Los retos de ELA: la Euskadi insuficiente
El sindicato ELA acaba de presentar un texto de reflexi¨®n titulado "Preparar la confrontaci¨®n democr¨¢tica para ganar la soberan¨ªa". Es un documento donde el sindicato vasco quiere establecer su pensamiento estrat¨¦gico, a la luz de las nuevas condiciones que se abren despu¨¦s del triunfo electoral del PSOE, de los resultados habidos en la confrontaci¨®n auton¨®mica y, muy especialmente, despu¨¦s de los diversos intentos que se producen para cerrar el ciclo de ETA y reinstaurar o redefinir el discurso alrededor de lo nacional.
ELA juega con una ventaja que, adem¨¢s, no oculta; reflexiona, piensa y act¨²a en los escenarios pol¨ªticos sabiendo que, por su entidad sindical, no tiene que pasar por las amarguras de las elecciones, ni exponer lo que hace y lo que dice en materia pol¨ªtica a la ciudadan¨ªa vasca para que ¨¦sta con sus votos le otorgue o quite esca?os, representatividad institucional o presencia social. La influencia del sindicato en la vida pol¨ªtica vasca es significativa. De hecho, el mapa pol¨ªtico no podr¨ªa entenderse sin la influencia que despliega sobre ¨¦l. Lo que distingue a ELA no es tanto su indudable poder y presencia pol¨ªtica, sino el hecho de que su responsabilidad formal empieza y termina donde act¨²a sindicalmente, sin afrontar otras responsabilidades.
?De verdad creemos que la consulta es el referente metodol¨®gico de la resoluci¨®n de conflictos?
ELA juega con una ventaja en pol¨ªtica: no se expone al voto de los ciudadanos
El an¨¢lisis que ha presentado se inicia con una relectura del papel de ELA en el proceso y en la declaraci¨®n de Lizarra-Estella. Es este un punto de partida b¨¢sico y fundamental para el sindicato cuando quiere establecer su postura sobre el presente. Lo que me resulta llamativo de su lectura es la ausencia de autocr¨ªtica de lo que Lizarra quiso ser y nunca fue. De igual manera, no deja de sorprenderme la reducci¨®n que se realiza de qu¨¦ es hoy Euskadi-Pa¨ªs Vasco y cu¨¢l su composici¨®n social y pol¨ªtica; en una palabra, c¨®mo se define el pluralismo radical que anida en esta sociedad y condiciona los an¨¢lisis y las alianzas pol¨ªticas, sociales o sindicales.
En este escrito, el sindicato es coherente con lo que es; se encierra en el mundo social nacionalista y no se plantea, en su definici¨®n de la estrategia de la "acumulaci¨®n de fuerzas", qu¨¦ hacer con aquellos que no est¨¢n en el campo nacionalista e incluso con los que, siendo nacionalistas, no est¨¢n dispuestos a asumir el discurso que crea ELA. El ¨²nico territorio com¨²n que parece dejar abierto a todos los que no son es el de la confrontaci¨®n democr¨¢tica. Y esto le sirve para el campo sindical y para el horizonte pol¨ªtico.
No termina ELA de captar -o mejor, de asumir- que la Euskadi cuyo futuro dise?a es insuficiente y que la extensi¨®n y generalizaci¨®n de la triada Euskadi-comunidad vasca-nacionalismo, para transformarla en referente de la Euskadi real es problem¨¢tico y le conduce a aquellos errores estrat¨¦gicos que percibe en los otros y que ella quiere evitar. De tanto creer en sus postulados, a ELA le puede terminar pasando lo que dec¨ªa la pintada que le¨ª hace unos a?os en Berl¨ªn: "Vuestro Cristo es jud¨ªo. Vuestro coche es japon¨¦s. Vuestra pizza es italiana. Vuestra democracia, griega. Vuestro caf¨¦, brasile?o. Vuestra fiesta, turca. Vuestros n¨²meros, ¨¢rabes. Vuestras letras, latinas. S¨®lo vuestro vecino es extranjero".
No encuentro tampoco, a lo largo del texto, un an¨¢lisis pormenorizado de por qu¨¦ fracasa Lizarra y, sobre todo, qu¨¦ ocurre el d¨ªa despu¨¦s del fracaso, qui¨¦nes pagan las consecuencias. Creo que el proceso pol¨ªtico post-Lizarra es tan sugerente e interesante como el proceso mismo y, desde luego, debiera haber sido una universidad de datos, de hechos y de ense?anzas para la reflexi¨®n pol¨ªtica, social y sindical. No s¨¦ si la historia de Lizarra est¨¢ por hacer -digo esto porque quiz¨¢ tuvo menos historia de la que se crey¨® que tuvo-, pero da la sensaci¨®n, leyendo documentos como este, que el post-Lizarra al que se refiere es un permanente pre-Lizarra. ?Se podr¨¢ alguna vez abandonar Lizarra o debemos seguir incrustados en sus costuras por no haber comprendido -o, mejor a¨²n, por rechazar- las causas reales de su fracaso?
Detr¨¢s de los lugares comunes que segrega el documento hay tres que me llaman especialmente la atenci¨®n; a) la llamada a la consulta como el procedimiento democr¨¢tico que podr¨ªa encauzar el debate vasco; b) el recurso a la autodeterminaci¨®n como el pilar de la reivindicaci¨®n pol¨ªtica del universo nacionalista y; c) la confrontaci¨®n democr¨¢tica como el resultado inevitable de esta estrategia.
?De verdad creemos que la consulta es el referente metodol¨®gico de la resoluci¨®n de los conflictos? La sociolog¨ªa comparada nos indica que en ninguna parte del mundo esto ha funcionado as¨ª; no lo ha hecho en Irlanda, no lo ha hecho en Quebec, y podr¨ªa seguir refiri¨¦ndome a una larga lista de conflictos que en el mundo son. Por otra parte, no debemos ocultar que la consulta, cuando el tema es conflictivo y el objeto de la discusi¨®n divide a la ciudadan¨ªa, no sirve para encauzar la unidad social o los m¨ªnimos comunes que toda sociedad necesita para convivir Al contrario, creo que lo que hace es reflejar la divisi¨®n, clarificarla. En el mejor de los casos puede servir para ganar o para perder, pero no para encauzar conflictos agudizados por el paso del tiempo, reivindicaciones primordiales o peticiones b¨¢sicas.
El procedimiento de la consulta est¨¢ pensado, y ha tenido ¨¦xito, para otro tipo de conflictos. Dudo que las diferencias pol¨ªticas vascas encuentran en ella su punto de llegada. De hecho, cuando ¨¦sta se produzca ser¨¢ porque la ciudadan¨ªa ha hecho sus deberes, ha clarificado sus posturas, y la consulta servir¨¢ para tramitar el acuerdo social alcanzado. ?No ser¨ªa mejor, por ejemplo, en el caso de ELA, alcanzar acuerdos b¨¢sicos con fuerzas sindicalistas no nacionalistas para llegar con buen pie a la consulta, que instar permanentemente a la fe en el procedimiento, olvidando lo que significa y representa? Esta l¨®gica quiz¨¢ se podr¨ªa trasladar a la b¨²squeda de acuerdos entre fuerzas nacionalistas y no nacionalistas.
Con el dilema de la autodeterminaci¨®n ocurre que hay una diferencia notable entre el reconocimiento de un principio pol¨ªtico o social y su aplicaci¨®n efectiva. Tengo dudas de que, en el caso del Pa¨ªs Vasco, la autodeterminaci¨®n (sobre la que no tengo reparos te¨®ricos) sea fuente de arreglos. Una mirada anal¨ªtica a la sociedad vasca nos indica las grandes dificultades que tiene su aplicaci¨®n pr¨¢ctica. Las dos preguntas que habr¨ªa que hacerse son; ?qu¨¦ problemas resuelve la autodeterminaci¨®n? y ?qu¨¦ problemas, nuevos o viejos, plantea? Bajando del terreno de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica, me parece que su aplicaci¨®n crea m¨¢s problemas de los que resuelve, al menos en las circunstancias actuales. Ahora bien, tambi¨¦n es ya hora de desdramatizar los conceptos de la pol¨ªtica vasca y desacralizar ¨¦sta y los argumentos que ponemos en circulaci¨®n.
El documento de ELA est¨¢ fundado en una lectura estrictamente nacionalista, ideol¨®gica en definitiva, de los caminos por los que debe transitar el futuro vasco. Es precisamente este car¨¢cter del texto lo que seguramente le impide entrar a analizar la situaci¨®n del nacionalismo en Navarra. ?Porqu¨¦ digo esto? Porque elaborar estrategias, como se hace, para un territorio, cuando aqu¨¦llos que debieran transformarlas en normas de acci¨®n pol¨ªtica y en estrategias concretas est¨¢n en situaci¨®n minoritaria y con problemas serios para mantener su minor¨ªa electoral es un brindis al sol. Navarra es una cuesti¨®n pendiente para el nacionalismo vasco, que no ha querido entrar a comprender que hay detr¨¢s del triunfo de la derecha navarra, del navarrismo ideol¨®gico y, sobre todo, a qu¨¦ se debe su incapacidad para crecer en ese territorio. Otro tanto podr¨ªa exponer en el caso de Iparralde.
Tengo la impresi¨®n, despu¨¦s de la lectura del documento, que ELA, tan pegada al suelo en muchas cosas, acepta un cierto grado de confusi¨®n ideol¨®gica y decide tirar por el camino de enmedio: el que conduce a una Euskadi insuficiente, a una Euskadi que se parte por sus costuras y al que s¨®lo la confrontaci¨®n puede suturar. Eso s¨ª, siempre que se gane. Pero es ¨¦sta una l¨®gica que atrapa a esta sociedad en inercias y que la incapacita para pensar su agenda de futuro. Y ¨¦ste s¨ª creo que es el problema.
Es hora de cerrar el ciclo de ETA, pero tambi¨¦n de decidir c¨®mo debe ser nuestro encaje en el Estado. Mientras tanto hay m¨²ltiples cuestiones que hay que atender. Por citar algunas; la pol¨ªtica de vivienda, de investigaci¨®n y desarrollo, de juventud, el problema del medio ambiente y de la energ¨ªa, la exclusi¨®n social, el bienestar de los ciudadanos, la educaci¨®n etc. Para algunos, ciertamente, son cuestiones menores, pero la naci¨®n se construye desde la interdependencia entre econom¨ªa, sociedad y pol¨ªtica, desde la sociedad civil y los problemas de lo cotidiano, no desde una Euskadi insuficiente definida desde la parcialidad o el conflicto pol¨ªtico o desde una de las periferias, sea ¨¦sta social, pol¨ªtica o sindical.
Ander Gurrutxaga es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la UPV-EHU.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.