El liberal a su pesar
Jos¨¦ Ortega y Gasset ha gozado de uno de los m¨¢s singulares privilegios concedidos a un escritor: ante algunas de sus tesis y opiniones m¨¢s problem¨¢ticas, se ha preferido redefinir la noci¨®n de liberalismo espa?ol, dot¨¢ndolo de caracteres diferenciados en lugar de admitir que, como se?ala el propio Ortega en m¨¢s de una ocasi¨®n, no pretend¨ªan ser tesis y opiniones liberales. El rigor con el que est¨¢ preparado este tercer volumen de las obras completas del fil¨®sofo -en el que se incluyen, por estricto orden cronol¨®gico, escritos comprendidos entre 1917 y 1925- permite advertir la evoluci¨®n de unas ideas que, expresadas mediante un estilo literario que las presenta bajo el signo de la modernidad, acaban conectando con distintos idearios de la ¨¦poca.
OBRAS COMPLETAS. TOMO III: 1917-1925
Jos¨¦ Ortega y Gasset
Fundaci¨®n Ortega y Gasset/
Taurus. Madrid, 2005
1.066 p¨¢ginas. 50 euros
Pese a ofrecer el aliciente de
incluir algunos de los libros m¨¢s conocidos de Ortega, como La Espa?a invertebrada, El tema de nuestro tiempo o La deshumanizaci¨®n del arte, adem¨¢s de algunos trabajos filos¨®ficos en los que intenta poner en conexi¨®n su razonamiento sobre el perspectivismo y la teor¨ªa de la relatividad, quiz¨¢ el mayor inter¨¦s de esta tercera entrega resida en que permite acompa?ar, d¨ªa a d¨ªa, su labor period¨ªstica durante los a?os de agon¨ªa de la Restauraci¨®n. Tras unos primeros momentos en los que Ortega, haci¨¦ndose eco del t¨®pico regeneracionista, evoca la distancia entre la Espa?a real y la oficial, su interpretaci¨®n va cambiando poco a poco de sentido. El mal que padece Espa?a, dir¨¢, es de naturaleza hist¨®rica y no tanto pol¨ªtica, de modo que el caciquismo no puede seguir consider¨¢ndose como una perversi¨®n del sistema democr¨¢tico impuesta a los espa?oles, sino como una manifestaci¨®n exacta de la manera en la que ¨¦stos desean ser gobernados. En l¨ªnea con esta apreciaci¨®n, Ortega estima que cualquier proyecto de reforma que pretenda culminar con ¨¦xito debe dirigirse a mejorar la sociedad y no tanto el Estado, cuyas instituciones han perdido hasta el m¨ªnimo atisbo de autoridad.
Esta transformaci¨®n en su an¨¢lisis de la realidad espa?ola, unida quiz¨¢ a su acusada preocupaci¨®n por pensar a contracorriente, por poner distancia frente a la opini¨®n de la mayor¨ªa, de la masa, podr¨ªa estar detr¨¢s de algunas mudanzas de criterio de las que da cumplido testimonio este volumen de sus obras completas. Si en 1917 Ortega propon¨ªa reducir el n¨²mero de ministerios dirigidos por pol¨ªticos a fin de que "ciudadanos competentes" se hicieran cargo de la gobernaci¨®n, en 1919 dir¨¢, en cambio, "que lo que hace falta en la gobernaci¨®n no son t¨¦cnicos, sino pol¨ªticos competentes". Sus juicios sobre el Parlamento son objeto de una oscilaci¨®n similar, de modo que si, en 1917, considera a sus miembros como personas de "talento inferior y hasta equ¨ªvoco", en 1919 parece rehabilitarlos al decir que "no es cierto que los parlamentarios sean, en ning¨²n sentido, de peor condici¨®n que el resto de los ciudadanos".
La insistencia en reformar la
sociedad con prioridad sobre el Estado constituye sin duda el origen de ciertos juicios hoy considerados caracter¨ªsticos de Ortega y, por tanto, directa y acr¨ªticamente liberales, como anteponer "la naci¨®n: lo ¨²nico esencial" a la Libertad, la Monarqu¨ªa o la Rep¨²blica, las tres escritas con may¨²scula. Pero podr¨ªa ser, adem¨¢s, el fundamento de la consideraci¨®n del Ej¨¦rcito como una instancia capaz de provocar, llegado el caso, el "brinco" que Espa?a necesita para sanar de su enfermedad hist¨®rica. Puesto que la reforma de la sociedad no puede emprenderse con instituciones sin autoridad, es importante que al menos una la adquiera y la ejerza con respecto a las dem¨¢s. Ortega expresa sus preferencias por el Parlamento, pero estima que tambi¨¦n podr¨ªan ser los militares. De ah¨ª que, en 1917, prestara a las Juntas de Defensa "la simpat¨ªa que creemos obligada para todo intento honrado de reorganizar una sociedad en descomposici¨®n". En cuanto al golpe de Primo de Rivera en 1923, la otra gran intervenci¨®n militar del periodo que comprende este volumen, Ortega manifiesta una vez m¨¢s "simpat¨ªa" e "¨ªntima adhesi¨®n a su obra". La inmediata decepci¨®n se produce al comprobar que el dictador se ha preocupado s¨®lo de atender las expectativas de "la gran masa" y no las de las "exiguas minor¨ªas" compuestas por "los espa?oles m¨¢s valiosos".
El Ortega que se refleja en este tomo habla, entre otros muchos temas, del di¨¢logo social y del rechazo frontal del asesinato pol¨ªtico, de la justicia de la causa obrera y de la necesidad de legislar pensando en los adversarios, de la imperiosa urgencia de generalizar un r¨¦gimen de autonom¨ªa regional para sacar a Espa?a del marasmo: aparece, en fin, el fondo apacible, lejano de la barbarie que conocer¨ªa el pa¨ªs, del que brotan sus reflexiones. Ahora bien, asociar ese fondo al liberalismo, siquiera a un liberalismo redefinido como espa?ol, equivale a violentar tanto el liberalismo como el pensamiento de Ortega. Equivale, en resumidas cuentas, a hacer de Ortega, al menos del Ortega de 1917 a 1925, una especie singular de liberal: el liberal a pesar de sus tesis y opiniones, el liberal en contra de su propio y sostenido empe?o.
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