Pidiendo un Ortega inc¨®modo
ORTEGA NOS previno sobre la celebraci¨®n de los aniversarios de los cl¨¢sicos en los que nos hacemos centenarios en el centenario. Propuso como remedio inyectarles sangre de nuestra sangre, de nuestros problemas, para revitalizarles y seguir estando nosotros vivos. Esta receta se la aplic¨® a uno de los cl¨¢sicos que m¨¢s admiraba, a Goethe, en Pidiendo un Goethe desde dentro. All¨ª plantea la ins¨®lita e inc¨®moda tesis de que Goethe traicion¨® su vocaci¨®n aplatan¨¢ndose en Weimar, y se permiti¨® especular sobre lo que habr¨ªa sido un Goethe aut¨¦ntico sin Weimar.
Vayamos al presente. Me temo que siguen siendo v¨¢lidas las palabras de su disc¨ªpulo Antonio Rodr¨ªguez Hu¨¦scar: "... lo que al parecer se quiere es un Ortega inocuo, un Ortega decorativo y sin consecuencias -ni filos¨®ficas, ni pol¨ªticas, ni de otra ¨ªndole-, un comod¨ªn para citar
...". No es extra?o que ya en el Pr¨®logo a una edici¨®n de sus obras (1932) Ortega no confiara en encontrar "el ¨¢nimo generoso que se afane, de verdad, en entenderla". Pero seguimos teniendo oportunidades. Algunas, como una meditaci¨®n actualizada de tres obras emblem¨¢ticas y pol¨¦micas: La Espa?a invertebrada, El tema de nuestro tiempo y La deshumanizaci¨®n del arte. Son tres obras circunstanciales, nacidas al calor de la prensa, que es como Ortega pensaba se toma el pulso a la vida. Representan el momento de madurez de un pensador que aplica a los campos pol¨ªtico, filos¨®fico y art¨ªstico el programa de su generaci¨®n, de su (nuestro) tiempo: la superaci¨®n del idealismo.
En La Espa?a invertebrada propone Ortega llevar a cabo una "higiene de los ideales", de inmunizarnos contra la magia del "deber ser". Desde el punto de vista de convivencia significa respeto, empezar a tratar a los dem¨¢s como son y no como nos gustar¨ªa que fueran o deber¨ªan ser. Angustiado por la situaci¨®n de una Espa?a en riesgo de desaparecer, Ortega hace un "ensayo de ensayo" de anatom¨ªa patol¨®gica nacional. Antes, dice, de que una sociedad est¨¦ organizada pol¨ªticamente debe estar sana. Y lograrlo constituye la tarea de un programa de modernidad cultural, de vertebraci¨®n social, por parte de unas minor¨ªas selectas que ayudan a que la masa se convierta en pueblo. No siempre se ha entendido la propuesta orteguiana, pol¨ªticamente incorrecta hoy. Pero, tal como est¨¢n las cosas, quiz¨¢ no viniera mal algo del utopismo de las minor¨ªas selectas, en vista del nihilismo de las minor¨ªas ineptas.
Si La Espa?a invertebrada est¨¢ escrita desde el "esquema de la crisis" (personal, nacional, europea), en El tema de nuestro tiempo ¨¦sta se diagnostica como una falta de deseos y de ilusiones. Europa est¨¢ desvitalizada. Una de las causas ha sido una forma mala de entender la cultura, en la que la vida se ha sacrificado a todo menos a ella misma. Urge, pues, llevar a cabo una revisi¨®n de la modernidad idealista que reconduzca la raz¨®n pura a la raz¨®n vital. El libro tuvo un ¨¦xito fulgurante, convirti¨¦ndose durante a?os en texto de referencia en las universidades alemanas. Hoy d¨ªa, pueden leerse muchas de sus p¨¢ginas con provecho en el contexto del idealismo tecnol¨®gico en que nos movemos. Las m¨®nadas leibnizianas, que Ortega critica, no tienen ventanas, aunque s¨ª (perd¨®n por el chiste f¨¢cil) muchos windows.
Por ¨²ltimo, en su libro La deshumanizaci¨®n del arte acert¨® con un t¨ªtulo tan afortunado como enigm¨¢tico. ?Qu¨¦ quer¨ªa decir Ortega?, se preguntaban sus contempor¨¢neos. ?Era un diagn¨®stico, un pron¨®stico, una propuesta? Cuenta Rosa Chacel que la gente se acercaba sol¨ªcita a los disc¨ªpulos de Ortega para interesarse por el estado de su deshumanizaci¨®n. Ortega ha destacado como pocos el valor del "arte nuevo", su decisiva importancia como reflejo de la nueva sensibilidad epocal, a la vez que ha criticado los excesos del "arte viejo", rom¨¢ntico, del narciso sentimental. ?ste es el que hab¨ªa que deshumanizar. Su tesis formaba parte del proyecto de las Nuevas Humanidades, "hacia delante" y no hacia atr¨¢s. Y ya que estamos en ello, salvar el Arte y las Humanidades ?no pedir¨ªa tambi¨¦n, inc¨®modamente, "deshumanizar" un poco la Universidad?
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