?Qu¨¦ es el islam?
Sentado en la capital de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n, con una flecha met¨¢lica en el techo de mi habitaci¨®n del hotel que se?ala a La Meca y una presentadora de informativo cubierta con el hijab en televisi¨®n, creo que estoy obligado a escribir sobre nuestros problemas con el islam.
Cuatro a?os despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, que fueron cometidos en nombre de Al¨¢, la mayor parte de los que viven en lo que seguimos llamando m¨¢s o menos Occidente est¨¢n probablemente de acuerdo en que tenemos problemas con el islam. La inmensa mayor¨ªa de los musulmanes no son terroristas, pero la mayor¨ªa de los terroristas que nos amenazan confiesan ser musulmanes. Casi todos los pa¨ªses con una mayor¨ªa musulmana se resisten a lo que europeos y norteamericanos suelen considerar una modernidad deseable, que incluye los principios fundamentales de la democracia liberal.
Casi todos los pa¨ªses musulmanes se resisten a considerar una modernidad deseable, que incluye los principios fundamentales de la democracia liberal
Al definir el islam, cada uno est¨¢ diciendo algo no s¨®lo sobre el mundo musulm¨¢n, sino sobre s¨ª mismo. Dime cu¨¢l es tu islam y te dir¨¦ qui¨¦n eres
Tampoco puede decirse que el historial de los reg¨ªmenes puramente laicos en los ¨²ltimos cien a?os haya sido muy prometedor precisamente
?Por qu¨¦? ?Cu¨¢l es el quid de la cuesti¨®n? He aqu¨ª seis opiniones distintas que se oyen con frecuencia en Occidente, pero tambi¨¦n -y es importante a?adirlo- en pa¨ªses musulmanes como Ir¨¢n. A medida que lean la lista, quiz¨¢ quieran ir marcando mentalmente la opini¨®n con la que m¨¢s est¨¢n de acuerdo. Por supuesto, tambi¨¦n es posible marcar con menos convicci¨®n otras dos o tres, pero no todas.
1. El problema fundamental no es s¨®lo el islam sino la religi¨®n en s¨ª, que es superstici¨®n, falsa conciencia, la abolici¨®n de la raz¨®n. En principio, el cristianismo o el juda¨ªsmo son casi igual de malos, sobre todo en las versiones que defiende la derecha estadounidense. El mundo ser¨ªa mucho mejor si todo el mundo comprendiera las verdades reveladas por la ciencia, tuviera confianza en la raz¨®n humana y adoptara un humanismo laico. Si es preciso que tengamos el retrato de un hombre barbudo en la pared, que sea una fotograf¨ªa de Charles Darwin. Lo que necesitamos no es s¨®lo un Estado laico, sino una sociedad laica.
?sta es una opini¨®n que comparten muchas personas cultas en el Occidente poscristiano, especialmente en Europa occidental, incluidos algunos de mis mejores amigos. Si se plasmara directamente en una receta pol¨ªtica, tendr¨ªa el peque?o inconveniente de que entre 3.000 y 5.000 millones de hombres y mujeres se ver¨ªan forzados a abandonar sus creencias fundamentales. Y tampoco se puede decir que el historial de los reg¨ªmenes puramente laicos en los ¨²ltimos 100 a?os haya sido precisamente prometedor.
2. El problema fundamental no es la religi¨®n en general, sino la religi¨®n isl¨¢mica en concreto. El islam, a diferencia del cristianismo occidental, no permite la separaci¨®n de Iglesia y Estado, de religi¨®n y pol¨ªtica. El hecho de que en mi peri¨®dico iran¨ª figure como fecha el a?o 1384 es indicativo de una realidad m¨¢s amplia. Con su discriminaci¨®n sistem¨¢tica contra las mujeres, sus b¨¢rbaros castigos para la homosexualidad y su intolerancia militante, el islam se ha quedado parado en la Edad Media. Lo que necesita es su propia Reforma.
Una opini¨®n muy extendida. Hay dos objeciones contra ella: que fomenta una interpretaci¨®n monol¨ªtica y esencialista del islam, y que pretende interpretar su historia seg¨²n criterios demasiado occidentales (Edad Media, Reforma). Si, al decir islam, nos referimos a "lo que verdaderamente piensan, dicen y hacen aquellos que se denominan a s¨ª mismos musulmanes", existe un vasto espectro de realidades distintas.
3. El problema no es el islam, sino el islamismo. Fan¨¢ticos como Osama Bin Laden han falseado una de las grandes religiones del mundo y la han tergiversado al servicio de una ideolog¨ªa pol¨ªtica del odio. Esos ide¨®logos y movimientos del islamismo pol¨ªtico son lo que debemos combatir. Si trabajamos en colaboraci¨®n con la mayor¨ªa ben¨¦vola y pac¨ªfica de musulmanes que vive en el mundo, podremos separar el fruto envenenado del ¨¢rbol sano.
Es la opini¨®n que promueven pol¨ªticos occidentales como George W. Bush y Tony Blair, que van con el Cor¨¢n por delante. Al fin y al cabo, ?qu¨¦ van a decir? No van a insultar a millones de votantes musulmanes ni a los pa¨ªses de los que depende Occidente para sus importaciones de petr¨®leo. ?Pero lo creen de verdad? Tengo mis dudas. Si se les inyectara el suero de la verdad, seguro que estar¨ªan m¨¢s cerca de la postura n¨²mero 2, mientras que muchos dirigentes europeos que son ateos o agn¨®sticos estar¨ªan en la n¨²mero 1. Por otro lado, distinguidos especialistas en el mundo musulm¨¢n hacen este mismo an¨¢lisis con conocimiento de causa y de forma categ¨®rica.
4. El meollo del problema no es la religi¨®n isl¨¢mica, ni siquiera el islamismo, sino la historia espec¨ªfica de los ¨¢rabes. Entre los 22 miembros de la Liga ?rabe, ninguno es una democracia construida en el propio pa¨ªs (en la actualidad, Irak tiene algunos elementos de democracia, pero no son precisamente ind¨ªgenas). Ni que decir tiene que no estoy haciendo una afirmaci¨®n racista sobre los ¨¢rabes, sino exponiendo un complejo argumento que abarca la historia, la econom¨ªa, la cultura pol¨ªtica, la sociedad y una serie de intentos fallidos de modernizaci¨®n poscolonial.
Esta opini¨®n es defendible. Existen democracias con mayor¨ªas musulmanas (Turqu¨ªa, Mali). El polit¨®logo de Columbia Alfred Stepan ha escrito un art¨ªculo fascinante en el que sugiere que, en cuesti¨®n de democracia, los pa¨ªses musulmanes que no son ¨¢rabes han obtenido resultados bastante parecidos a los de otros pa¨ªses no musulmanes con un nivel de desarrollo econ¨®mico comparable. Sin embargo, me llama la atenci¨®n que, incluso en un pa¨ªs tradicionalmente tan anti¨¢rabe como Ir¨¢n, sean pocos los que piensan que el problema reside en los ¨¢rabes.
5. El problema somos nosotros, no ellos. Desde las Cruzadas hasta Irak, son el imperialismo occidental, el colonialismo y el hegemonismo ideol¨®gico cristiano y poscristiano los que han engendrado esa antipat¨ªa hacia la democracia liberal occidental y, llevada al extremo, han creado enemigos mortales. Adem¨¢s, despu¨¦s de haber provocado (mediante el Holocausto debido a la barbarie europea), apoyado o, por lo menos, aceptado el establecimiento del Estado de Israel, llevamos m¨¢s de medio siglo ignorando la terrible situaci¨®n de los palestinos.
Una opini¨®n generalizada entre los musulmanes, y no s¨®lo entre los ¨¢rabes de Oriente Pr¨®ximo, y que tambi¨¦n adopta -desde un punto de partida diferente- alg¨²n sector de la izquierda occidental. Por supuesto, incluso aunque esta versi¨®n simplista de la historia fuera cierta, lo que no podemos hacer es cambiar el pasado. Pero s¨ª podemos reconocer el da?o hist¨®rico del que somos aut¨¦nticamente responsables. Y podemos hacer m¨¢s por crear una Palestina libre y respetuosa de la ley junto a un Israel seguro.
6. Independientemente de lo que cada uno opine sobre los m¨¦ritos respectivos de Occidente y el Islam, la mayor tensi¨®n se produce en sus zonas de encuentro. En especial, en el contacto directo y personal de los inmigrantes musulmanes j¨®venes, de primera o segunda generaci¨®n, con la modernidad laica occidental, sobre todo europea. El sistema m¨¢s seductor que ha conocido la humanidad, con sus im¨¢genes policrom¨¢ticas de salud, riqueza, fascinaci¨®n, sexo y poder, listas para el consumo, resulta enormemente atractivo para unos j¨®venes que proceden de ambientes musulmanes, muchas veces pobres y conservadores. Pero ¨¦stos, en ciertos casos, se sienten asqueados por los excesos hedon¨ªsticos o tal vez ven sus secretas esperanzas aplastadas, se apartan por la realidad de sus vidas marginadas en Occidente o tienen la sensaci¨®n de sentirse rechazados por ¨¦l, y algunos -una peque?a minor¨ªa- adoptan una nueva versi¨®n de la fe de sus padres, feroz, extrema y belicosa. Desde Mohammed Atta y la c¨¦lula de Al Qaeda en Hamburgo hasta los terroristas de Madrid y los de Londres, ¨¦sta se ha convertido en una situaci¨®n penosamente familiar.
Me gustar¨ªa encontrar pruebas contundentes para refutar esta opini¨®n. Pero no lo consigo. (?Alg¨²n lector puede ayudar?). Incluso en el caso de que asisti¨¦ramos al nacimiento de una Palestina libre y sali¨¦ramos ma?ana de Irak, este problema seguir¨ªa existiendo. Un problema que amenaza con convertir Europa en un lugar menos civilizado y m¨¢s inc¨®modo para vivir durante los 10 pr¨®ximos a?os.
?Cu¨¢l de estas seis opiniones les convence m¨¢s? Al responder esa pregunta, cada uno estar¨¢ diciendo algo no s¨®lo sobre el mundo isl¨¢mico, sino sobre s¨ª mismo. Porque lo que llamamos islam es un espejo en el que nos vemos a nosotros mismos. Dime cu¨¢l es tu islam y te dir¨¦ qui¨¦n eres.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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