El pesimismo y el miedo se disparan en Alemania
La mayor¨ªa de los alemanes teme el futuro en un momento de crisis econ¨®mica y de confianza
"Queridas conciudadanas y conciudadanos". Con estas palabras y gesto grave empez¨® el pasado 21 de julio el presidente federal, Horst K?hler, un mensaje al pa¨ªs para anunciar la disoluci¨®n del Parlamento Federal (Bundestag) y la convocatoria de elecciones anticipadas para el 18 de septiembre. Al saludo inicial y el anuncio de las elecciones siguieron ocho frases en las que K?hler resumi¨® en t¨¦rminos casi apocal¨ªpticos y sin dar el menor respiro la situaci¨®n de Alemania: "Nuestro pa¨ªs se encuentra ante ingentes tareas. Est¨¢ en juego nuestro futuro y el de nuestros hijos. Millones de personas est¨¢n en el paro, algunos desde hace a?os. Los presupuestos del Gobierno federal y de los Estados federados se encuentran en una situaci¨®n cr¨ªtica como nunca antes. El ordenamiento federal vigente est¨¢ superado. Tenemos muy pocos hijos y somos cada vez m¨¢s viejos. Tenemos que consolidarnos a escala mundial frente a una fuerte competencia. En esta seria situaci¨®n nuestro pa¨ªs necesita un gobierno que pueda perseguir sus objetivos con insistencia y constancia". Resulta dif¨ªcil resumir en tan pocas frases un panorama m¨¢s negro. Llama la atenci¨®n en especial que el demoledor diagn¨®stico proceda nada menos que de K?hler, la persona al frente de la m¨¢s alta magistratura en Alemania.
Dahrendorf: "Alemania est¨¢ impregnada con certeza de un asombroso des¨¢nimo"
El 85% de los habitantes de Pomerania tiene p¨¢nico a perder el puesto de trabajo
Casi un mes despu¨¦s del discurso del presidente federal se celebr¨® en Berl¨ªn en la sede del Centro Cient¨ªfico para la Investigaci¨®n Social un debate sobre el tema ?qu¨¦ le falta en realidad a Alemania? Intervino en el debate el soci¨®logo alem¨¢n Ralf Dahrendorf que, tras una carrera pol¨ªtica fallida en los a?os setenta en su pa¨ªs natal, se refugi¨® en el Reino Unido donde ha llegado a ocupar un puesto en la C¨¢mara de los Lores. Dahrendorf se permiti¨® una peque?a burla del discurso de K?hler y ley¨® de su cosecha c¨®mo habr¨ªa sido el mensaje que el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, habr¨ªa escrito para la reina en circunstancias similares a las de Alemania. Basta citar las primeras frases para advertir la diferencia de tono: "Nuestro pa¨ªs se enfrenta a ingentes tareas. Nuestro futuro y el de nuestros hijos est¨¢n en nuestras manos. Las transformaciones del mundo laboral suponen un desaf¨ªo a nuestra fantas¨ªa. El Gobierno puede y ayudar¨¢ a aquellos que no puedan ayudarse a s¨ª mismos, pero no cargaremos a nuestros hijos con deudas para proporcionarnos a nosotros una vida c¨®moda". Sigui¨® el soci¨®logo con la par¨¢frasis del discurso de K?hler trasladado al Reino Unido y arranc¨® las risas y aplausos del p¨²blico asistente. El diagn¨®stico de Dahrendorf result¨® contundente: "Alemania est¨¢ impregnada con certeza de un asombroso des¨¢nimo". Mientras que el mensaje de K?hler invita a la depresi¨®n, el simulado de Dahrendorf-Blair es un llamamiento a arremangarse la camisa y poner manos a la obra para levantar el pa¨ªs.
En v¨ªsperas de unas elecciones que se presentan como decisivas, como una ocasi¨®n para un cambio de rumbo, tal como afirma la oposici¨®n democristiana, el pesimismo se palpa por doquier en Alemania. Los expertos en demoscopia constatan en sus sondeos que los electores no conf¨ªan en que un cambio aporte soluciones a la situaci¨®n econ¨®mica que atraviesa Alemania con casi cinco millones de parados, crecimiento econ¨®mico nulo, deuda desbocada, tres a?os de incumplimiento de los criterios de convergencia exigidos por la Uni¨®n Europea y sin perspectiva de poder cumplir, crisis de los sistemas de seguridad social con un negro panorama ante el desequilibrio demogr¨¢fico entre nacidos y expectativa de vida.
Ante semejante perspectiva los alemanes se refugian en el pesimismo y el miedo al futuro, crece la inseguridad y el temor a perder el puesto de trabajo, aumentan de forma considerable los trastornos ps¨ªquicos y tratan de ahorrar todo lo que pueden con lo que contribuyen a¨²n m¨¢s a que la econom¨ªa permanezca estancada por la ca¨ªda de la demanda y el hundimiento del mercado interior por falta de consumo.
En varios cines de Berl¨ªn se proyecta estos d¨ªas una pel¨ªcula documental del Konstantin Faigle titulada La gran depresi¨®n que afronta las preguntas: "?Por qu¨¦ los alemanes sufren una gigantesca depresi¨®n?, ?de d¨®nde viene la melancol¨ªa que mueve a todo un pueblo desde hace ya un sinf¨ªn de generaciones?, ?por qu¨¦ est¨¢ el alem¨¢n tan atormentado por el escapismo?, ?son las cosas aqu¨ª de verdad tan insoportables?". El periodista Hans Leyendecker escribi¨® el pasado fin de semana en el S¨¹ddeutsche Zeitung un extenso art¨ªculo sobre "la cr¨®nica histeria del hundimiento en los alemanes". Cita el periodista un reciente reportaje del semanario The Economist que presenta un panorama de futuro muy alentador para la econom¨ªa alemana donde se constata que "en cierto modo el problema es la poblaci¨®n alemana entregada a una renuncia cr¨®nica al consumo y al p¨¢nico ante el futuro". En el Frankfurter Allgemeine Zeitung escribe Eberhard Rathgeb: "Muchas personas en Alemania tienen miedo. Diecisiete millones [de 82 millones de habitantes] padecen enfermedades relacionadas con el miedo. Tienen miedo de las ara?as, de las serpientes, de las masas humanas, del fracaso social, de viajar en ascensor o en avi¨®n, de la oficina, de estar solos y, si alguna ven encuentran a alguien, tambi¨¦n del sexo. Caen en el p¨¢nico. El cuerpo vibra y el alma sale corriendo. ?Qu¨¦ hacer?".
Un estudio del instituto de demoscopia Gallup constata que "los alemanes est¨¢n frustrados": las tres cuartas partes ven un futuro negro, un tercio tiene miedo a quedarse en paro y s¨®lo un 8% cree que la econom¨ªa levantar¨¢ cabeza este a?o. Un comentario de la emisora Deutschlandradio resume: "Entre los pa¨ªses industrializados Alemania es el campe¨®n mundial del pesimismo". Un reciente estudio de la compa?¨ªa de seguros R+V, que desde hace 15 a?os sondea a los alemanes sobre sus miedos, tras el estudio de una muestra de 2.400 alemanes lleg¨® a la conclusi¨®n de que los alemanes tienen m¨¢s miedo que nunca: desde el 25% que en 1991 manifestaba padecer grandes miedos hasta el 52%. Entre los diferentes Estados alemanes los del este llevan la palma. El 85% de los habitantes de Mecklenburgo-Pomerania tienen miedo a perder el puesto de trabajo. El estudio de R+V constata: "La preocupaci¨®n por el futuro econ¨®mico une a los alemanes del Este y el Oeste. Las subidas de precios, el paro y la crisis econ¨®mica son los temas dominantes en la mayor¨ªa de los Estados federados". Al lado de esto, cuestiones como la crisis de la pareja apenas tienen importancia, seg¨²n el sondeo. Llama la atenci¨®n que las subidas de precios, con una inflaci¨®n del 2% anual, sea motivo de preocupaci¨®n.
Los miedos alemanes se reflejan en la psiquiatr¨ªa. En una reciente conferencia de la Sociedad de Investigaci¨®n del Estr¨¦s y el Miedo se constat¨® que entre un 20% y un 30% desarrolla a lo largo de su vida miedos necesitados de tratamiento psicol¨®gico. En el congreso europeo de psiquiatr¨ªa celebrado en M¨²nich la pasada primavera el catedr¨¢tico Ulrich Hegerl asegur¨® que unos cuatro millones de alemanes, casi un 5% de la poblaci¨®n, padece una depresi¨®n aguda necesitada de tratamiento. Una de las m¨¢s importantes cajas de seguridad social, la DAK, registra en sus estad¨ªsticas entre 1997 y 2004 un incremento de un 70% de las enfermedades ps¨ªquicas.
Un veneno para el consumo
El pesimismo se refleja en la conducta de los alemanes a la hora de consumir. Casi cinco millones de parados y m¨¢s de un mill¨®n en los planes de formaci¨®n profesional, m¨¢s los recortes sociales de la Agenda 2010 de Schr?der y su Gobierno de coalici¨®n entre socialdem¨®cratas y Los Verdes, increment¨® el miedo. El posible cambio, con la llegada de la Democracia Cristiana al poder, no mejora el panorama: se teme que los recortes en la red de seguridad social sean todav¨ªa m¨¢s duros.
La posibilidad de perder el puesto de trabajo y caer bajo la reciente normativa que obliga a aceptar cualquier empleo, por debajo de la calificaci¨®n profesional y del salario fijado en los convenios colectivos, unido al temor a no cobrar las jubilaciones por la quiebra de los sistemas de previsi¨®n social, sembr¨® el p¨¢nico.
La respuesta: reducir gastos e intentar ahorrar el m¨¢ximo posible.En 2004 los alemanes ahorraban el 10,5% de sus ingresos. Interrogados sobre los motivos de ahorro, un 64% de los alemanes del Oeste y un 69% de los del Este respond¨ªan que ahorraban para la vejez. S¨®lo un 57%, el mismo porcentaje en las dos partes de Alemania, ahorra con vistas al consumo de productos duraderos. Esta conducta se refleja en el producto m¨¢s amado de los alemanes: el coche.
En 1960 la media de edad del parque automovil¨ªstico era de 3,7 a?os, en 1995 subi¨® a 6,8 a?os y en enero de este a?o los coches que circulan por Alemania alcanzan la edad media de 7,8 a?os. No resulta extra?o que las f¨¢bricas tengan un exceso de capacidad. Volkswagen podr¨ªa producir seis millones de coches, pero s¨®lo vender¨ªa cinco. Las consecuencias: reajustes de plantilla, despidos m¨¢s o menos pactados, m¨¢s paro, m¨¢s cargas para la seguridad social, menos ingresos fiscales, m¨¢s d¨¦ficit y m¨¢s incumplimiento con las exigencias de la Uni¨®n Europea.
La restricci¨®n al consumo es veneno para la econ¨®mica alemana. La ca¨ªda de la demanda interna constituye una aut¨¦ntica pesadilla para el comercio. Las estad¨ªsticas de julio reflejan un descenso del 3% en t¨¦rminos reales respecto al mismo mes del a?o pasado en este sector.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.