Qu¨¦ futuro
Un a?o y medio a descalificaci¨®n diaria, como m¨ªnimo, no s¨®lo seca el poco seso del cabo de varas, sino que adem¨¢s lo estri?e y le deja la rasante moral por las letrinas. Aunque le ha llevado lo suyo, Rajoy, por fin, se ha percatado, cuando ya tocaba un fondo de bosta y se ve¨ªa haci¨¦ndole la competencia al nitrato de Chile, en el abono de las fincas donde s¨®lo se cultivan los vestigios de la intolerancia, la turbiedad y las indecorosas adhesiones inquebrantables. Rajoy ha puesto en circulaci¨®n una nueva consigna: "A partir de hoy, aqu¨ª solo se habla de futuro". Lo que puede ocurrir es que esa consigna no haga si no levantar, adem¨¢s de mucho estupor, histeria y hasta crispaci¨®n, una babel inconmensurable: la mayor¨ªa de las huestes populares nunca han mirado m¨¢s all¨¢ de un pasado de obediencia, desfiles victoriosos y ladrillos, que ya es toda una osada met¨¢fora de la modernidad, en voz y tal¨®n de facha. Rajoy anda escaldado y amenaza, en su visionaria conclusi¨®n, con "ampliar el partido a la sociedad", como si la sociedad, a estas alturas, fuera una punta de ganado, a la que hay que marcar, con el hierro de la gaviota. Y, para terminar de apa?arlo, ha confiado el futuro del que se debe hablar, en lo sucesivo, a ?ngel Acebes y Eduardo Zaplana, o sea, a la derecha aupada en lo m¨¢s alto del escalaf¨®n, y a quien ha conducido a toda una mitolog¨ªa de cart¨®n piedra, a la indigencia. Rajoy as¨ª quiere, por fin, dedicarse a la oposici¨®n y abandonar esa frustrada y solitaria pedrea, que emprendi¨®, tras su fracaso electoral, contra la izquierda, en su conjunto, y el Gobierno, en concreto. Rajoy sabe que no les sienta nada bien la pancarta. En cualquier caso, le cuesta muchas ca¨ªdas, en sondeos y encuestas. De manera que ahora pretende curarse en salud olvidando lo que "pas¨® en su d¨ªa". En su d¨ªa, y antes de su d¨ªa, pas¨® que se someti¨® a los mandatos de Aznar y se encaden¨® a su sombra. Una sombra que no le deja crecer. Quiz¨¢, por eso, cuando afirma que "s¨®lo se hable de futuro", est¨¢ suplicando que lo liberen de esas cadenas. Pero, por la cuenta que les trae, ni Acebes ni Zaplana est¨¢n por la labor. Como a un nuevo Prometeo, ambos le devoran las entra?as, y saben, como usted, muy bien por qu¨¦.
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