponencial en esta v¨ªa de agua. Los peces, pertenecientes a dos variedades de capr¨ªnidos, han llegado a alcanzar hasta 16 kilos de peso. Son frecuentes las de tres u ocho kilos. En cuanto a las tortugas, su n¨²mero resultaba hasta ahora incalculable, ya que se ha visto incrementado a diario, durante casi tres lustros, por la suelta de nuevos ejemplares sobre las aguas de la r¨ªa, procedentes de domicilios de particulares.
En el Jard¨ªn Tropical de la Estaci¨®n de Atocha, creado por el ingeniero alicantino Miguel Agull¨®, las tortugas han contado con su apoyo, ya que las estudi¨® y protegi¨®, m¨¢s el cuidado de Javier, zo¨®logo voluntario que vela por ellas, para procurarles alimentos y h¨¢bitat adecuados para sobrevivir. Sin embargo, su superpoblaci¨®n puede llegar a ser muy pronto insostenible, ya que generalmente se trata de ejemplares de Trachemys, tortugas no aut¨®ctonas muy depredadoras, casi siempre de orejas rojas, denominadas de Florida. Componen un conjunto de hasta trece subespecies al¨®ctonas que habitan entre Estados Unidos y la cuenca amaz¨®nica.
Su comercio hacia Espa?a comenz¨® hace cuatro lustros y ya han colonizado buena parte de las cuencas fluviales y de numerosos tramos del litoral espa?ol, desde Andaluc¨ªa hasta Catalu?a. Su tama?o y tambi¨¦n su voracidad -sobre todo los de la subespecie Trachemys elegans, una de las m¨¢s importadas a Madrid por los vendedores de animales-, son muy superiores a los de las cinco familias de tortugas aut¨®ctonas espa?olas, como el madrile?o gal¨¢pago leproso, depredado en r¨ªos como el Guadarrama de manera preocupante, seg¨²n un experto de la Facultad de Veterinaria.
Hasta hace unas semanas, antes de la limpieza en curso, era posible ver a centenares de tortugas de orejas rojas, con caparazones de hasta 40 cent¨ªmetros de longitud, tomar pl¨¢cidamente el sol sobre piedras que ornamentan la r¨ªa del parque Juan Carlos I: "?se era el momento en que aprovechaba yo para pescar carpas, porque bajo el agua, las tortugas las atacan", dice Alfonso Ortega, de 75 a?os, pescador asiduo en la r¨ªa. "Una muy hermosa, de 3,5 kilos de peso, que he capturado aqu¨ª esta ma?ana ha salido con la cola medio destrozada por mordeduras", se queja.
En Atocha, una chica pelirroja no quita ojo a una tortuga reluciente. Cree que est¨¢ mejor que en casa, donde su madre se ha hartado de cambiar el agua de la gran urna de cristal donde la tortuga viv¨ªa. No ten¨ªan otra alternativa. ?Hasta cu¨¢ndo sobrevivir¨¢?
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