Jornada

La del s¨¢bado fue, para el presidente de la Generalitat, una jornada particular. Asisti¨® en Madrid a la segunda Conferencia de Presidentes que convoca el jefe del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, empe?ado en dar protagonismo a un ¨®rgano que hace visible la estructura federal b¨¢sica del Estado auton¨®mico. Escuch¨® la propuesta de financiaci¨®n de la sanidad que hizo el Ejecutivo central, una propuesta importante, mucho m¨¢s generosa que cualquier otra y que el Consell acabar¨¢ aceptando en el Consejo de Pol¨ªtica Fiscal y Financiera. Al igual que otros representantes del PP, la calific¨® de insuficiente, como si pudiera permitirse rechazarla porque va sobrado y no arrastra una deuda angustiosa en las cuentas p¨²blicas. Cuando Zapatero sugiri¨®, antes de dar por acabada la reuni¨®n, que la pr¨®xima conferencia podr¨ªa centrarse en asuntos como la investigaci¨®n y el desarrollo o el medio ambiente, Francisco Camps pidi¨® incluir tambi¨¦n el problema del agua. Acto seguido, se traslad¨® con todos al Palacio Real para hacerse la foto oficial con los Reyes, pero no se qued¨® a comer. Con su correligionario de Murcia, Ram¨®n Luis Valc¨¢rcel, se march¨® en cuanto pudo. Ten¨ªa una urgencia ineludible. Deb¨ªa estar presente en una manifestaci¨®n en Alicante contra la modificaci¨®n del trazado del trasvase J¨²car-Vinalop¨® planteada para evitar que se detraigan del r¨ªo caudales que no sean estrictamente excedentes. Camps estaba obligado a ser fiel a su actuaci¨®n previa, cuando rompi¨® el juguete del victimismo ante terceros que tanto rendimiento demag¨®gico le hab¨ªa proporcionado y, sin el menor s¨ªntoma de mala conciencia, abri¨® una brecha entre valencianos de las comarcas de Valencia y de Alicante, de la Ribera y del Vinalop¨®, del PP y de las organizaciones de agricultores y regantes, al arremeter a inicios del verano con la virulencia habitual contra el Gobierno por plantearse cambios en el proyecto. El presidente prefiri¨® ahondar el s¨¢bado en la divisi¨®n maniquea, ahora ya s¨®lo entre valencianos, antes que compartir, aunque fuese a deshoras, el relajado almuerzo con los Reyes. Nuestro hombre, al fin y al cabo, maneja el agua con la fe del pir¨®mano en la gasolina. Y cree a pies juntillas que en eso consiste la pol¨ªtica.