Historias bifurcadas
Cuando entras en el libro est¨¢s en un sue?o que narra el final de los tiempos. El so?ador es Diego Varela, un ayudante de direcci¨®n que al despertar recuerda la p¨¦rdida de una carpeta que contiene los esbozos de un gui¨®n. La b¨²squeda de ese proyecto olvidado se convierte en la propuesta de Todas las primaveras, la ¨²ltima novela de Juan Jos¨¦ Flores (Barcelona, 1955), autor de Como un ¨¢ngel herido y En el umbral. En ese camino de escritura que propone el texto surgen diversos enigmas que en su resoluci¨®n revelan otros misterios. Todo con el fin de demostrar que lo que se piensa como cierto y verdadero es una nueva falsificaci¨®n.
Esta lectora, que abri¨® el libro y entr¨® en el sue?o de un mundo que terminaba, anduvo un tanto confusa tratando de conducirse por una traves¨ªa literaria muy concurrida de historias, pero la habilidad del escritor consigui¨® asombrarla con rastros y pistas que la mantuvieron expectante, con deseos de conocer una resoluci¨®n que certificara el aut¨¦ntico final. Permanecer atenta supuso leer, conocer, a una mujer que so?aba por los dem¨¢s, a un hombre que se travest¨ªa de aquella a quien amaba, recorrer un hotel de suicidas y viajar a Par¨ªs en tiempos de la Resistencia. Tambi¨¦n atender a una correspondencia de varias voces que parec¨ªa espont¨¢nea.
TODAS LAS PRIMAVERAS
Juan Jos¨¦ Flores
Alfaguara. Madrid, 2005
230 p¨¢ginas. 16 euros
En Todas las primaveras, na
da y nadie es quien dice o parece ser, de manera que la novela crece en ese acierto de mantener el v¨¦rtigo de las historias inconclusas. As¨ª, Juan Jos¨¦ Flores administra el inter¨¦s y da raz¨®n a quien en su novela habla sobre el destino de aquello que nos entregan como narraci¨®n. "Las historias nunca han pasado vanamente de mano en mano. Lo que cuentan es el germen de lo que no cuentan y que anda como agazapado, esperando". El autor, pues, ha tomado la decisi¨®n de estimular al lector sugiri¨¦ndole la realidad a trav¨¦s de caminos de ficci¨®n que determinaban un destino, y cuando quien lee se confiaba, entreg¨¢ndose a observar las cre¨ªbles respuestas, el autor volv¨ªa a sumergirle en el ostracismo del laberinto, pues otra historia desmantelaba lo le¨ªdo, y la letra aupaba una nueva inc¨®gnita. Habr¨¢ que decir que en Todas las primaveras hay alguna actividad entre personajes que puede resultar m¨¢s opaca, como la relaci¨®n entre la esposa y la hija de quien aventur¨® el gui¨®n, pero ¨¦sta es una novela de fuste y buen acierto, pues contiene historias que al lector le gusta escuchar.
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