Jesuitas en El Pozo
La ma?ana del 28 de mayo de 1977 fue un puro sobresalto para la jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica. Ese d¨ªa, la prensa -EL PA?S, en primera p¨¢gina, arriba- publicaba la foto del jesuita Jos¨¦ Mar¨ªa Llanos saludando pu?o en alto ante 60.000 personas reunidas en el campo de f¨²tbol de Vallecas (Madrid). "El mitin comunista de ayer cont¨® con dos protagonistas de excepci¨®n, tan dentro de la l¨®gica de la historia de la Iglesia espa?ola como fuera de programa: los padres jesuitas D¨ªez-Alegr¨ªa y Llanos. El padre Llanos -en la fotograf¨ªa- saluda, pu?o en alto, a su pueblo de El Pozo. De alguna manera viene a simbolizar el compromiso hist¨®rico de cierta Iglesia pasada dolorosamente del nacional-catolicismo al saludo de identificaci¨®n marxista", dec¨ªa el pie de foto, cursivas incluidas, de EL PA?S.
El padre Llanos, hijo de un general vencedor, capell¨¢n de Falange y amigo de Franco, fue un pionero en Espa?a de los curas obreros y de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n
Hijo de un general vencedor, ex capell¨¢n de Falange y amigo de Franco, Llanos (1906-1992) llevaba desde 1955 viviendo en El Pozo del T¨ªo Raimundo, luchando contra la marginaci¨®n de sus habitantes con un tes¨®n, un coraje y un desparpajo antol¨®gicos. Fueron legi¨®n los pol¨ªticos que colaboraron con ¨¦l, entre otros los hermanos Javier y Luis Solana, del PSOE; el ex alcalde de Madrid Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, del PP, y el sindicalista Marcelino Camacho. Se cumplen ahora 50 a?os de la llegada de los jesuitas a El Pozo, y los nietos de aquellos chabolistas arrojados a la barriada desde Andaluc¨ªa y la Castilla profunda huyendo de la miseria y de la represi¨®n lo celebran con regocijo.
"Pero, padre Llanos, ?c¨®mo se le ha ocurrido levantar el pu?o? ?No lo deber¨ªa haber hecho!", le dijo d¨ªas despu¨¦s Camacho, protegido en El Pozo para celebrar all¨ª arriesgadas reuniones que desembocaron en la creaci¨®n de Comisiones Obreras. Camacho estaba aquel d¨ªa ingresado en un hospital por un accidente sufrido cuando iba a dar un mitin a provincias, y recibi¨® la visita de Llanos y de otro de los jesuitas de El Pozo, Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa. Todav¨ªa se admira por c¨®mo Llanos se implic¨® en la lucha de "las Comisiones". Tambi¨¦n tuvo el carnet del PCE.
"En dos ocasiones, Llanos fue testigo nuestro ante el siniestro Tribunal de Orden P¨²blico, y en el proceso 1001, tras la muerte del presidente Carrero Blanco por ETA, se pas¨® la tarde en Las Salesas con el comisario Delso, sin declarar, pero asegur¨¢ndole al duro comisario de polic¨ªa que, cuando lleg¨¢semos al poder, lo mantendr¨ªamos en su puesto, por duro", recuerda Camacho.
A los jesuitas que llegaron a El Pozo hace 50 a?os se les considera pioneros entre los curas obreros de Espa?a, y a los que eran te¨®logos, como el padre Llanos, pioneros tambi¨¦n entre los te¨®logos de la liberaci¨®n que tanto dolor de cabeza causaron m¨¢s tarde al Vaticano en Latinoam¨¦rica y a punto estuvieron de costarle la disoluci¨®n a la Compa?¨ªa de Jes¨²s, intervenida finalmente por Juan Pablo II como represalia. Es el caso del padre Jos¨¦ Mar¨ªa D¨ªez-Alegr¨ªa, que tambi¨¦n arropaba a Santiago Carrillo en el mitin en el que Llanos salud¨® pu?o en alto. Recuerda D¨ªez-Alegr¨ªa que, efectivamente, Llanos ten¨ªa carnet del PCE y de Comisiones, aunque apreciaba m¨¢s el segundo que el primero "cuando vio que no era oro todo lo que reluc¨ªa en aquel id¨ªlico eurocomunismo". "Lo que yo era es hegelianamente anti-antimarxistas", explica jugando con la famosa teor¨ªa del fil¨®sofo alem¨¢n sobre la tesis, la ant¨ªtesis y la s¨ªntesis.
A?ade el te¨®logo, que acaba de cumplir 94 a?os: "Yo no soy marxista, pero tampoco antimarxista. Me tomo en serio el marxismo. La cr¨ªtica que hace Marx del capitalismo es v¨¢lida. Nunca me le¨ª El capital, pero s¨ª otros libros suyos, y en mi libro Rebajas teol¨®gicas de oto?o escrib¨ª un cap¨ªtulo titulado Recuerdos a Marx de parte de Jes¨²s en el que contaba que tuve un sue?o en el que Jes¨²s se me presentaba y me dec¨ªa: 'Oye, y este Carlos Marx, del que tanto hablan escandalizados mis disc¨ªpulos actuales, ?qu¨¦ me dices de ¨¦l?'. Entonces yo le recitaba algunos textos de Marx, y despu¨¦s Jes¨²s me dec¨ªa: 'Mira, si ves a Carlos Marx, dale recuerdos de mi parte y dile que no est¨¢ lejos del Reino de Dios. Pues ¨¦se era un poco nuestro marxismo".
Lo que s¨ª era la actividad de los jesuitas de El Pozo fue radical ante todo tipo de poder, implacable. Sus amigos cuentan de Llanos que ten¨ªa "un car¨¢cter dif¨ªcil, a veces terrible, con muy malas pulgas, as¨ª que no soportaba en silencio ni una sola injusticia, ni un s¨®lo abuso". Fue as¨ª como se consiguieron los avances del barrio, entonces abandonado en la m¨¢s absoluta pobreza: sin agua, sin caminos, sin alcantarillado, sin nada. El radicalismo de Llanos, contagiado a toda la barriada, llev¨®, por ejemplo, a que un 80% de los vecinos devolvieran el recibo de la contribuci¨®n urbana hasta que se les arreglase un problema concreto.Imitaban al padre Llanos. Una vez subi¨® al destartalado autob¨²s que llamaban la pesetera y vio que la mitad de las ventanas estaban rotas. Llanos pag¨® por el billete la mitad: 50 c¨¦ntimos. "No, se?or", exclam¨® el conductor,. Es una peseta. Y Llanos: "Perdone. Una peseta ser¨¢ todo el autob¨²s. Como la mitad est¨¢ rota, yo pago 50 c¨¦ntimos". Los que iban detr¨¢s pagaron lo mismo, no aquel d¨ªa, sino tambi¨¦n los siguientes, hasta que el Ayuntamiento puso autobuses nuevos en aquella l¨ªnea.
"Una de las cosas que m¨¢s sorprenden es que ni Llanos ni D¨ªez-Alegr¨ªa tuvieron problemas con el Santo Oficio de la Inquisici¨®n; otros te¨®logos, por decir cosas menos valientes o menos fuertes, los han tenido. La explicaci¨®n es que matizaron much¨ªsimo, y que manejaban la Biblia con gran conocimiento. Siempre hab¨ªa un Padre de la Iglesia que hab¨ªa dicho antes lo que ellos sosten¨ªan", dice el tambi¨¦n jesuita Pedro Miguel Lamet, que trabaj¨® muchas veces en El Pozo y publica ahora una gran biograf¨ªa de D¨ªez-Alegr¨ªa subtitulada Un jesuita sin papeles.
Parientes militares
Tampoco tuvieron, ni Llanos ni D¨ªez-Alegr¨ªa, problemas con la severa dictadura franquista, obligada, en cambio, a abrir en Zamora una c¨¢rcel s¨®lo para curas. La explicaci¨®n fue el origen de los dos protagonistas. Llanos era hijo de un general, y D¨ªez-Alegr¨ªa, de un banquero de Gij¨®n, adem¨¢s de hermano de los tenientes generales Luis y Manuel D¨ªez-Alegr¨ªa, ex director general de la Guardia Civil y ex jefe del Alto Estado Mayor del Ej¨¦rcito, respectivamente.
Adem¨¢s, cuando llegaron a El Pozo, los dos ya eran famosos, Llanos por art¨ªculos de prensa, y D¨ªez-Alegr¨ªa porque ven¨ªa de Roma envuelto en un descomunal esc¨¢ndalo editorial, que le supuso la exclaustraci¨®n de la Compa?¨ªa de Jes¨²s, forzada por el Vaticano. Llevaba una d¨¦cada como profesor de ?tica en la imponente Universidad Pontificia Gregoriana y su salto a la fama se fragu¨® el 22 de diciembre de 1972, cuando la editorial Descl¨¦e de Brouwer, de Bilbao, le public¨® Yo creo en la esperanza, del que se vendieron 200.000 ejemplares en numerosos idiomas. Quince d¨ªas m¨¢s tarde, el peri¨®dico m¨¢s vendido en Roma, Il Messagero, y el m¨¢s importante de EE UU, The New York Times, tronaban: "El best seller de un jesuita espa?ol aclama a Marx y ataca a Roma".
D¨ªez-Alegr¨ªa tard¨® poco en regresar a Espa?a y en "tomar la mejor decisi¨®n" de su vida, dice ahora. Fue en El Pozo del T¨ªo Raimundo donde puso en pr¨¢ctica "la teolog¨ªa que hab¨ªa ense?ado en Roma". Cuando lleg¨® a Madrid, el 24 de febrero de 1974, "una nube de periodistas le buscaba, como si fuera un famoso actor de cine", recuerda Lamet.
La vaquer¨ªa, una taberna y el hombre que lleg¨® de Ja¨¦n
EL CURA LLANOS era ya mozo cuando se construy¨®, en 1925, la primera vivienda de El Pozo del T¨ªo Raimundo, una modesta vaquer¨ªa atra¨ªda por el agua de un pozo abierto poco antes por un tal Raimundo y por el mucho terreno disponible, hasta entonces de pan llevar, es decir, dedicado al cultivo de trigo. Dos a?os m¨¢s tarde, a mediados de 1927, abri¨® una taberna, al borde del paso a nivel del ferrocarril, y lleg¨® de Martos (Ja¨¦n) el primer emigrante. ?l mismo se hizo en un abrir y cerrar de ojos la casita de una sola planta.
Fueron las tres ¨²nicas edificaciones de El Pozo hasta 1940, pasada la Guerra Civil. Entre este a?o y 1947 llegan otras siete familias, y un a?o despu¨¦s, otras cinco, y ocho m¨¢s en 1949, 14 en 1950 y 53 m¨¢s en 1953. Buena parte proced¨ªan de Martos, como el primer emigrante. Dos a?os m¨¢s tarde, sin embargo, se disparan las cifras: llegan 668 familias. Estamos en 1955, el a?o en que, pasado el verano, aparece por El Pozo el padre Jos¨¦ Mar¨ªa Llanos y su exigua tropa misionera: otros cinco jesuitas. Al finalizar el a?o siguiente, la barriada de casas bajas albergaba a 1.775 familias, es decir, unos 7.600 habitantes. Hoy son 10.700.
Hu¨ªan de un pasado sombr¨ªo, buscaban trabajo en la construcci¨®n y levantaron con mimo sus propias casas, aseadas y bien alineadas. Llanos interven¨ªa en todo: hac¨ªa urbanismo inteligente, buscaba empleo a las mujeres en casas de sus muchos amigos burgueses del centro de Madrid, o gestionaba salidas hacia Alemania sorteando las dificultades del cupo de Emigraci¨®n. Y, sobre todo, fue organizando con gran autoridad a un vecindario complicado, preparando as¨ª la reconstrucci¨®n de un barrio pionero en la lucha vecinal y que hoy es como todos los dem¨¢s en los arrabales de Madrid.
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