Pompeya
A la pregunta de por qu¨¦ la publicidad alemana carec¨ªa del humor que ten¨ªan la inglesa o la espa?ola, un publicista alem¨¢n contestaba que su cultura hab¨ªa acusado enormemente la eliminaci¨®n de los jud¨ªos. Cuando desaparece una poblaci¨®n, no s¨®lo se pierde su presencia f¨ªsica sino su forma de re¨ªr, de imaginar, de razonar. Esa alma com¨²n que emanan ciertos lugares. Estados Unidos no puede permitirse el lujo de olvidar sus ciudades m¨¢s aut¨¦nticas, dado que gran parte del territorio americano oscila entre la nada y las grandes superficies comerciales. Hay un movimiento de recuperaci¨®n de los centros hist¨®ricos, esos lugares, ahora extraordinarios, de plazoleta, ayuntamiento y peque?o comercio en los que el ciudadano de las zonas rurales pod¨ªa inyectarse su dosis diaria de gregarismo. Nueva Orleans era uno de esos sitios raros en los que pasear y charlar era todav¨ªa posible. Pero adem¨¢s, aportaba a la cultura americana la tradici¨®n musical de la balada y el ritmo, mezcla de las colonias espa?ola y francesa, de lo africano y lo caribe?o. Estos d¨ªas se hace particularmente emocionante un documental, Make it funky. Se rod¨® el a?o pasado y parece que hubiera sido realizado con la intuici¨®n de una melancol¨ªa futura. El espectador asiste emocionado a testimonios y vibrantes actuaciones de m¨²sicos extraordinarios. Muchos de ellos influyeron tremendamente en la m¨²sica pop y rock pero su condici¨®n de negros les neg¨® la fama y el dinero que ganaron disc¨ªpulos suyos. Los m¨²sicos explican c¨®mo la m¨²sica se viv¨ªa en la calle, c¨®mo era el entretenimiento de los ni?os pobres, c¨®mo se utilizaba para dar la bienvenida a los reci¨¦n nacidos y despedir alegremente a los muertos, c¨®mo los chavales iban bailando en las ¨²ltimas filas de los entierros para pillar algo de comida y propinas. Viendo el asombroso car¨¢cter de esa vieja ciudad, hoy casi difunta, uno recuerda, por ejemplo, la singularidad de C¨¢diz. Hasta los tipos f¨ªsicos de los artistas populares negros se parecen en la originalidad indumentaria a los flamencos. Ciudades de sur, que parecen vivir en otro tiempo, que se resisten a ser barridas por el ritmo presente. Pero ah¨ª est¨¢ la amenaza, no irreal, de que Nueva Orleans se convierta en ese recorrido para turistas del "aqu¨ª fue, aqu¨ª vivi¨®", al estilo de la vieja Pompeya.
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