Locura por las armas en Baton Rouge
La llegada de miles de evacuados a la capital del Estado de Luisiana ha creado una psicosis de inseguridad ciudadana
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A las puertas de Jim's Firearms ha llegado a haber hasta tres y cuatro horas de cola. La mayor tienda de venta de armas de Baton Rouge ha vivido una demanda sin precedentes por parte de personas que temen por su seguridad y por su vida. Los habitantes de la capital de Luisiana est¨¢n apenados por la tragedia que han vivido sus vecinos del sur del Estado. Pero tras esparcirse como la p¨®lvora los rumores de robos, violaciones y asesinatos que han tra¨ªdo con ellos los evacuados de Nueva Orleans, la compasi¨®n dej¨® paso al p¨¢nico y algunos decidieron no esperar con los brazos cruzados a que su caso saliese en el tabloide del d¨ªa siguiente.
"Puede que no lo necesite, pero me siento mejor si tengo alguna protecci¨®n", dice Scott Barney. "Mi casa est¨¢ aislada y tengo una familia a la que defender. Con un Smith and Wesson al lado duermo mejor".
Antes del 29 de agosto, cuando Katrina s¨®lo era un nombre de mujer, Baton Rouge contaba con algo menos de 230.000 habitantes, que s¨®lo acud¨ªan a Nueva Orleans de visita. A cenar en un buen restaurante o escuchar buena m¨²sica. Pero luego volv¨ªan r¨¢pidamente a la seguridad de sus casas. Nueva Orleans era el pecado, la corrupci¨®n y el crimen; Baton Rouge, las buenas costumbres.
Al azote del hurac¨¢n se uni¨® la inoperancia del Gobierno m¨¢s rico y poderoso del planeta. El resultado final dos semanas despu¨¦s de la llegada del Katrina es una ciudad pr¨¢cticamente vac¨ªa en la que s¨®lo quedan militares, polic¨ªas y periodistas.
En la medida en que se vaciaba Nueva Orleans se llenaba Baton Rouge. Al menos 100.000 de esos evacuados -adem¨¢s de un buen n¨²mero de personal dedicado al rescate y la reconstrucci¨®n- han venido a sumarse al cuarto de mill¨®n de poblaci¨®n de la capital del Estado de Luisiana.
Los resultados se sienten cada d¨ªa. Los atascos se han convertido en asunto de debate en las radios y cadenas de televisi¨®n locales. La gente se desespera durante horas sentada al volante en una ciudad antes tranquila, quiz¨¢ demasiado tranquila, y ordenada. Choques e insultos est¨¢n al orden del d¨ªa. Las colas de espera en las gasolineras han provocado peleas que han acabado en comisar¨ªa. Las tiendas se quedan sin suministros a toda velocidad. Los caf¨¦s y restaurantes no tienen suficientes mercanc¨ªas para abastecer tanta demanda.
Bajo cada tejado de Baton Rouge ya no duerme una sola familia. Ahora duermen dos y tres. Las puertas de las casas se han abierto para los damnificados del Katrina. Las iglesias acogen a la gente en sus recintos. El centro de Convenciones de River Center est¨¢ inundado de refugiados de Nueva Orleans. Baton Rouge ha reaccionado ante la tragedia. ?Pero durante cuanto tiempo podr¨¢ resistir la presi¨®n de convivir de repente con 100.000 habitantes m¨¢s, la mayor¨ªa de ellos ciudadanos que viv¨ªan bajo el nivel de la pobreza antes de la tragedia del hurac¨¢n?
"Me siento una apestada"
"No ten¨ªamos mucho trabajo pero ahora tendremos menos", se queja Juanita Gonz¨¢lez, mexicana de origen y con m¨¢s de 20 a?os a las espaldas en Baton Rouge. Aunque no es s¨®lo eso lo que le quita el sue?o. "Dicen que las bandas de Nueva Orleans ahora cometer¨¢n sus cr¨ªmenes aqu¨ª". "No es que no sean bienvenidos, pero es que no todos los que llegaron son buenos", explica Gonz¨¢lez en la cola para pagar de un popular supermercado. En el refugio que ahora es el centro de Convenciones de River Center, Trishia Ellmett dice sentirse como "una apestada".
Los habitantes de Baton Rouge, cuenta esta mujer negra de 34 a?os, se refieren a ella como esa gente. "Soy una persona honrada que ha perdido todo lo que ten¨ªa", dice Trishia. "Jam¨¢s rob¨¦ a nadie, jam¨¢s mat¨¦, pago religiosamente mis impuestos en este Estado, creo que merezco respeto". Junto a tres ni?os de entre dos y ocho a?os, Trishia lleva m¨¢s de 10 d¨ªas en el refugio a la espera de un futuro. "Ellos se asustan de nosotros pero a m¨ª me asustan ellos, no nos quieren aqu¨ª porque afeamos la ciudad", explica triste. "No se ad¨®nde ir¨¦, pero no me siento querida aqu¨ª".
Racismo o no, muchos residentes de Baton Rouge temen a los negros llegados de Nueva Orleans. El due?o de la Smith and Wesson Scott Barney no es el ¨²nico que se ha armado. El alcalde de la ciudad, Melvin Kip Holden -¨¦l mismo de raza negra-, aseguraba la semana pasada que no tolerar¨ªa ni un solo desm¨¢n por parte de los evacuados del hurac¨¢n. Para ello cuenta con que la polic¨ªa imponga la ley y el orden. Sus palabras resonaban a otros tiempos, cuando el gobernador de Luisiana Huey P. Long proclamaba un "nosotros contra ellos" a finales de los a?os veinte.
"Yo no necesito a la polic¨ªa", dice Mary Ann Hax. "No necesito que la polic¨ªa reciba ¨®rdenes del alcalde para defendernos", contin¨²a Hax sentada en el porche de su casa. Mary Ann Hax es negra y su caso pone una realidad de golpe sobre la mesa: se trata de ciudadanos negros compitiendo contra ciudadanos negros por salir de la pobreza en la que todos se hallan ahogados. "La gente en sus casas se defiende sola", prosigue Hax. Apoyada sobre el quicio de la puerta, Hax tiene una escopeta. "Disparar¨¦ a matar. Que le quede claro a esa gente que no est¨¢ en Nueva Orleans. Est¨¢ en Baton Rouge".

La vivienda triplica su precio
Mientras que Nueva Orleans ten¨ªa a los turistas y su dinero, Baton Rouge albergaba a los pol¨ªticos y los bur¨®cratas. Pero el hurac¨¢n ha transformado de la noche a la ma?ana Baton Rouge en la ciudad m¨¢s poblada de Luisiana. Ni una sola cama de hotel est¨¢ disponible. Casi cada casa que estaba en venta fue adquirida entre el mi¨¦rcoles y el s¨¢bado despu¨¦s de que el Katrina y la falta de respuesta gubernamental convirtiese a Nueva Orleans en una ciudad anegada de la que hab¨ªa que huir, seg¨²n el agente inmobiliario Holden Loeb.
"Tengo casos de clientes que han vendido sus casas por el triple del dinero en que estaban a la venta antes del tif¨®n", explica Loeb. "De 85.000 d¨®lares a m¨¢s de 225.000", informa el agente. "Los precios se han triplicado y me temo que muchas otras personas aprovechar¨¢n esta ocasi¨®n y pondr¨¢n las suyas a la venta", finaliza Loeb.
Dos semanas despu¨¦s del Katrina, Baton Rouge est¨¢ transformada.
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