Nueva Orleans vuelve a los negocios
Los comerciantes de los barrios menos castigados por el hurac¨¢n Katrina regresan por primera vez a la ciudad
A punto de cumplirse tres semanas del paso del hurac¨¢n Katrina, los comerciantes de los barrios menos castigados por el hurac¨¢n tuvieron ayer la primera oportunidad de regresar a la ciudad para evaluar los da?os y poner de nuevo en marcha sus negocios. Alois Binder, propietario de una de las pasteler¨ªas m¨¢s conocidas de la ciudad, dedic¨® la ma?ana a supervisar los trabajos de limpieza desde la trastienda del establecimiento. "Afortunadamente, no sufrimos saqueos", dice Binder. "El vecino de enfrente se qued¨® durante la tormenta armado con una linterna y una escopeta, y ning¨²n saqueador se atrevi¨® a acercarse". Binder explica que su mayor problema es que no consigue localizar a los 52 empleados de la empresa para que vuelvan al trabajo. "No van a volver hasta que no tengan un sitio para quedarse", se?ala Binder, que pensaba regresar anoche al hotel de Lafayette, a unos 200 kil¨®metros al oeste, donde se ha instalado con su familia.
A pesar de que una tercera parte de Nueva Orleans sigue inundada por las aguas del lago Pontchartrain, el regreso de los comerciantes a barrios como el Casco Viejo, Fauburg Marigny y el Garden District daba ayer a la ciudad cierto aire de normalidad. El centro financiero es el que ha avanzado m¨¢s en la reconstrucci¨®n y poco a poco va perdiendo el aspecto de zona de guerra que tuvo en los d¨ªas posteriores a la cat¨¢strofe. Es el ¨²nico distrito que tiene luz y agua corriente, algunos hoteles han abierto y las calles est¨¢n limpias de basura. La presencia del Ej¨¦rcito disminuye y cada vez es m¨¢s notoria la presencia de ciudadanos particulares.
Roland Adams, propietario de la Brasserie Marigny, dedic¨® la jornada a limpiar las neveras de comida podrida por la falta de energ¨ªa el¨¦ctrica. "Todos mis empleados est¨¢n llamando porque quieren volver a trabajar", dice Roland. El restaurante, que sirve comida t¨ªpica de Nueva Orleans, tiene cabida para 100 comensales y est¨¢ ubicado en la calle Frenchmen, conocida por sus clubes de m¨²sica en directo. Adams explica que al estar en una de las zonas m¨¢s altas de la ciudad, el agua no entr¨® en el establecimiento. Los saqueadores tampoco hicieron acto de presencia.
La que s¨ª sufri¨® saqueos fue la compa?¨ªa United Cabs, que coordina el trabajo de 427 taxistas independientes. Uno de sus empleados, Glenn Domingue, recuerda que los saqueadores arrasaron la oficina y se llevaron el dinero de una caja fuerte. Los taxistas que trabajan con la empresa est¨¢n "desperdigados por todo el pa¨ªs", dice, pero est¨¢ seguro de que "la mayor¨ªa va a volver". Domingue cree que las autoridades locales, estatales y federales hicieron "un mal trabajo" en los d¨ªas posteriores al hurac¨¢n. Como muchos estadounidenses, asegura haber quedado impresionado con las im¨¢genes de miles de ciudadanos de Nueva Orleans refugiados en el Superdome y en el Centro de Convenciones sin recibir auxilio. Tras pasar tres semanas en un hotel de San Marcos (Tejas), Domingue ha decidido quedarse en Nueva Orleans y comenzar a trabajar cuanto antes. "Tengo generador en la oficina y con eso tengo suficiente", se?ala.
579 muertos
Las autoridades locales consideran que el sector privado va a desempe?ar un papel clave en la reconstrucci¨®n de la ciudad. El alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, cree que la apertura de los hoteles, restaurantes y bares ser¨¢ un incentivo para que todos los empresarios regresen, adem¨¢s de un pre¨¢mbulo para la vuelta paulatina del medio mill¨®n de habitantes desplazados por el Katrina. Aunque los peores augurios no se han cumplido, el n¨²mero de muertos en la zona metropolitana de Nueva Orleans asciende ya a 579, a los que se suman las 218 personas fallecidas en el Estado de Misisipi.
El mayor dolor de cabeza para Rosolino Todaro, un inmigrante italiano que regenta una peque?a tienda de comestibles en la calle Dauphine, en el Casco Viejo, no es la luz y el agua, sino la compa?¨ªa de seguros. "A la hora de cobrarnos las cuotas son muy estrictos, pero cuando se trata de pagarnos la indemnizaci¨®n la cosa cambia", afirma Todaro, quien asegura haber perdido 350.000 d¨®lares como consecuencia de los saqueos y de los d¨ªas que ha permanecido cerrado. Adem¨¢s, calcula que poner de nuevo en marcha el negocio le va a costar entre 100.000 y 150.000. "No hay derecho", comentaba por el tel¨¦fono m¨®vil a uno de sus socios.
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